128 minutos de metraje. El guión, basado en una historia gráfica, o manga, de Akimi Yoshida, es del propio realizador Hirokazu Koreeda, cosecha del 62. La hermosa fotografía, de Mikiya Takimoto. La preciosa música, de Yoko Kanno. Obtuvo los Premios a la Mejor Película y Mejor Director de la Academia Japonesa de Cine y el del Público en San Sebastián. Es una de las elegidas para debatir en nuestra próxima tertulia del miércoles, 6 de abril.
Tres jóvenes acuden al funeral de su padre, que las abandonó años atrás. Allí descubren que tienen una hermana pequeña, cuya madre murió a su vez. Así que le proponen irse a vivir con ellas a su casa común, en la preciosa ciudad costera de Kamakura. En la convivencia aprenderán a conocerse, a reconocerse y a asumir que no son responsables de los fallos de sus mayores. Todo eso y mucho más.
Lejos de la desgarradora contundencia que exhibió en la magnífica ‘Nadie sabe’ (2004) y de la intensidad emocional de las notables ‘Still walking’ (2008) y ‘De tal padre, tal hijo'(2013), el cineasta aborda aquí su película más luminosa y optimista. Por tanto, la más arriesgada a juicio de quien esto firma. No hay conflicto que sirva de hilo conductor, pero sí se desarrollan ante nuestros ojos vidas valiosas y complejas con sus trabajos, estudios, amores, interrelaciones y personalidades.
Integradas en un paisaje excepcional, con la naturaleza de telón de fondo – el mar, los cerezos en flor… – pero también – y sobre todo – en los rituales cotidianos en los que las cuatro hermanas disfrutan de sus mutuas compañías, por encima de todo lo demás. La comida, singularmente y, en torno a ella, van tejiendo sus lazos de afecto y comprensión mutuas.
Delicada, sensible y tan oriental como universal. Poético y lírico retrato de cuatro chicas generosas y conmovedoras, con el entorno familiar y vecinal que las rodea, servido por cuatro actrices en estado de gracia. Los personajes, nada tópicos, son tratados -incluso los más secundarios – con un mimo y cariño notables y nunca se les juzga, puesto que se les permite expresarse. El inicio y el final cierran un círculo.
Quien esto firma, no se resiste a añadir que, en estos tiempos airados, insolidarios e individualistas, que tienen su reflejo en el cine, resulta más que reconfortante una historia como esta. Una historia sobre personas, mujeres en especial, que se quieren, se respetan y se preocupan unas por otras. Así que déjense llevar por su poética de lo cotidiano, por su suavidad, sutileza, sabiduría y complejidad narrativas. No lo lamentarán.