La animalista que esto firma ni perdona, ni olvida, que la escritora, fotógrafa, guionista y cineasta japonesa Naomi Kawase, cosecha del 69, de quien había admirado anteriormente ‘El bosque del duelo’ (2007), perpetrara en ‘Aguas tranquilas’ (2014) el asesinato brutal de tres corderos. Del horror ante el primero, recién comenzada la proyección, se salió de la sala y se prometió a sí misma que no volvería a ver otra suya. Pero… no siempre es fácil mantener tales propósitos, menos aún escribiendo sobre cine, y sucumbió – afortunadamente ya sin maltratos animales de por medio – a la singularidad agridulce de ‘Una pastelería en Tokio’ (2015), a la fallida ‘Hacia la luz’ (2017) y hoy mismo a esta que nos ocupa.
Permitan a esta firmante expresarles, para empezar, que se ha rendido sin reservas ante esta propuesta espléndida, poética, compleja, dura, profunda, más grande que la vida, pese a su delicadeza, y emocionante hasta las lágrimas. Permitan a esta firmante expresarles que tras temerse lo peor, con una premisa argumental tan manida y sobada como la de una pareja que adopta legalmente al hijo de una chica jovencísima que no puede criarle y quien, al cabo de los años, se les presenta en casa exigiendo sus derechos sobre él y amenazando su estabilidad familiar…
… Se encontró, para su asombro, con que la historia, su tratamiento, su escritura, su narrativa y su puesta en escena rompían todos los esquemas, clichés y tópicos al uso. Porque es cualquier cosa menos lineal, sino que está dotada de una notable estructura circular que aporta luz y claridad a los acontecimientos. Porque es cualquier cosa menos esquemática. Porque es cualquier cosa menos previsible. Porque da espacio y mima a sus personajes, incluso a los más secundarios, con la excepción de quienes se comportan intolerablemente. Porque te deja ver el pasado con flashbacks tan sutiles y bien insertados en el relato, que permiten comprender y contextualizar el presente de l@s protagonistas.
Porque se toma su tiempo, 139 minutos de absorbente metraje, que no pesan y que resultan imprescindibles para aprehender la integridad. con todas sus aristas y matices, de lo contado. Porque permite ver las circunstancias y las personalidades. Porque la naturaleza, los árboles, el mar… sirven como interludio poético y como elemento dramático, en cada capítulo. Porque no convierte en rivales a esas dos mujeres que aman al mismo niño, aunque tengan todas las prevenciones mutuas en su abrupto reencuentro.
Porque aquí hay dos madres verdaderas, aunque sólo una conviva con el «precioso tesoro» al que hace alusión un hermoso tema que se reitera como leit motiv y al que pertenece también ese «no me borres» título de esta entrada. Porque la mirada sobre ellas, y sobre sus radicalmente opuestas circunstancias familiares y socioeconómicas, es amplia, profunda y matizada hasta en sus más nimios detalles.
Pero también dura, durísima con el entorno y el itinerario vital de una criatura con el alma rota que nunca olvidó al bebé que gestó, siendo ella misma una niña. Porque ambas son buenas en el buen sentido de la palabra. Porque la casa de la isla de Hiroshima, ya la verán…, y su responsable de la agencia de adopción, les da el calor familiar que les falta a las chicas cuyas existencias han sido cualquier cosa menos fáciles. Porque aunque es una película de actrices, los roles masculinos están tratados con mucho respeto
Porque pudo haber sido un dramón y sabe sortear con elegancia ese precipicio, siendo un drama hondo y profundo. Porque es intensa y emotiva hasta las lágrimas pero nunca perpetra un chantaje emocional. Porque así podíamos seguir y seguir, pero conviene que la experimenten, en su ritmo tan especial y envolvente incluso cuando está narrando la desesperanza más profunda, sin salida y sin anestesia. Porque…
Producción japonesa, fechada en 2020. Escrita por la propia directora, junto a Izumi Takahashi, adaptando la novela de Mizuki Tsujimura. Su bellísima fotografía está a cargo de Yuta Tsukinaga y Naoki Sakakibara. Su banda sonora, que suena cuando debe, se compone de variaciones del tema citado. En cuanto a su reparto tan solvente, destacar las conmovedoras composiciones de Hiromi Nagasaku y Aju Makita. Fuente: FilmAffinity.
No la borren de sus vidas cinéfilas. Véanla sin falta.