‘El agente topo’: De la vejez y otras soledades…

Sobre Maite Alberdi, la responsable de esta singular propuesta, cosecha del 83, nos relata Wikipedia que es directora audiovisual de la Pontificia Universidad Católica de Chile, licenciada en estética y en comunicación social por el mismo Centro. Además de guionista, realizadora y crítica de cine, que ha ejercido además como montajista, sonidista, directora de fotografía y productora ejecutiva en diversos filmes y documentales de su país.

Como los suyos propios, cuatro hasta ahora del que este es el último, pues está especializada en el género. Ha recibido numerosas distinciones internacionales por títulos como ‘La once’ (2014), retrato de unas ancianas amigas de su abuela, que recibió reconocimientos tales como la Mejor Dirección Femenina Documental en Amsterdam y una nominación al Goya como Mejor Película Iberoamericana o ‘Los niños’ (2016), sobre unos jóvenes con síndrome de Down, Mejor Documental en Barcelona o el microdocumental ‘Yo no soy de aquí’ (2016) cuyos protagonistas son ancianos inmigrantes aquejados de demencia senil y alzheimer.

Este Agente Topo que nos ocupa registra un hecho real, ficcionado y con protagonistas reales, en el que un octogenario es fichado para espiar en una residencia católica de la tercera edad, por un detective cuya clienta es la madre de una de las internas que sospecha del trato que le dan y de las condiciones del centro. Deberá ejercer su misión durante tres meses integrándose allí, con el acuerdo de su familia, «armado» con gadgets del oficio tales como gafas y bolígrafos que incluyen cámaras. Así como aprender los secretos de una tecnología que, desde las propias funciones del móvil, se le resiste…

Partiendo de esta premisa, tan disparatada y excéntrica como cierta, la cineasta transita con humor, credibilidad, emoción y ternura por una historia que se le podía haber ido de las manos. Mantiene un tono que elude la sensiblería, el paternalismo bienintencionado y el edulcoramiento tan proclives cuando se filma a personas entradas en años. Les retrata tal cual, con sus personalidades tan auténticas como diversas y con sus limitaciones físicas y mentales, con sus achaques y manías. Sin maquillajes ni imposturas, incluso en las distancias más cortas. Eso sí, con el máximo respeto por sus dignidades personales, sin crudeza alguna más que la derivada de los deterioros inevitables que aparejan esos «estatutos del tiempo con sus bochornos» a los que maldecía en una inolvidable canción la gran Violeta Parra.

Les retrata a través de la peculiar, personal e intransferible investigación de ese detective absolutamente achuchable y comestible que es Sergio Chamy, quien va acercándose, no sólo a su «objetivo», sino al resto de ancianas. Porque aunque el protagonista sea él, se nos da a conocer a un grupo de mujeres irresistibles a quienes nuestro héroe permitirá expresarse y ser ellas mismas ante nuestros ojos. Quienes, quizás por vez primera en mucho, mucho, mucho tiempo, sentirán que son importantes para alguien.

Porque también documenta la soledad en esta etapa de la existencia, en esta última etapa, en la que los afectos son tan importantes. En la que la compañía, las relaciones humanas, son tan imprescindibles como la atención médica y los cuidados, pero paradójicamente estas personas se ven abocadas a un aislamiento forzoso. En la que las nieblas mentales no son obstáculos para esas necesidades y para esos vínculos prioritarios. Todo eso está aquí, sí. Pero muy bien controlado para no caer en situaciones lacrimógenas, ni de pornografía emocional. Ni, en el extremo opuesto, en hacer sangre.

Ni siquiera en lo que respecta a la residencia y a sus profesionales a quienes trata con el mismo cariño, aunque se eche de menos una crítica a estas instituciones. Porque, se insiste, no necesita subrayado alguno esta mirada delicada, divertida, inteligente y sensible de una cineasta experta en criaturas marginadas a su pesar, en la más amplia acepción del término. No necesita de clichés, ni de lugares comunes. Menos aún teniendo con ese reparto tan impresionante.

Coproducción entre Chile, España, Alemania, Holanda y Estados Unidos, fechada en 2020, de 84 minutos de metraje. Su guión los escribe su responsable, Maite Alberdi. Muy bien fotografiada por Pablo Valdés y con una acertada banda sonora de Vincent van Warmerdam. Y del reparto real citado, destacar además de al también nombrado y magnífico Sergio Chamy, a Marta Olivares, Berta Ureta, Zoila González, Petronila Albarca… unas damas arrebatadoras en sus glorias, creatividad, ingenio y hasta en las inevitables miserias derivadas de sus cronologías. Entre la inacabable lista de sus nominaciones y reconocimientos, destacamos el Premio del Público en San Sebastián y la candidatura al Oscar como Mejor Largometraje Documental. Categoría, por cierto, que este año ha reconocido los trabajos de otras tres mujeres.

No se pierdan esta película única en sí misma y en su género, tan creativa que puede verse como un docudrama, una comedia y un thriller de espionaje siendo un documental basado en hechos y con personajes reales. Lo merece sobradamente. Véanla.

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