Archivo mensual: julio 2016

‘La correspondencia’: Perdona si te llamo amor…

Esta película, que no es la más distinguida de su realizador, no tiene nada que ver con los engendros literario y cinematográfico que perpetraron Federico Moccia en el primer caso y Joaquín Llamas en el segundo. No es eso. Pero sí con la diferencia de edad existente entre las parejas de ambos filmes. Para ser más precisa: en las dos, el hombre es varias décadas mayor que la mujer. Así que las connotaciones paterno-filiales y la reproducción de roles sexistas se imponen en una y en otra.

La dirige el conocido y prestigioso guionista y realizador italiano Giuseppe Tornatore – cosecha del 56, ‘Cinema Paradiso’, ‘La mejor oferta’… -, quien también la escribe. Su excelente fotografía está a cargo de Fabio Zamarion y su hermosa banda sonora es del maestro Ennio Morricone. Narra, en 116 minutos de metraje, la historia de una chica, universitaria y especialista en rodajes de acción peligrosos, con una dolorosa pérdida en su pasado y relacionada con su profesor de astrofísica. Obtuvo el David de Donatello de la Juventud.

Una relación esta que data de seis años atrás y que únicamente en el arranque del filme tendremos ocasión de verla plasmada en un cuerpo a cuerpo. El resto, sin desvelar ningún detalle, se desarrolla a través de la tecnología y en unas curiosas coordenadas espacio-temporales, que desafían la lógica y la credibilidad. Ambos amantes están en dimensiones distintas y hasta ahí puede leerse.

Digámoslo sin ambages. El guión es endeble. La reiteración de las comunicaciones entre los protagonistas se deja sentir y pesan. La delgada línea que separa el romanticismo de la cursilería es muy fina. Los secundarios son penosos. El relato tiene graves inconsistencias de fondo. Pretende ser arrebatadoramente sentimental y se queda corto. Está rodado como un drama romántico de qualité y no llega. Le sobran pretensiones y le falta coherencia.

Desde la mirada violeta de quien esto firma, además, sigue la tónica tan sexista -anteriormente citada- de una relación cronológicamente desigual, en la que los años que tenga el hombre no importan. Y es así porque resultan irresistibles, como en este caso, su magisterio y su experiencia. Por ello, galanes septuagenarios son emparejados con actrices a las que casi triplican en edad. Pero a la inversa sería impensable.

No obstante, ‘La correspondencia’, pese a todo, no carece de ciertos empaque, estilo, dignidad y elegancia, unidas a una impecable factura formal. Jeremy Irons es una presencia que se agradece siempre, pero la excelente Olga Kurylenko es quien lleva el peso de la trama.

Puestas así las cosas, ustedes deciden.

‘Sunset song’: La Ley del Padre

Quien esto firma siente todo el respeto por la singular filmografía del novelista, guionista, actor y cineasta británico, Terence Davies, cosecha del 45. Quien esto firma siente admiración por la elegancia de sus puestas en escena, por su refinamiento plástico y por su contenido crítico en obras como ‘Voces distantes’ o ‘El largo día acaba’, entre otras suyas, como la también notable ‘The deep blue sea’.

Quien esto firma ha estimado tales cualidades en esta película que nos ocupa. La impecable factura, tan clásica como transgresora. El tratamiento cromático y pictórico, de sus imágenes y planos. El paisaje como un protagonista y elemento dramático más. La estilización de la naturaleza. Su grandiosidad. La épica aliada al intimismo. El extraordinario trabajo de Peter Mullan, ese patriarca brutal y feroz.

Pero… considera que le sobra metraje. Que su academicismo opera en su contra.  Que es distante, cuando debiera ser intensa. Que es cuadriculada, lineal y, a menudo, previsible. Se sabe de antemano el tempo de las voces en off, un recurso tan legítimo como peligroso. Que se enroca en sí misma, sin una progresión dramática, pese – o quizás precisamente por ello – a los acontecimientos y los giros del relato. Que carece de la pasión que esta narración pedía a gritos, algo también imputable a la irregular Agyness Deyn, el personaje central.

La historia, adaptación de la novela homónima de Lewis Grassic Gibbon – de 135 minutos de metraje, guión del propio director, con una preciosa fotografía de Michael McDonough y una lírica partitura de Gast Waltzing – sigue a una joven culta e inteligente, inserta en una familia dominada por el terror a la ley tiránica, arbitraria y cruel de dos padres  en una pequeña comunidad rural. Dos padres, a saber, el biológico y el eterno. La religión, aliada al patriarcado, destroza sus vidas y cambia radicalmente su destino.

