‘Arde Notre Dame’: La Joya en llamas…

Esta firmante ha acudido al preestreno de esta película a las diez de la mañana, porque tiene una concentración feminista a la misma hora en la que está previsto también su pase más numeroso al que, de entrada, pensaba asistir. Lamentó la coincidencia, pero…

…Pero se ha encontrado, aunque sea triste a otros efectos, con una estimulante sesión casi privada en la que tuvimos ocasión, tras el pase, de charlar en petit comité con su director Jean-Jacques Annaud – cineasta francés, cosecha del 43, con títulos en su haber como ‘El nombre de la rosa’ (1986), ‘Siete años en el Tibet’ (1997) o ‘Enemigo a las puertas’ (2001) entre tantos otros, Comendador de las Artes y las Letras y Medalla Carlomagno para los Medios Europeos -…

… Pero se ha encontrado con ese lujo, todo un honor, y con el de la introducción al coloquio del director del SEFF, José Luis Cienfuegos, quien glosó al realizador como un referente de la educación sentimental y cinematográfica de varias generaciones y comparó la catástrofe del incendio con la que hubiese sobrevenido en Sevilla de haberse dado, enlazando la riqueza monumental de ambas ciudades.

Annaud comentó que no pensaba rodar esta historia – de la que se han cumplido tres años hace pocos días – hasta que alguien le pasó un dossier con toda la documentación de los hechos. A partir de ahí, se despertó su interés. A partir de ahí, inició un trabajo de investigación con su equipo – del que se deshizo en elogios – entrevistándose con los protagonistas reales.

Y declaró, respondiendo a una pregunta de esta firmante, que TODAS las incidencias narradas, con la concatenación cronológica de los acontecimientos, SON CIERTAS. Aunque l@s personajes estén encarnad@s por intérpretes profesionales. Lo que puede parecer más extravagante, en sus propias palabras, ocurrió exactamente así. Sólo se permitió un par de licencias de ficción que ustedes descubrirán pronto cuando la vean.

Rodada en un gran estudio reconstruyendo las maquetas, utilizando fuego y agua de verdad, da cuenta de los acontecimientos sucedidos en la tarde de ese 15 de abril de 2019, en el que París también ardía con el conflicto de los llamados «chalecos amarillos».

Una tarde de Lunes Santo en la que la joya gótica, en la que la Catedral, Patrimonio de la Humanidad, icono de París y del mundo entero, con ocho siglos en su haber, estaba atestada de fieles y turistas. En los trabajos de restauración se prendió una chispa y…

… Sonó el botón rojo detector del humo en el cuadro de mandos del guardia que se estrenaba en el trabajo. Lo notificó, pero nadie le dio mayor importancia. Nada era visible y sí habituales las falsas alarmas. No obstante desalojaron el edificio, no sin cierto fastidio. Y permitieron de nuevo la entrada de l@s visitantes. Pero el incendio avanzaba insidiosamente.

A partir de ahí, se desata el caos. Lenta pero inconteniblemente. Aún bajo los efectos de la incredulidad por lo que estaba sucediendo ante sus propios ojos, los responsables comienzan a poner en marcha el mecanismo de alerta máxima, mientras la Joya era pasto de las primeras llamas.

A partir de ahí, se nos muestra una ciudad colapsada por la que tienen que abrirse paso dificultosamente bomber@s, responsables del templo y policías. A partir de ahí, se inicia una actividad frenética en la que todos estos colectivos, muy especialmente los dos citados en primer lugar, no se permiten ni un minuto de tregua.

A partir de ahí, se nos narra – en una absorbente mezcla de thriller, drama, reconstrucción histórica y hasta de cine de catástrofes – la odisea contrarreloj de unos hombres y mujeres que lo arriesgan todo para salvar ese monumento único. Pero también la de quienes pretenden salvar sus tesoros y una reliquia como la Corona de Espinas.

A partir de ahí, en pantalla dividida o completa, ábsides, gárgolas, estatuas, imágenes, techos, cubiertas, vidrieras, campanas, campanarios, escaleras de caracol interminables, arbotantes, agujas, puertas, fachadas, bóvedas, tracerías, capiteles, sótanos, subterráneos, entramados y alturas pasan ante nuestros ojos pastos de un inflamable y devastador enemigo.

Pero también recorridos por quienes, en el límite de sus fuerzas sofocad@s por el humo, el plomo y los nobles cascotes, se internan en sus entrañas para intentar lo imposible, arriesgando sus vidas. Y, entre tanto, llaves que no abren, combinaciones que no se recuerdan, reliquias falsas y verdaderas. Y entre tanto, la emocionante vigilia, con cánticos, de una Francia unida ante el edificio único cuando todo la dividía. Y entre tanto…

Producción francesa, fechada en este mismo año, de 122 minutos de metraje. La escribe el propio director junto a Thomas Bidegain. La excepcional fotografía la firma Jean-Marie Dreujou. La vibrante y notable banda sonora se debe a Simon Franglen. El reparto transmite solvencia y credibilidad. La factura es impecable en su puesta en escena, efectos especiales y dirección artística.

Intensa, pasional, documentada, enérgica, vitalista, singular y emotiva carta de amor de un hombre agnóstico a esta gran protagonista como él la llama. Un hombre agnóstico a quien le gustan los lugares sagrados y la fe de l@s otr@s. Una odisea tan terrible como hermosa, que le hubiera encantado a Víctor Hugo y a su trágico héroe Quasimodo.

Gracias a Vértice Cine, a MK2 Cinesur, al Proyecto Viridiana, a José Luis Cienfuegos, un presentador imprescindible, y a Jean-Jacques Annaud por regalarnos su talento y su presencia. GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS.

Tienen que verla.

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