Archivo mensual: agosto 2016

’10 años y divorciada’: Inocencia interrumpida

Según la imprescindible página Wikipedia, consultada por quien esto firma, Khadija Al-Salami – cosecha del 66, escritora, productora y realizadora yemení, responsable de esta película – tuvo en su infancia una experiencia tan atroz como la de su protagonista. Forzada por su tío a casarse, con tan solo 11 años,  fue violentada por su marido. Se rebeló contra su suerte, pese a su corta edad, y tras mucho esfuerzo, consiguió escapar a su destino trabajando y estudiando al mismo tiempo. Primero en Estados Unidos y luego en la capital francesa, donde ostenta el cargo de Directora del Centro de Información de la Embajada de su país.

Pero aún hay más. La historia que relata ’10 años y divorciada’ – sobre una niña de esta edad obligada por su padre a casarse con un hombre de 30, que la fuerza y  maltrata, y que se rebela y apela a la justicia – está basada en un libro autobiográfico de Nujood Ali, cosecha del 98, una de las figuras centrales del movimiento yemení contra el matrimonio forzoso de menores.

Después de todo esto, ¿qué más puede añadirse?. Pues que no es un filme perfecto, ni redondo, pero sí valiente, relevante y valioso. Que puede que tenga cierta tosquedad en su realización, que se note que sus actores y actrices no son profesionales – aunque la niña Reham Mohammed esté llena de fuerza y carisma, como su hermana Rana, que la interpreta siendo más pequeña -, que tiene un eje central de denuncia y de tesis, que su mensaje es superior a su puesta en escena. Sí, pero…

No incurre en el maniqueísmo, especialmente en lo que concierne al juicio. Posee ternura y humor, tanto como desgarro en el retrato de esta heroína y su ambiente tribal, en las relaciones familiares y con las de su brutal esposo y su cómplice suegra. En su vivencias, amistades y juegos infantiles, por encima de las odiosas presiones adultas. E incluso hasta generosa con los patriarcas, empezando por el progenitor, que la condujeron – inocente e indefensa, pero determinada y enérgica – hasta el infierno conyugal.

Fechada en 2014. 96 minutos de metraje. El guión se debe a la directora, sobre la obra citada. La música es de Thierry David y la fotografía, de Victor Credi.

Miles de niñas perecen como consecuencia de torturas y violaciones en el seno de matrimonios de conveniencia que arreglan los varones. Y aunque esa ley detestable que los permite, prohíbe que se consumen hasta que estén desarrolladas, los maridos con poder absoluto la incumplen. Hasta que una de ellas, una pequeña gran heroína, desafió las reglas y se atrevió a reclamar justicia.

Por ella, por ellas, véanla.

‘Cafe Society’: Demasiadas cuerdas para un solo violín

Diríase, al ver esta su última propuesta, que el octogenario cineasta neoyorquino tiene una compulsión de primerizo por contar demasiadas cosas. Por pulsar demasiadas teclas. Hay varias películas posibles dentro de esta desconcertante ‘Café Society’. Y luego está la omnipresente voz en off – la del propio realizador, presumiblemente – otro elemento que, si no se integra narrativamente en su justa medida, sobra. Tal cosa sucede aquí en la mayor parte del metraje.

Quien esto firma, ha comenzado así esta crítica, de forma atípica, y quiere continuarla de esa manera por la libertad que le confiere el formato, aún sin renunciar a ciertos e insoslayables datos de su ficha técnica. Como que tiene 96 minutos de duración. Como que su insatisfactorio guión lo firma, marca de la casa, el propio Allen. Como que su preciosa fotografía está nada menos que a cargo del maestro Vittorio Storaro. Como que su banda sonora es otro acierto, también marca de la casa. En su reparto, tan coral como con claros protagonistas, entraremos luego.