Davies muestra todo ello en una primera parte, la mejor de la película en opinión de quien esto firma, en la que el hijo más crítico y la esposa  son las víctimas propiciatorias de un hombre lleno de ira y de odio. Maltratador, abusador y violento, es un ser devastador al que se cuestiona, pero cuya estela destructiva pervive en la renuncia de la protagonista a seguir su vocación, en el alejamiento de los hermanos y en el destino fatal de la madre.

Sin embargo, tal carga crítica está diluida con un mensaje mitificado y mixtificador, tan ambiguo, tanto con el progenitor como con el cónyuge y ciertas de sus brutales reacciones. Al final, paradójicamente, salen reforzados. Más sutilmente el primero, muy claramente el segundo. La ley del Padre se ve, irónicamente, respaldada, pese a su antibelicismo.

Pues eso, escrito queda. También que, por todo y pese a todo, debe verse.

 

‘En cartelera’ : Nombres propios

Es sabido que el verano es temporada baja cinematográficamente hablando. La oferta de estrenos lo demuestra cada semana. La de hoy no supone la excepción a tal regla, pero sí nos depara la posibilidad de ver las tres últimas propuestas de dos realizadores y una realizadora, con nombres propios en todos sus matices, y la reposición de la película de otro fechada en 2002.

En esta entrada se reseñarán estas cuatro películas, que son las de temática más presuntamente adulta, comenzando por las que se proyectan en versión original subtitulada en todas o en algunas de sus sesiones.

La primera es la británica ‘Sunset song’ del prestigioso Terence Davies- ‘Voces distantes’, ‘The deep blue sea’… – sobre la novela de Lewis Grassic Gibbons. Descrita como un drama entre épico e intimista, ambientado en los albores de la Gran Guerra, se han valorado su impecable factura y la elegancia de su puesta en escena y se le han reprochado su lentitud y frialdad. Pero es evidente que no hay que perdérsela.

La segunda es la comedia francesa ‘Lolo’, de la actriz Julie Delpy. Da cuenta del complicado romance entre una sofisticada parisina y un friki de la informática, al que se opone frontalmente el hijo de ella. Ha suscitado una intensa división de opiniones, predominando las negativas, pero… se impone comprobarlo.

La tercera es la recuperación de la italiana ‘Black angel’, del veterano Tinto Brass. Un director que no ama a las mujeres y que se ha movido siempre en la delgada línea roja que separa el erotismo presuntamente refinado y la pornografía. Aquí se narra – siguiendo la estela nada menos que del ‘Senso’ viscontiniano – la pasión de la esposa de un ministro fascista por un oficial nazi durante la ocupación de su país. Ustedes mismos-as…

La cuarta, doblada, es su compatriota ‘La correspondencia’, del también reconocido Giuseppe Tornatore. Sobre una joven, atormentada por un suceso del pasado, que encuentra consuelo en su profesor, mucho mayor que ella. Protagonizan Jeremy Irons y Olga Kurylenko. No ha convencido nada, aunque se le puede dar una oportunidad.

 

‘600 millas’: Armas y fronteras

Se diría que Gabriel Ripstein – cosecha del 72, productor y guionista, hijo del prestigioso y clásico realizador mexicano Arturo Ripstein y de la no menos reconocida guionista Paz Alicia Garcíadiego – quiere desmarcarse del arrebatado, intenso y pasional sello fílmico paterno, con esta ópera prima tan peculiarmente contenida, sobria y casi ascética, pero también cruel y brutal. Una ópera prima precedida de respaldos tales como los Premios de Berlín y los Ariel de su país, amén de otras nominaciones.

La historia, mezcla de road movie, thriller social y drama, sigue a un chico muy joven, mexicano, que, con un amigo estadounidense, se dedica a traficar con armas en la frontera entre los dos países, al servicio de las mafias, incluidas las familiares. Por una pirueta del destino, toma como rehén a un policía que lo vigilaba y se ven obligados a emprender juntos un viaje más que peligroso.

La mirada del director, cámara en mano mayoritariamente, da cuenta – sin banda sonora, ni preciosismos en la puesta en escena – sino de forma seca, abrupta y concisa, de una situación delictiva aberrante en la que las fronteras, no solo geográficas, sino morales, son tan patentes como difusas.

En la que ambos lados de una ley, que es papel mojado por el culto a los artefactos más mortíferos de todos los tamaños y modelos, – ¡¡¡ esas grandes superficies tan siniestras, con todas las ofertas de máquinas de matar, coronadas por las cabezas de dos hermosos ciervos!!! – son cómplices y verdugos de un estado de cosas tan inquietante.

