‘Mari(dos)’: No, no es una comedia familiar al uso, pero…

Uno de los aciertos que se han destacado de esta mirada de mujer – la de la guionista y directora de cine y televisión, ‘Élite’, ‘Vida perfecta’…, Lucía Alemany, cosecha del 85, cuya ópera prima ‘La inocencia’ (2019) fue muy aplaudida por la crítica – es que, contra lo que pueda parecer, no es una comedia familiar al uso. Dirigida al gran público, eso sí, pero que no cae en ciertos clichés del género.

Aunque eso no le impide caer en otros de signo opuesto bastante toscos, por cierto, en la opinión de esta firmante. De ello se tratará más tarde. Cierto es, algo que también se ha recalcado y con lo que quien esto suscribe coincide y ha sabido apreciar en ella, que cuestiona la masculinidad más agresiva, machista, tóxica e intolerante – representada muy bien por Ernesto Alterio – frente a una virilidad mucho más igualitaria y comprensiva, representada por un Paco León a quien, sevillano como es, le han – un fallo chirriante e incomprensible que ni siquiera sirve como «gracia» – asignado el rol de catalán impostado, con lo que su interpretación se resiente.

Tales prototipos de hombres se enfrentan al hecho de que su mujer es la misma, que está en coma tras un alud en una estación de esquí. Que ella ha llevado una doble vida en Madrid y Barcelona. Con el primero tuvo dos hijas – de las que la pequeña quiere ser tratada y nombrada como un niño, otro lugar común postmoderno y presuntamente transgresor con un tratamiento chusco y superficial – y con el segundo, al que le comentó que no podía concebir tiene a un chico ruso algo inquietante adoptado quien, como un gag, acuchilla mortalmente a un jabalí. Por descontado que no hay maltrato real, pero sí con hacer «humor» de ese hecho.

Los dos «comaridos» y sus proles, las dos familias estarán obligadas a entenderse mientras dure la inconsciencia de su cónyuge y progenitora que no ha caído precisamente en las mejores manos médicas. A partir de ahí, se desarrollarán lazos y vínculos que se creían impensables y habrá más de una sorpresa y giros de guión, que culminarán con un final abierto.

Además de los lugares comunes citados, por atípicos que se pretendan, la película adolece de importantes bajones de ritmo y de oquedades de guion que afectan a la coherencia narrativa y a la vis cómica que, sobre el papel, debiera tener. El personaje de la mujer ni se trata, ni se comprenden sus actos, ni… Aunque, desde luego, no se la juzga, pero vamos que resulta totalmente vacío de contenido y es clave para comprender toda la situación.

Producción española de 102 minutos de metraje, que podían haberse acortado en lugar de reiterar muchas situaciones. La escriben, con las carencias citadas, Pablo Alén y Breixo Corral. La fotografía con solvencia Josu Inchaustegui y la banda sonora, que subraya bien el relato, se debe a una mujer, Vanessa Garde.

Con sus valores, defectos y carencias, tienen que verla y opinar por sí mism@s.

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