Esta historia, en dos lugares tan míticos y paradigmáticos como Hollywood y Nueva York – ambientada en una época tan dorada como feroz, los años 30- posee muchas líneas narrativas. La central es un romance triangular. Alrededor de él y de sus  entornos citados, legendarios, sofisticados y crueles, se tejen relatos familiares, profesionales, domésticos, conyugales, religiosos, de bajos fondos, de ascensos y caídas… Demasiadas cuerdas para un solo violín.

Eso provoca que la narración y el ritmo se dispersen, se solapen, se atropellen y pierdan intensidad, carga crítica, fuerza y emoción. Porque nos saben a poco determinados personajes y quisiéramos conocer más sobre ellos-as. Como es el caso de la desternillante familia del protagonista. O como del de Blake Lively, tan desaprovechada. O el de la invisible esposa del productor. O… Por cierto, otra vez el desequilibrio cronológico en las relaciones hombre-mujer. Nada creíble ese enamoramiento y no digo más, por no incurrir en spoiler.

Pese a todo ello, ‘Café Society’ no está, para nada, desprovista de encanto, de cierto lirismo y de una sugerente nostalgia. De observaciones sobre faunas y ambientes más que reveladoras. De sutileza. De fina ironía. De inteligencia. De diálogos brillantes y sentido del humor. De un retrato de una pareja con química, a quienes componen muy bien Jesse Eisenberg y Kristen Stewart, que se encuentra demasiado pronto y demasiado tarde. De la ingenuidad y de la pérdida de inocencia. Del judaísmo, inevitablemente. De presencias tan estimables como las de Parker Posey. De un buen final.

¡¡¡Y, qué caramba!!!. Un Woody Allen menor, sí. Pero con sus señas de identidad. De todas, todas, debe verse.

‘En cartelera’: Woody inaugura la temporada

Aunque aún faltan algunas semanas para el comienzo oficial del otoño, el contar con un estreno de Woody Allen resulta paradigmático. En efecto, muchas de sus películas lo han hecho en estas fechas. Sin duda, ‘Café Society’ es la estrella de la nueva cartelera que se inaugura mañana. Y además puede verse en versión original subtitulada, en todas o en algunas sesiones y días, dependiendo del local en el que se exhiba.

Ambientada en los años 30, retrata el Hollywood de la época dorada a través de una historia de amor no correspondida. Entre el drama y la comedia, la ironía y la nostalgia, ha suscitado una intensa división de opiniones, pero es evidente que hay que verla. En su atractivo y coral reparto están Steve Carrell, Jesse Eisenberg, Kristen Stewart, Blake Lively o Parker Posey.

La segunda de las que se proyectan en su lengua materna es la yemení, fechada hace dos años, ’10 años y divorciada’, de la realizadora de ese país Khadija Al-Salami. Una denuncia de los matrimonios infantiles a través de la pequeña protagonista. Contraste de pareceres, pero no hay que perdérsela.

La tercera es la estadounidense ‘Elvis & Nixon’, de Liza Johnson. Versión libre de la entrevista que sostuvieron el cantante y el presidente en la Casa Blanca el 21 de diciembre de 1970. Comedia satírica que ha cosechado críticas irregulares, pero que no hay que obviar de ninguna manera. Protagonizan Michael Shannon y Kevin Spacey.

La cuarta es su compatriota ‘Experimenter: La historia de Stanley Milgram’, de Michael Almereyda. Basada igualmente en un personaje y en hechos reales, acerca de unos polémicos y controvertidos experimentos, sobre la obediencia a la autoridad, que llevó a cabo el protagonista en la Universidad de Yale. Ha gustado en general y hay que verla. Con Peter Sarsgaard y Winona Ryder.

La quinta, ya en nuestro idioma, es la costarricense ‘Viaje’, de Paz Fabrega. Un chico y una chica, que no creen en compromisos, ni ataduras, entre los que surge la pasión y un viaje compartido que resulta revelador. Rodada en blanco y negro, con un presupuesto escaso, viene precedida de buenas referencias y su visión es obligada.

