Archivo diario: mayo 3, 2023

Sesión del miércoles, 3 de mayo, de la tertulia de cine Luis Casal Pereyra: Amour fou, poder y vejez

Otra sesión para el recuerdo la de esta tarde-noche de nuestra tertulia de cine que nos regaló, además, a la salida, una luna llena de película… Animada, participativa, estimulante, divertida, enriquecedora, pródiga en miradas, visiones y opiniones tan relevantes y de las que tanto se aprende. Los adjetivos se quedan cortos ante la realidad de estos encuentros tan diferentes cada vez y siempre interesantes.

Como este del miércoles, 3 de mayo, que tuvo lugar excepcionalmente a las 20 horas, en nuestra sede de Casa del Libro Velázquez. Como este tan especial que va a resultar, de nuevo, un verdadero reto registrarlo en esta crónica. Pero, nobleza obliga, hay que intentarlo. Esta firmante les pide disculpas de antemano por los olvidos y esquematismos inevitables.

El amour fou obsesivo, patológico, mitómano, producto de un malentendido fundamental y de la represión de la homosexualidad y la anulación radical de la mujer, como ciudadana y como persona, en la Rusia del siglo XIX, que muestra ‘La mujer de Tchaikovsky’, de Kirill Sbrennikov, interesó en general aún con ciertas reservas.

Este retrato de una dama y de un matrimonio fue admirado en su factura impecable, en su ambientación, en su fotografía, en su puesta en escena, en su penetración al revelar la psicología de la protagonista, en su visión tan devastadora de las diferencias entre clases en el país, en la eminente composición de una extraordinaria Alyona Mikhailova.

Aunque se le reprocharan su excesivo metraje, las carencias de un guion que algun@s encontraron magnífico, sus saltos espacio-temporales, su dispersión… Pero, en general, aprobó con nota. Y más aún al complementarla Quique Colmena con ‘La pasión de vivir’, de Ken Russell, que aborda el mismo tema y que ha envejecido tan mal.

‘Conspiración en El Cairo’, de Tarik Saleh, fue saludada con entusiasmo en su implacable denuncia de la lucha por el poder tanto en el plano político como en el religioso, pese a sus interacciones mutuas en este caso. Se admiró la factura europea al filmarla y el privilegio del voyeurismo al contemplar un singular microcosmos, rotundamente masculino plural, quizás demasiado para algunas, que no es dado ver en el cine.

Se admiraron su factura, sus planos, su enfoque, su condición casi de documental antropológico, Se destacaron sus luchas de poder hasta llegar al crimen, sus mafias, que se consideraron similares en otras confesiones religiosas, aunque no haya equidistancia posible. Su condición de thriller político religioso aunque también se consideró que sobraban parte del metraje, tantas salmodias y cantos y que generaban una cierta confusión las distintas ramas de este credo.

Y unanimidad en el aplauso para ‘Plan 75’, la ópera prima de Chie Hayakawa. Esta distopía de un futuro que ya está aunque sin los tintes tan feroces de ese siniestro programa, pero… hubo que recordar los más de siete mil ancian@s muert@s en las residencias por el protocolo de Ayuso que les impidió la asistencia hospitalaria durante la pandemia, el trato que se les da en algunos de esos centros o la consideración de las personas mayores como improductivas, entre un largo etcétera.

Se admiró su contención, su delicadeza, su clasicismo en el fondo y en la forma deudor del mejor cine japonés. Sus personajes, la evolución que van sufriendo a tenor de las circunstancias durante el metraje. Desde la extraordinaria anciana protagonista, hasta l@s jóvenes partes activas de ese siniestro pacto mortífero.

Hubo quien se sintió interpelada y conmovida al tener esa edad. Quien señaló el retrato de una octogenaria en un trabajo estresante y viviendo en precario. Quien hubiera preferido un mayor desgarro, aunque la escena de las camillas roza lo insoportable visualmente. Pero se valoró que no hiciera pornografía emocional con un tema tan duro, que se prestaba a todos los excesos, y que tal contención era fruto también de las cultura y tradición niponas…

El miércoles, 7 de junio, a nuestra hora habitual de las 19.30, en Casa del Libro Velázquez, más. Será la sesión de fin de curso y de temporada. Debatiremos tres películas del mayor interés sobre el papel. A saber:

La francesa ‘Mi crimen’, de François Ozon. Se estrena este viernes, 5 de mayo. VÉANLA CUANTO ANTES.

La también francesa ‘Dialogando con la vida’, de Christophe Honoré. Se estrena el viernes, 12 de mayo. VÉANLA CUANTO ANTES.

Y la iraní ‘Los osos no existen’, de Jafar Panahi, que entra el viernes, 26 de mayo. VÉANLA CUANTO ANTES.

Gracias a Rubén Margallo, a todo el estupendo equipo de la librería, a María Victoria Segura Raya, a Soledad Granero y a mi hermana Concha Jiménez, por sus magníficas fotos de ambiente y de familia. A Quique Colmena, muy cualificado crítico y querido amigo, que está felizmente de vuelta compartiendo los muchos trabajos de la tertulia e impartiendo lecciones de cine. Y a l@s mejores tertulian@s del mundo mundial por hacernos disfrutar y aprender tanto en cada sesión. GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS.

