‘La fotógrafa de Monte Veritá’: Otro mundo es posible…

De acuerdo con la imprescindible página de consulta Wikipedia: «Monte Veritá (Colina de la Verdad, en castellano) es una colina de 350 metros de altura, situada en Ascona, cantón suizo del Tesino, que ha servido como sede de diversos eventos utópicos y culturales, así como de diferentes comunidades desde el comienzo del siglo XX»

Se la ha llamado también «la primera comuna hippie de la historia». Fundada en 1900, siguiendo a la página citada, por Henry Oedenkoven y su compañera Ida Hofmann – sobre todo ella, porque él se ausentaba a menudo para conseguir financiación – quienes compraron una colina en el lugar estableciéndose como una cooperativa vegetariana, basada en los principios del socialismo primitivo, nudista y comprometida en contra la propiedad privada, el matrimonio o los dogmas en general.

También fue la sede del Sanatorio Monte Veritá. Por allí pasaron intelectuales y artistas de la talla de Jung, Paul Klee, Rudolf Steiner, Herman Hesse e Isadora Duncan entre un larguísimo etcétera. Los dos últimos citados, el escritor y la bailarina aparecen fugazmente en esta película…

… En esta película – una coproducción entre Suiza, Austria y Alemania, fechada el pasado año, de 116 minutos de metraje, dirigida por el documentalista y cineasta suizo Stefan Jäger, cosecha del 70, cuyo excelente guion firma una mujer, Kornelija Naraks, cuya hermosa fotografía se debe a otra, Daniela Knapp y cuya estupenda banda sonora es de Volker Bertelmann – se narra la historia de esta utopía a través de los ojos de…

… Una joven de 29 años, Hanna, infelizmente casada y madre de dos niñas lleva una existencia convencional de alta burguesía en la Viena de 1906, bajo el Imperio austrohúngaro. Aquejada de un asma severa, un joven terapeuta – Otto Gross, psiquiatra anarquista, profesor de Jung, un personaje tan fascinante como oscuro – le recomienda el Sanatorio.

Ella, aunque ávida de libertad, duda por lealtad a su familia. Pero cuando un marido prepotente, brutal y autoritario que no se preocupa ni de su salud, ni de su placer – de hecho, la embiste y viola en sus relaciones íntimas – llega a una violencia física aún más extrema huye.

Allí, en Monte Veritá, descubre la naturaleza, la sensualidad, el aire libre, el respirar, dentro de sus límites, abiertamente, la belleza cortando el aliento de unos paisajes, unas colinas y unas montañas majestuosas. Redescubre, y puede ejercerla, su pasión por la fotografía y registra lo y a quienes ve.

Descubre a unos personajes valientes e imperfectos, llenos de pasión e intensidad en su convicción, desde su colina, de estar cambiando las cosas personal y políticamente. Personajes como la fuerte y frágil Lotte Hattemer, educadora alemana y cofundadora de la Colina, además de a Ida, Henry y Otto, ya citados.

Descubre que puede ser útil a la comunidad además de beneficiarse de ella. Descubre personas y formas de vida impensables en su anterior existencia. Descubre…

La mirada del realizador, que es la de su protagonista como ya se ha escrito, sobre estos hechos y personajes reales tan absorbentes no es lineal, sino de alguna manera circular. Introduce el pasado en el presente sin solución de continuidad animándonos a encajar las piezas del puzzle. Mezcla recuerdos, vivencias, reflexiones, pasado, presente y futuro con una puesta en escena elegante y pasional.

Y lo hace rindiéndole el mejor tributo posible a esas mujeres y a esos hombres que creyeron que otro mundo era posible y se atrevieron a vivirlo. Mujeres y hombres a quienes prestan sus rostros y talentos Max Hubacher, Julia Jentsch, Philipp Hauss o Hannah Herzsprung. Y, sobre tod@s la magnífica Maresi Riegner. Y esa conclusión que…

Descúbranla, descúbranlo, viéndola. No se la pierdan.

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