Para terminar, la española ‘Cuerpo de élite’, de Joaquín Mazón. Sobre una disparatada unidad a la que se refiere el título, a la caza de un terrorista y de una bomba oculta en Palomares. Reseñas dispares, pero se le puede dar una oportunidad. En su reparto, Carlos Areces y María León.

Así pues, Allen y tres directoras… Ya hemos comentado que la nueva temporada la anuncia el neoyorquino, pero el verano sigue siendo de las mujeres.

‘Los caballeros blancos’: Las mejores intenciones

Esta película se basa en la libre interpretación de un hecho real que afectó, en 2007, a una ONG francesa llamada ‘El Arca de Zoé’, cuyos miembros fueron detenidos al intentar sacar ilegalmente del Chad a más de un centenar de niños-as, que iban a ser adoptados-as en Europa, previo pago de los futuros progenitores. Menores de los que se aseguraba su orfandad , para que nadie pudiera reclamarles, y el contar con un máximo de cinco años para una adaptación óptima en su país de acogida.

El belga Joachim Lafosse, cosecha del 75, autor de la notable ‘Perder la razón’, ha adaptado esta historia, fechada en 2015 y de 115 minutos de metraje, contando con un guión muy solvente de Zélia Abadie y Bulle Decarpentries, con una magníficas imágenes de Jean-François Hensgens y con las interpretaciones sobresalientes de, sobre todo, Vincent Lindon, Louise Bourgoin y Valérie Donzelli. No hay más banda sonora que los diálogos, los sonidos ambientales y las canciones que se entonan. Obtuvo la Concha de Plata en el pasado Festival de San Sebastián.

La mirada del realizador es casi documental, casi entomológica, mostrándonos la llegada del grupo; el campamento; la relación con los nativos; los intermediarios; los jefes de los poblados; su día a día; su logística; sus interrelaciones; sus acuerdos, desacuerdos y conflictos internos y externos.

Todo ello integrado en un paisaje bélico, devastado y paupérrimo, en los que los límites éticos y morales de la acción humanitaria son difusos. Pero también la corrupción, los engaños y abusos de las víctimas y cómplices de un lamentable estado de cosas.

Y, en medio de todo este caos, más o menos organizado, más o menos sujeto a la improvisación, los-as niños-as. El eslabón más débil de esta cadena, cuyas vidas y futuros dependen de las transacciones, chantajes, presiones y sobornos varios de gentes adultas algunas de las cuales, supuestamente, actúan animadas de las mejores intenciones.

Y estas ambigüedades, estas incómodas ambivalencias de signo político, colonialista, de solidaridad y de justicia, con sus oscuros reversos nos son mostradas aquí sin trampas míticas, ni épicas, ni sentimentales. Lo que no implica que, dentro de su distanciamiento, o quizás precisamente por ello, tenga momentos profundamente emotivos.

Quien esto firma, la encontró dura, difícil, valiente, poderosa, compleja, sensible, inteligente y enormemente honesta en su fondo y en su forma. En su narrativa y en su tratamiento. Y no puede más que recomendarles que no se la pierdan.

‘Hello, my name is Doris’: Las desgracias de la edad

Toscamente traducida, hay una clarividente frase de Voltaire particularmente indicada para el tema de esta película que, con algo de retraso, nos ocupa: «Quien no tiene el talento de su edad, tiene toda la desgracia de su edad». Porque, tanto a nivel cinematográfico como en el de la llamada vida real, la desgracias de la edad, en el terreno amoroso, se ceban con las mujeres. Nunca con los hombres y a este asunto ya nos hemos referido en otra entrada.

En ‘Hello, my name is Doris’, título que absurdamente no se ha traducido al castellano, una sexagenaria se siente motivada – tras un seminario de autoayuda – para perseguir, con un interés romántico, a un nuevo, joven y atractivo jefe de su oficina que podría ser su hijo. Para ello, utilizará toda la artillería pesada, redes sociales incluidas.

