Toscamente traducida, hay una clarividente frase de Voltaire particularmente indicada para el tema de esta película que, con algo de retraso, nos ocupa: «Quien no tiene el talento de su edad, tiene toda la desgracia de su edad». Porque, tanto a nivel cinematográfico como en el de la llamada vida real, la desgracias de la edad, en el terreno amoroso, se ceban con las mujeres. Nunca con los hombres y a este asunto ya nos hemos referido en otra entrada.
En ‘Hello, my name is Doris’, título que absurdamente no se ha traducido al castellano, una sexagenaria se siente motivada – tras un seminario de autoayuda – para perseguir, con un interés romántico, a un nuevo, joven y atractivo jefe de su oficina que podría ser su hijo. Para ello, utilizará toda la artillería pesada, redes sociales incluidas.
Es curioso que gran parte de la crítica, mayoritariamente masculina y con todos los respetos por sus opiniones, haya saludado a esta propuesta fílmica con bastante complacencia. La han considerado lúcida, emocionante e incisiva. Quien esto firma, por el contrario, discrepa de tales argumentos. El tratamiento paternalista, condescendiente aunque aparentemente cariñoso y rozando lo grotesco, de su personaje central la invalida desde su punto de vista.
Porque solo el enorme talento de Sally Field insufla vida y libera, si bien que parcialmente, del patetismo a una protagonista en minoría de edad mental, emocional y de estilo indumentario e imagen extravagantes, por decirlo con suavidad. Que además padece el Síndrome de Diógenes y, horror de horrores, tiene un gato. En varias películas de este verano, se ha hecho una despectiva y misógina alusión a las mujeres mayores que conviven con estos fascinantes e incomprendidos animales. Más que harta…
Sostienen voces cualificadas que su mirada es crítica con el mundo laboral. Para quien esto escribe es más bien superficial, esquemática y, de nuevo, sexista por el odioso retrato de la jefa. Y así podríamos seguir. Algunos de sus datos técnicos son 95’de metraje; que está fechada en el 2015; que el guión lo firman conjuntamente su realizador, Michael Showalter y Laura Terruso ; que su fotografía se debe a Brian Burgoyne y su banda sonora a Brian H Kim; que posee una buena factura y tiene ciertos momentos divertidos.
En fin. Las desgracias de la edad ejemplificadas en una protagonista que debería haber sido encarnada, a nivel de personalidad, por una secundaria arrolladora, Tyne Daly, la amiga y cómplice. La pelota, en sus tejados.