Esto está ejemplificado en la relación entre el chico delincuente y el policía. Más que de colegas, paterno-filial, aunque parta inicialmente de una situación desigual. Las tornas cambian y Ripstein nos muestra la cara más inesperada de uno y otro. La de la vulnerabilidad y la del cinismo. Magníficos arranque y final, por cierto. Quédense hasta el último de los títulos de crédito.

85 minutos de metraje. Escrita por el propio cineasta e Issa López. Muy bien fotografiada por Alain Marcoen y magníficamente interpretada por Tim Roth y Krystian Ferrer.

No es una obra redonda. Le falta tensión, le sobran morosidad y ciertos tiempos muertos. El guión no siempre es sólido y los diálogos resultan ininteligibles, al borde del subtitulado. Pero, por sus muchos valores y pese a sus imperfecciones, es la mirada de un hombre de cine a seguir y no deberían perdérsela.

 

‘Premonición’: Visto lo visto…

Quien esto firma, hizo una suerte de crítica exprés de esta película en la página de Facebook de Sevilla Cinéfila, intentando disuadir a aquellas personas que pretendieran ir a verla. Pero, naturalmente, era solo su opinión. Está claro de que son libres de comprobarlo por sí mismos-as.

No obstante, y pese a ello, ha decidido escribir una entrada más «ortodoxa» en estas páginas. Aunque el mensaje siga siendo idéntico con respecto a sus nulos valores fílmicos.

Estamos ante una producción estadounidense de 101 minutos de duración. Su realizador es el brasileño Alfonso Poyart, cosecha del 79. La escritura, por llamarla de alguna manera…, la perpetran Sean Bailey y Ted Griffin. La ampulosa fotografía es de Brendan Galvin y la banda sonora, igualmente efectista y altisonante la firma BT.

La historia, un presunto thriller con toques fantásticos, en el que un vidente colabora con el FBI para atrapar a un asesino en serie con superiores poderes psíquicos, tiene un tratamiento radicalmente erróneo. En lugar de atender a las posibilidades del relato, enriqueciéndolo con las claves de ambos géneros, el director y su equipo lo utilizan exclusivamente como un vehículo de lucimiento ‘autoral’, permitiéndose todos los excesos de fondo y forma.

Excesos visuales y carencias narrativas. Una puesta en escena absurda, grandilocuente, efectista y aparatosa que devora a un guión endeble, raquítico y lleno de agujeros. Vacía de contenido en el  fondo y en la forma, no atiende ni al ritmo – que resulta tedioso de puro inane y banal -, ni a los personajes – carentes de entidad -, ni a una mínima coherencia argumental. Inflada y pretenciosa, no transmite emoción, ni tensión alguna.

El reparto, lastrado por tales grotescos disparates, se ve muy perjudicado. Anthony Hopkins nunca ha estado peor. De Colin Farrell, ni hablamos. Ni Abbie Cornish, ni Jeffrey Dean Morgan, pueden salvarse de la quema.

¿Para qué seguir…?. Visto lo visto, ahórrensela.

 

‘En cartelera’: Masculino plural

De entre las películas que se estrenan hoy – de temática adulta y que se proyectarán en versión original en todas o en algunas de sus sesiones- destacamos cuatro. En todas, pese a sus diferencias argumentales, genéricas, de estilo y narrativas, está el denominador común de un protagonismo masculino casi absoluto.

La primera es la coproducción entre México y Estados Unidos, ‘600 millas’, ópera prima de Gabriel Ripstein, hijo del prestigioso realizador Arturo Ripstein y de la no menos reconocida guionista Paz Alicia Garciadiego. La historia sigue a dos hombres, de edades y características muy diferentes, situados en lados opuestos de la ley, que se ven forzados a viajar y a sobrevivir juntos a y en un lugar fronterizo y muy peligroso, relacionado con el tráfico de armas. La preceden numerosos premios y, aunque la crítica la ha recibido con división de opiniones, debe verse.

La segunda es la norteamericana ‘Premonición’, de Alfonso Poyart. Un thriller de misterio, en el que un vidente se une al FBI para detener a un asesino en serie. Acabo de verla y ni se les ocurra hacerlo a ustedes. Me lo agradecerán.  Protagonizan Anthony Hopkins y Colin Farrell.