Es curioso que gran parte de la crítica, mayoritariamente masculina y con todos los respetos por sus opiniones, haya saludado a esta propuesta fílmica con bastante complacencia. La han considerado lúcida, emocionante e incisiva. Quien esto firma, por el contrario, discrepa de tales argumentos. El tratamiento paternalista, condescendiente aunque aparentemente cariñoso y rozando lo grotesco, de su personaje central la invalida desde su punto de vista.

Porque solo el enorme talento de Sally Field insufla vida y libera, si bien que parcialmente, del patetismo a una protagonista en minoría de edad mental, emocional y de estilo indumentario e imagen extravagantes, por decirlo con suavidad. Que además padece el Síndrome de Diógenes y, horror de horrores, tiene un gato. En varias películas de este verano, se ha hecho una despectiva y misógina alusión a las mujeres mayores que conviven con estos fascinantes e incomprendidos animales. Más que harta…

Sostienen voces cualificadas que su mirada es crítica con el mundo laboral. Para quien esto escribe es más bien superficial, esquemática y, de nuevo, sexista por el odioso retrato de la jefa. Y así podríamos seguir. Algunos de sus datos técnicos son 95’de metraje; que está fechada en el 2015; que el guión lo firman conjuntamente su realizador, Michael Showalter y Laura Terruso ; que su fotografía se debe a  Brian Burgoyne y su  banda sonora a Brian H Kim; que posee una buena factura y tiene ciertos momentos divertidos.

En fin. Las desgracias de la edad ejemplificadas en una protagonista que debería haber sido encarnada, a nivel de personalidad, por una secundaria arrolladora, Tyne Daly, la amiga y cómplice. La pelota, en sus tejados.

En cartelera: Luces y sombras

De la nueva oferta de estrenos de la cartelera que se renueva hoy, destacamos cuatro películas. Dos en versión original en todas sus sesiones, una doblada y otra española. La mitad de ellas realizadas por mujeres. Y en cuanto a géneros, dos dramas, un thriller y una de terror.

La primera es la franco-belga ‘Los caballeros blancos’, de Joachim Lafosse, también realizador de la notable ‘Perder la razón’. Basada en el caso real de un escándalo protagonizado por una ONG que, supuestamente, debía atender a menores africanos. Con Vincent Lindon y Louise Bourgoin, en los principales papeles. Ha gustado mucho y se impone verla.

La segunda es la coproducción entre India, Reino Unido y USA, ‘La estación de las mujeres’, de la realizadora hindú Leena Yadav. Sobre cuatro mujeres que se enfrentan con valentía a los hombres y a las costumbres y leyes que las oprimen. Muy buenas referencias y no hay que perdérsela.

La tercera es la estadounidense de terror ‘Nunca apagues la luz’, de David F Sandberg, adaptación al largometraje de un corto del propio director. Como su título indica, la protagonista debe enfrentarse a una inquietante criatura que solo se manifiesta en la oscuridad. Reseñas muy contrastadas, predominando las negativas, pero aún así…

Y la cuarta es el thriller de nuestro país ‘Secuestro’, de Mar Targarona. Una abogada cuyo hijo es raptado, aunque vuelve y reconoce al captor que, por falta de pruebas contundentes, queda libre. Entonces, la madre toma una decisión de consecuencias irreversibles. En su reparto, Blanca Portillo, José Coronado, Antonio Dechent y Macarena Gómez. Intensos contrastes de pareceres, aunque habrá que comprobarlo.

 

‘El caso Fischer’: Tableros

El enfrentamiento por el campeonato del mundo de ajedrez entre Bobby Fischer, el titular norteamericano, y Boris Spassky, el soviético, en 1972, en Islandia, no solo fue un acontecimiento deportivo de primer orden, sino toda una confrontación política en sí misma. Tuvo lugar en plena Guerra Fría entre ambos países y había mucho en juego.