`La mujer de Tchaikovsky’: Locura de amor

Sobre la mujer real que inspira el personaje central de esta película, Antonina Miliukova (1848-1917) quien esto firma – que ha consultado textos en redes de páginas tales como Wikipedia, PERFIL, el blog de los Cines Renoir y El Confidencial, entre otros – ha podido saber que su familia – muy agresiva y conflictiva, al decir del músico – era de la nobleza moscovita venida a menos.

Que tenía que coser para ganarse la vida. Que conoció al músico cuando ella tenía tan sólo 16 años y él 25 y que se enamoró perdidamente de él como artista desde entonces, hasta el punto de matricularse para estudiar piano en el Conservatorio de Moscú donde él daba clases, pero que no pudo completar su formación por motivos financieros.

Que le escribió apasionadas cartas hasta que él, temiendo que se hiciera pública su orientación sexual, le respondió en 1877, cuando ella ya contaba con 28 años y él 36, para, tras un mínimo trato, proponerle matrimonio y celebrar la boda en el año citado.

Que en esas más de dos décadas transcurridas entre el primer encuentro y el casamiento, no se sabe más de ella. Se convierte, por tanto, en la mujer de… Lamentablemente para ambos, aunque el calvario y el infierno fueron especialmente duros para una Antonina, tan ingenua como sensible y tan mitómana como inocente, que creyó posible cambiar, en función de su entrega incondicional y obsesiva, a un hombre que no amaba, que no deseaba, a las mujeres.

Unas mujeres cuya situación en la Rusia de la época, siglo XIX, que también condenaba la homosexualidad, era prácticamente su inexistencia civil y legal. Que eran, a todos los efectos, representadas por el marido hasta en el pasaporte. Que, precisamente por ello, el vínculo conyugal se convertía en su único destino y, en este caso, en su maldición.

Así que esta unión nunca fue consumada. Así que los lazos fraternales que le había propuesto unilateralmente el compositor se convirtieron pronto en cadenas de las que él huyó a los pocos meses porque, pese a estar reprimido en sus inclinaciones afectivo-eróticas, era libre para hacerlo. Sólo se vieron un par de veces más en encuentros casuales propiciados por la esposa y de los que él huyó aterrado.

Ni siquiera pudieron los amigos de él convencerla, ofreciéndole dinero, para que firmara el divorcio por infidelidad, pese a que tuvo cuatro hijos, que fallecieron en un orfanato terrible, de cuatro hombres distintos. Porque ella progresivamente enloquecida por un amor mal entendido a causa de la subordinación femenina y de las relaciones de poder entre los sexos, no quiso nunca renunciar al vínculo que la unía a él. Algo que le proporcionaba el estatus de mujer del genio. Y pese a todo ello, su final fue el peor.

El guionista y director de cine y teatro ruso, afincado en Alemania por problemas con la justicia en su país, Kirill Serebrennikov, toma partido por ella en esta historia y la convierte en una heroína trágica. Una heroína intensa y alucinada, demente y contumaz, delicada y devota, entregada hasta el delirio y hasta la locura de amor, o de algo parecido al amor.

Y lo hace con claroscuros, con un tratamiento imponente, majestuoso, denso e intenso, casi gótico. Un tratamiento visual hermoso y apabullante, subrayado por la música inmortal, en una biografía transgresora y cualquier cosa menos convencional. El retrato de una mujer y de un matrimonio en las antípodas del que inspiró a Ken Russell en ‘La pasión de vivir’ (‘The music lovers’, 1970).

Pero, para quien esto firma – pese a apreciar estos indiscutibles valores plásticos, estéticos y de puesta en escena tan elegantes y suntuosos – falla un guión que podría haber incidido mucho más en las personalidades tan contrapuestas, especialmente la del personaje central, en el contexto ya citado de un tiempo y un país.

En lugar de eso, prefiere dilatar el metraje innecesariamente, rendirse a las reiteraciones especialmente en la segunda parte y construir un relato disperso, lleno de saltos espacio-temporales que restan y no suman, que confunden y no aclaran en una sucesión de escenas y situaciones sin una coherencia interna.

Coproducción entre Rusia, Francia y Suiza, fechada en 2022, de 143 minutos de metraje. El insatisfactorio guion también lo escribe el propio director. La magnífica fotografía se debe a Vladislav Opelyants y la notable banda sonora, temas inmortales aparte, la firma Daniil Orlov. En su reparto coral destacar a una inmensa Alyona Mikhailova, muy superior al personaje que la representa aquí. Le da la réplica con dignidad y solvencia el estadounidense Odin Lund Biron.

En cualquier caso, hay que verla. Y debatirla como haremos esta tarde, EXCEPCIONALMENTE A LAS 20 HORAS, en Casa del Libro Velázquez, durante nuestra tertulia de cine Luis Casal Pereyra. Que no te cuenten la tertulia, tienes que vivirla. ÚNANSE. Quique Colmena y una servidora estamos deseando verles.