La tercera es la también coproducción entre Finlandia, Estonia y Alemania, ‘La clase de esgrima’, de Klaus Härö. Un drama, ambientado en los años 50, en el que un profesor de esgrima se enfrenta a una dura disyuntiva mientras es perseguido por la policía secreta rusa. Ha gustado y no hay que perdérsela.

Y la cuarta es la radical, transgresora, hermosa y de visión obligada francesa ‘Théo y Hugo. París, 5.59’, de Olivier Ducastel y Jacques Martineau. Vista hace un mes en nuestra ciudad en un ciclo sobre el Orgullo LGTB, organizado conjuntamente por el Colectivo Defrente, la Fundación Triángulo y el Festival de Cine Europeo de Sevilla.

Narra dos horas de una noche intensa e inesperada de dos hombres jóvenes que se conocen en un club gay. En dicha sesión solo la vimos diez personas, la crítica la tienen en este blog y no deben permitir que se les escape.

‘Money Monster’: El medio es el mensaje

En el excelente artículo («La mujer que dirigió a los directores«), cuya lectura recomiendo, que Mónica Zas Marcos dedica en eldiario.es, a Jodie Foster  – cosecha del 62, actriz y realizadora, firmante de ‘Money Monster’ – puede leerse que «la primera regla para trabajar con ella es que todos los personajes femeninos deben ser el motor de la trama«.

Y aún más : «Son mujeres que no necesitan a un hombre que las rescate; mujeres cuya fuerza es inseparable de los muros que han construido alrededor de sí mismas» Hay dos mujeres así en esta película. Son «los motores de la trama». Una como protagonista y otra como secundaria. Detrás de ambas, dos hombres en las mismas categorías, y aparentemente en primer plano. Entre ellas y ellos, otro varón desesperado que desencadena la acción.

Producción estadounidense de 100 minutos de metraje. Firman su guión Alan DiFiore, Jim Kouf y Jamie Linden, sobre una historia de los dos primeros. La excelente fotografía es de Matthew Libatique. Su no menos ajustada partitura, de Dominic Lewis.

Bascula entre el thriller, el drama y la crítica a un capitalismo salvaje y especulativo, con feudo principal en Wall Street. Desde el púlpito televisivo, un famoso presentador se permite aconsejar inversiones pero… la ruina de un joven en una de ellas, aparentemente una apuesta segura, precipitará consecuencias indeseadas para el protagonista, para su equipo, para los ejecutivos de la empresa y para gran parte de la metrópolis neoyorquina.

Foster maneja con elegancia, buen ritmo, impecable factura, habilidad, inteligencia y excelentes diálogos todos los planos narrativos. Desde los más sutiles a los más obvios. Desde los más intimistas, en los interiores del estudio, hasta los más espectaculares en exteriores. Comercial y más que digna, dirigida a un amplio espectro de público, pero con una clara vocación crítica y de denuncia.

Su mirada se posa, lúcida, irónica y potente, sobre ese turbio y corrupto microcosmos mediático y financiero, en el que se adora al becerro de oro y que no asume ninguna consecuencia. Hasta que la desesperación de quien lo ha perdido todo hace tambalearse sus cimientos. Pero es lo suficientemente honesta para mostrar la parte de responsabilidad de la víctima en su propia ruina.

Los caracteres femeninos son los ejes de la acción. Tienen una importancia fundamental en el relato. Más inteligentes, eficaces y brillantes que sus homólogos masculinos, que son vistos a través de sus ojos con todas sus contradicciones y miserias. Resolutivas, ingeniosas y audaces, especialmente en el caso del personaje que borda Julia Roberts, todo un regalo. Como el menor, aunque clave, de Caitriona Balfe. En cuanto a los chicos, también ClooneyJack O´Connell y Dominic West funcionan perfectamente.

Puestas así las cosas, yo que ustedes no me la perdería.

6 años de Sevilla Cinéfila: Mi alter ego y yo…

Desde hace seis años, que se cumplen hoy, quien esto firma convive estrechamente -además de con dos gatas y un gato; Petite, Epi, Lolita y Pedrito, siempre en el recuerdo y en el corazón – con un blog al que dedica  gran parte de su tiempo. Un blog de cine y cultura, creado por su hija Vita Lirola, que le ha deparado grandes satisfacciones, dos premios y una cierta pérdida de identidad.

El blog y su responsable se confunden. Y casi siempre gana él. Porque si es invitada a algún evento, o incluso en las promociones de las tertulias de La Casa del Libro que coordina,  se la nombra preferentemente como Sevilla Cinéfila. Lo mismo que en las felices citas anuales de los Oscar en la emisora del Sevilla Fútbol Club, amén de otras actividades.