Esta película da cuenta de tal acontecimiento, con los preliminares de los comienzos y la formación en dicho deporte del estadounidense siendo niño y adolescente, a la vez que va mostrando su difícil y compleja personalidad.

La firma el guionista, productor y realizador Edward Zwick, cosecha del 52. Tiene 114 minutos de metraje. Su escritura se debe a Steven Knight. La excelente fotografía es de Bradford Young y la vibrante banda sonora, de James Newton Howard.

Pongamos las fichas críticas sobre sobre los tableros políticos, deportivos y fílmicos. Zwick  ha apostado por una biografía nada convencional y lo ha logrado a medias. Desde quien esto firma, la segunda parte es mucho mejor que la primera. Pero también es cierto que tiene un guión sólido, que está bien narrada, que su factura es brillante y que usa los iconos de una época – aparentemente dorada, pero, en realidad, tan cruel… – para insertar al protagonista en su contexto histórico. Es legítimo, aunque podría haberse atrevido más.

Funciona como una película comercial digna y arriesga con la jugada de un retrato nada amable del personaje central – un prodigioso Tobey Maguire – tan genial como insoportable, tan lleno de talento como asocial, tan tiránico como arbitrario, tan brillante como desequilibrado. Antisemita, pese a ser judío, paranoide, fuertemente conservador y emocionalmente inestable. Con el agravio comparativo permanente del trato dado por la organización a sus rivales políticos y deportivos y una extremada sensibilidad auditiva, rozando casi la alucinación.

Quien esto firma, no sabe jugar al ajedrez y desconoce sus reglas. Aún así, encontró absorbente tanto la partida definitiva, como sus preludios . El realizador sabe implicarte con ese hombre tan genial como torturado. Te hace sentir lo que él percibe, pero nunca alienta la empatía con su comportamiento errático. Si acaso, el asombro y la inquietud, casi con las claves de un thriller.

Y cuenta con buenos secundarios-as. Especialmente con quienes interpretan a esos dos hombres, el religioso y el seglar, que le cuidan, le apoyan y le sufren. Magníficos Peter Sarsgaard y Michael Stulhbarg. A Liev Schreiber no se le dan demasiadas oportunidades de manifestarse. Ese es uno de los reproches. De acuerdo con que el filme está centrado en Fischer, pero habría sido muy interesante mostrar algunos rasgos de la personalidad del ruso, aquí un espejo irónico e inexpresivo donde se refleja su desquiciado competidor. Aunque su bello gesto final le haga digno y cercano.

Otro pero es en lo tocante a las mujeres. Tanto la madre como la hermana del protagonista fueron brillantes e inteligentes y aquí son apenas sombras, reducidas a meros esquemas. Y sobra absolutamente la chica prostituida con la que él se inicia. Sexista hasta decir basta.

Pero… con sus luces y sus sombras, hay que verla.

‘En cartelera’: Juegos, fantasmas, violines y redes

Quien esto firma, pide disculpas por haberse ‘saltado’ esta sección, o escribirla con retraso, en estas dos pasadas semanas. El cuidado intensivo de una de sus gatas, a nivel de clínica veterinaria y en casa, no le ha dejado más tiempo que para pergeñar algunas críticas.

Subsanado queda, aún con dos días de demora, con estas líneas. Así que comenzamos la reseña de la nueva oferta de películas de estreno, como es habitual, por las que se proyectan – en todas o en algunas sesiones – en versión original subtitulada. Son cuatro, pues la firmante ha tenido la desdicha de padecer una de ellas, la quinta en cuestión, y prefiere ni mencionarla…

La primera es la estadounidense ‘El caso Fischer’, de Edward Zwick . Sobre el legendario y mítico enfrentamiento, en 1972 y en plena Guerra Fría, por el campeonato del mundo entre los campeones nacionales de USA, Bobby Fischer y de Rusia, Boris Spassky. División de opiniones, predominando las positivas y unanimidad en la interpretación de Tobey Maguire. Hay que verla.

