Archivo diario: septiembre 4, 2021

‘Chavalas’: Amigas para siempre

Cuatro amigas inseparables desde la adolescencia: Marta, Desi, Soraya y Bea. En el tiempo presente que relata la película, siendo todas muy jóvenes, las tres últimas se quedaron en su Cornellá natal y la otra, la primera citada, Marta, «emigró» a Barcelona donde, aparentemente, se hizo un hueco trabajando como fotógrafa y rodeándose de un ambiente artístico y sofisticado. ‘Chavalas’ arranca cuando pierde a la vez su trabajo y a la chica – «amiga» becada en una institución para creadores-as en ciernes – con la que compartía el piso. Así que, derrotada y sin recursos, vuelve al barrio común de la localidad citada que la, que las, vió nacer.

A partir de ahí, el choque frontal con un pasado que la avergüenza tanto como la representa. El choque frontal con un microcosmos, un estilo y una forma de vida, que rechaza tanto como la constituye. El choque frontal, pese a que la calidez de los afectos y las solidaridades mutuas siguen intactas, con una periferia chillona y, por qué no decirlo, algo soez, frente a su refinamiento, por qué no decirlo, algo snob o casi tanto como el de su nuevo ambiente.

A partir de ahí, la incondicionalidad de unos vínculos y la extrañeza, la justa rabia, en las otras tres por ser subestimadas tan críticamente por una de las suyas. A partir de ahí, las juergas, las provocaciones y los enfados. A partir de ahí, la vuelta al domicilio familiar, a los tics familiares, a un control materno contra el que se revuelve. A partir de ahí, trampas, mentiras y un nuevo trabajo con un colega sensible obligado a unos retratos alimenticios, pero que guarda sorpresas en un albúm. A partir de ahí, las instantáneas sobre un paisaje urbano y una fauna tan y tan poco al uso…

A partir de ahí, a partir de un material no carente de riesgos, la directora debutante Carol Rodríguez Colás, apoyada en la escritura de su hermana Marina, retrata a unas amigas para siempre, leales las unas a las otras, que están ahí para apoyarse y quererse incondicionalmente, aunque se enfaden y aunque se vayan. Retrata, como su protagonista probablemente su alter ego, un barrio que es el suyo y una dicotomía, la descrita en el personaje de Marta, que también es la suya, entre la cultura -«En el mundo de la cultura no hay gente de barrio», declaró a El Cultural -, la creación artística y el extrarradio.

Un extrarradio que acierta a retratar con frescura, empatía, una cierta sorna irónica y sin apenas trazos gruesos. Algunas escenas bordean peligrosamente lo excesivo, y lo maniqueo en el enfrentamiento entre dos mundos y especialmente en el que a los urbanitas se refiere, pero sabe resolverlas con desenvoltura y un inmenso cariño a sus personajes, cuatro actrices en estado de gracia: Vicky Luengo, Carolina Yuste, Elisabet Casanovas y Ángela Cervantes. Cuenta además con secundari@s solventes como Cristina Plazas o José Mota dentro de un reparto muy entregado con la excepción del personaje de Ana Fernández, díficil de defender por lo esquemático y no imputable a la actriz.

Producción española, fechada en el año en curso, de 91 minutos de metraje. La fotografía de Juan Carlos Lausin, que no las fotografías, espléndidas, que se exhiben en ella, es simplemente correcta. La banda sonora, que enfatiza los temas y momentos más vitalistas, la firman Francesc Gener y Claudia Torrente.

Biznaga de Plata, Premio del Público, Premio Movistar + a la Mejor Película y Premio ASECAN a la Mejor Ópera Prima, en el pasado Festival de Málaga, pese a sus defectos de enfoque ya señalados y a que sus factura y puesta en escena son manifiestamente mejorables, lo cierto es que va creciendo conforme avanza su metraje y que tiene una conclusión tan emocionante y sorprendente, como compleja e inteligente. Lo cierto es que te gana con su rara e intensa autenticidad.

Una mirada de mujer que no deberían perderse, la de una realizadora a seguir.

Escrito queda.