Twitter está a su nombre.También tiene página en Facebook. Lo mismo ocurre con determinadas acreditaciones y pases. La única ‘revancha’ posible de esta firmante es conferirle toques personales e intransferibles como reseñas dedicadas y registro de eventos felices y-o dramáticos asociados a su biografía, causas y compromisos. Dotarle de una voz peculiar y propia, lo ha dicho ya en otra ocasión, aprovechando la libertad que le da el formato y sin excluir un cierto rigor.

Porque, en el fondo, quien esto suscribe se siente encantada de esta duplicidad. Una duplicidad que le permite, si cabe, mayores autonomía y anonimato. Mayor independencia. Y no menoscaba, en absoluto, sus señas de identidad más privadas. Al contrario. Es un aliado, un amigo, un cómplice, casi un confidente, en y con el que ella se expresa, pero respetando siempre unas líneas rojas.

Gracias de nuevo, Vita Lirola, por este regalo tan valioso. Un regalo de no cumpleaños, tres días antes del aniversario de esta bloguera. Como el que celebraron su adorada Alicia, el Conejo Blanco, el Sombrerero Loco, el gato de Cheshire, el Lirón, y la Liebre de Marzo en el añorado País de las Maravillas.

‘Un amor de verano’: La mitad del cielo, la mitad del mundo…

«Las mujeres sostienen la mitad del cielo, porque con la otra mano sostienen la mitad del mundo», reza la conocida frase de Mao Tse Tung. Pero lo cierto es que ni el uno, ni el otro, les pertenecen. Y a fe que llevan siglos luchando por ocupar su lugar en ellos. Esta película da cuenta de estas batallas, en los años 70, en Francia.

Y también de un romance surgido entre dos de ellas, de personalidades y ambientes muy distintos, en ‘una bella estación’ o una hermosa temporada, título real de esta película francesa que nos ocupa y no el cursi  y tópico ‘Un amor de verano’.

La dirige Catherine Corsini. Tiene 105 minutos de metraje. Su guión lo escriben la propia realizadora y Laurette Polmanss. Grégoire Hetzel firma su sensible y expresiva banda sonora y Jeanne Lapoirie, su hermosa fotografía. Cécile de France y Izïa Higelin, dan vida, con sus talentos y química mutuas, a las protagonistas.

La mirada de Corsini sobre sus criaturas fílmicas, sobre sus afinidades y diferencias irreconciliables y sobre la época que les toca vivir es lúcida, sabia y compleja. Tiene una primera parte muy vibrante y prometedora, en la que la intensidad de la conciencia y el activismo feministas corre en paralelo con el nacimiento de la pasión y el deseo irreprimibles de ambos personajes. Sabe a poco…

La segunda impone la realidad en la que se miden las dos mujeres en el cerrado y hostil entorno familiar de una de ellas. Más intimista y menos brillante, pero igualmente necesaria. Porque «lo personal es lo político» y las relaciones afectivo eróticas de Carole y Delphine están marcadas por el contexto social en el que se integran. Especialmente en el rural en contraposición al urbano, mucho más  abierto y permisivo.

Habitada a la vez por la esperanza y la melancolía. Por el compromiso y su adecuación a la cotidianidad. Por la fuerza arrolladora de las emociones y por la asunción de los límites propios y ajenos. Por el fulgor del descubrimiento y por la honestidad de su conclusión. Lírica, tierna, reveladora y amante de las mujeres. No se la pierdan.

‘Una mirada documental’: Recordatorio urgente

Mañana, lunes, 4 de julio, a las 20 horas en la FNAC sevillana, Avda de la Constitución, se clausurará el curso del excelente ciclo ‘Una mirada documental’, que dirige con eficiencia el crítico y amigo, Miguel Olid Suero.

Se proyectará ‘Línea de meta’, un documental con trasfondo social, estrenado en el cine Avenida y que acaba de editarse en DVD. Su realizadora, Paola García Costa, lo presentará y debatirá con el público asistente.

La historia sigue a Josele, un padre coraje que corre maratones nacionales e internacionales, empujando el carro de su hija María aquejada del síndrome Rett. Su objetivo, cruzar la línea de meta y dar a conocer este mal y otras enfermedades raras que aquejan a muchos-as niños-as sin cura, ni tratamientos efectivos, por la indiferencia de multinacionales farmacéuticas y de gobiernos que no las consideran ‘rentables’ para el sistema.

Como ven, del máximo interés. No pueden perderse esta sesión.