La segunda es la brasileña ‘El profesor de violín’, de Sergio Machado. Inspirada en una historia real cuyo protagonista fue un violinista de talento que, tras ser rechazado por la Sinfónica de su país, comienza a dar clases en una zona de favelas de Sao Paulo en los años 90. Contraste de pareceres, pero se ha destacado que huye de los tópicos del género tanto como del sentimentalismo facilón. Debe verse.

La tercera es la también norteamericana ‘Nerve’, de Henry Joost y Ariel Schulman. Sobre las manipulaciones de un juego de rol por internet, que experimenta una joven estudiante. Ha gustado, en general, con ciertas salvedades y no hay que obviarla.

La cuarta es su compatriota ‘Cazafantasmas’,  de Paul Feig. Rotundamente comercial, sí, pero es una suerte de precuela de la original, con cuatro mujeres protagonistas. Cuatro mujeres entre las que están Melissa McCarthy y Kristen Wiig. Contraste de pareceres, pero… se le puede dar una oportunidad.

Para terminar, la coproducción hispano-argentina ‘Al final del túnel’, de Rodrigo Grande. Un curioso thriller en el que un hombre en silla de ruedas, una mujer y su hija tratan de evitar un atraco que pretende hacerse a través de un túnel, que pasa bajo la casa del primero. Ha gustado y no hay que perdérsela. Protagonizan Leonardo Sbaraglia, Clara Lago, Pablo Echarri y Federico Luppi.

‘Regreso a casa’: Lo personal es político

Escribiendo estas líneas ahora mismo, quien esto firma acaba de enterarse, vía twitter, de la coincidencia del título de esta crítica con un artículo de Sara Mateos para eldiario.es, publicado hace ahora un año. Corresponde a una lúcida y certera frase, que se convirtió en una reivindicación del Movimiento, de la feminista Carol Hanisch en uno de sus escritos de 1969. Aún con un tema radicalmente distinto, sirve muy bien para reseñar este relato.

Una narración de 111 minutos de metraje, que está fechada en 2014. La dirige el prestigioso cineasta chino Zhang Yimou , cosecha del 51, con títulos como’Sorgo rojo’, ‘Vivir’, o ‘La linterna roja’, en su haber. Su eficiente guión lo firma Zhou Jingzhi, sobre la novela de Yan Geling. Su espléndida fotografía se debe a Zhao Xiaoding y su bella partitura a Chen Qijang.

Sigue a una pareja de profesores, con una hija, cuyas vidas pagan un enorme precio por el encarcelamiento del marido y progenitor durante la Revolución Cultural. Luego de un intento de fuga y a su vuelta, décadas después, la mujer – aquejada de una amnesia psicológica y selectiva – no le reconocerá, ni le aceptará en su hogar. Así que el regreso a casa no dejará de ser más que irónico.

Yimou sigue analizando la historia de su país desde diferentes épocas y perspectivas. En este caso, su enfoque de un feroz totalitarismo, con ideales asumibles y prácticas detestables, afecta sobre todo a la esfera privada de los tres protagonistas principales.

Pero también lo retrata en escenas épicas y sobrecogedoras, magistralmente filmadas. Así, el ya mencionado intento de fuga, las de las distintas esperas en la estación o, a un nivel más cotidiano, el ensayo del baile de la niña en una escuela en la que es injustamente marcada por ser hija de un «traidor».

