Quien esto firma, alegrándose inmensamente por la reapertura en el día de hoy de las queridas y añoradas salas de cine, tenía previsto un programa doble en la de referencia de la cinefilia sevillana, el Avenida. Y eligió precisamente esta que nos ocupa como la segunda a visionar. Sus referencias, que pueden leer en la entrada anterior de este blog dedicada a la cartelera, eran inmejorables. Venía precedida de reconocimientos y nominaciones tales como Mejor Película y Premio del Público en Sundance, Mejor Película de Habla no Inglesa en los Globos de Oro y seis candidaturas a los Oscar incluyendo Película y Director.
Y hablando del realizador, Lee Isaac Chung, es un guionista y cineasta coreano-estadounidense de la cosecha del 78. ‘Minari’, su título original, es la sexta de una filmografía integrada en los parámetros del cine independiente, con películas dramáticas, dos de ellas contra el genocidio de Ruanda y el remake en imagen real de la notable animada japonesa ‘Your name’, de Makoto Shinkai, que han merecido la atención de festivales internacionales y le han granjeado las mejores críticas.
Así que, dado este currículum de realizador sensible y empático, esperaba lo mejor de esta propuesta que recoge libremente recuerdos de su infancia en Arkansas. Pero, apenas comenzar, nos muestra a uno de los protagonistas de la historia trabajando como sexador de pollitos. Es decir, diferenciando a los machos de las hembras en estos seres tan delicados y vulnerables. Tanto a unos como a otras la especie llamada humana les ha condenado al peor de los destinos aunque a los primeros, además, se les ejecuta triturándoles…
Lo que vemos aquí es como estos aterrados seres sintientes son manipulados, examinados, separados y arrojados en cubículos diferentes en la citada escena, sin el menor cuidado y con la máxima diversión por el protagonista, alabado por su cualificación en el «oficio», y sus dos compañeros, un hombre y una mujer. Con el desprecio más absoluto, prepotente y especista, por estas criaturas pequeñas, por estas vidas pequeñas inocentes e indefensas. Para más inri, en clave de gag…
La animalista que esto firma no lo pudo tolerar. Porque lo siguiente era la crónica de la vida familiar del mentado «experto» en una granja y se marchó. Pero, como le ha ocurrido en circunstancias similares, deja constancia de ello para que sirva de aviso a navegantes con la misma o parecida sensibilidad.
Escrito queda.