Ha sido muy valiente al darle un tono tan triste, poético y sentimental a la relación de estos cónyuges en permanente desencuentro, tan delicado y conmovedor. O las duras aristas de los vínculos madre-hija y la complicidad inesperada entre la joven y su padre. E igualmente lúcido para mostrar, a través de ellas, las miserias morales, inducidas más que voluntarias y conscientes, y los abusos de poder. Y los ardides de una memoria tan selectiva, como empecinada. Memoria subjetiva, Memoria Histórica. Lo personal es político.

Ya se ha mencionado su impecable factura. Su puesta en escena tan grandiosa como sutil y, pese a desarrollarse casi todo el metraje en espacios pequeños, nunca estática, ni teatral. Sus tonalidades grises y plomizas, acordes con los tiempos oscuros que narra. Su reparto… ¡¡¡qué trío de ases!!!. La chica Zhang Huiwen, tan confusa y torturada. Mención especial para la exquisita y admirable Gong Li, una mujer tan fuerte, íntegra y leal. Y para el excelente Chen Daoming, encarnando a uno de los más nobles y dignos personajes masculinos vistos en los últimos tiempos.

Hermosa, lírica, valiente, honesta, valiosa y emocionante. Bajo ningún concepto deberían perdérsela.

 

 

 

‘El verano de May’: Antes de la boda

La cineasta Cherien Dabis  es una mezcla entre palestina y estadounidense, de la cosecha del 76, nacida en Nebraska y criada entre Ohio y Jordania. Su familia estuvo un tiempo bajo sospecha y esa mezcla de culturas ha hecho que se sienta como «árabe en América». Tales identidades confrontadas las refleja como productora, guionista, realizadora y protagonista en ‘El verano de May’.

Producción norteamericana de  2013. 99 minutos de metraje. Su fotografía la firma Brian Rigney Hubbard y su música, Fred Avril. Narra la historia de May,  una cultivada escritora neoyorquina, con un libro de éxito sobre proverbios orientales – en los que está dividido el filme, a modo de capítulos – y preparando otro, que llega a pasar los días previos a su boda a su Jordania natal, con su madre y hermanas. Aunque también verá a su progenitor, un norteamericano que las abandonó, casado de nuevo con una hindú mucho más joven.

Así descrito el relato, como una vuelta más bien conflictiva a las raíces y ancestros, podría inscribirse en el género de reencuentros familiares tan caro al cine independiente, al que pertenece por derecho propio. No es menos cierto, por otra parte, que incurre en ciertos esquemas trillados. Pero también lo es que está habitada por una combinación explosiva de religiones, nacionalidades, usos y costumbres orientales y occidentales, que la hacen diferente y más que peculiar.

A saber. La madre es nada menos que una ferviente evangelista. El novio, también residente en USA – y al que, estando muy presente, no veremos hasta el final –   es un musulmán ateo y laico. El padre, agnóstico convencido como sus tres hijas. Ninguna de las mujeres va velada, ni con vestimenta autóctona alguna y May hace footing diariamente por las calles llenas de hombres como si estuviera en el mismísimo Central Park. Solo que hay llamativas diferencias en el efecto que causa en ellos…

Y luego están los clásicos secretos por descubrir, que nos aportan alguna que otra sorpresa. Los vaivenes emocionales y sentimentales, referidos tanto al modus vivendi y a las dudas previas a la boda como a los compromisos de un prometido casi tan ausente como el primer hombre de su vida. El estrechar lazos, el sincerarse sin estridencias y aceptar las diferencias sin exclusiones.

Todo este material es manejado con habilidad, humor y lucidez por la directora. Se le podrían reprochar algunos clichés, pero los sortea con inteligencia. También el que pase muy de puntillas, aunque haga alguna referencia, sobre la terrible situación política de la zona y ninguna sobre la de las mujeres, centrándose exclusivamente en las del clan familiar.

El reparto cumple las expectativas, con una mención especial para la estupenda Hiam Abass y la sorpresa de Bill Pullman. Sin ser redonda, una mirada diferente de mujer que merece la pena verse en esta adocenada cartelera veraniega.