Archivo diario: agosto 5, 2016

‘Pastel de pera con lavanda’: Disparidades

Es sabido que en los relatos fílmicos sexistas – o sea, casi todos; sean más sutiles o más burdos – los personajes femeninos suelen apañarse con lo que les caiga en suerte. Para mayor precisión, con los personajes masculinos que les caigan en suerte. Por poner ejemplos recientes, con parejas que podrían ser sus padres o abuelos, como ya se comentó en una entrada anterior, o bien, como en el presente caso, con varones muy peculiares – para bien  y para mal – con los que un intercambio afectivo-erótico deseable, gratificante, igualitario y adulto es prácticamente imposible.

Pero bueno, lo mismo que la llamativa diferencia cronológica la convierten en seductora, en aras de la experiencia y el magisterio de los hombres, en este caso la peculiaridad está asociada a la ternura y a una inteligencia atípica y poco convencional aunque, presuntamente, muy aguda. Porque todo es presunto, por lo demás, en este pastiche que se describe vergonzosamente en los títulos de crédito finales como «un cuento de hadas real». Nada menos…

Producción francesa de 100 minutos de metraje. Escrita y dirigida por Éric Besnard. La fotografía, de postal, es de Philippe Guilbert y la banda sonora, ajustada a la nadería argumental, es de Christophe Julian. La historia sigue a una viuda con dos hijos – el cónyuge se mató practicando parapente… – que intenta sacar adelante la granja familiar en La Provenza. Un día atropella a un desconocido más que singular, que cambiará su existencia y la de su familia.

Ese «cuento de hadas real» intenta transmitir la mutua química entre dos seres sensibles, pero, aunque el hombre esté aquejado de una carencia de habilidades sociales e interrelacionales, es él, precisamente, quien acaba solucionando los asuntos de ella y no al revés. Pero es ella, precisamente, quien acaba haciéndose cargo de un cuidado, del que libera a las instituciones correspondientes, hipotecando, a todos los efectos, su vida afectivo-erótica en una relación tan desigual, tan dispar.

Por lo demás, está llena de clichés sobre las bondades y beatitud de lo rural,  de paisajes y flores de la hermosa campiña provenzal que cubren las oquedades de un guión que no se sostiene. Intenta transmitir calidez y emotividad, pero a quien esto firma, le resultó, además de irritante por los insidiosos estereotipos sexistas mencionados, bastante aburrida. Los protagonistas, la ascendente Virginie Efira y Benjamin Lavernhe hacen lo que pueden. Que no es mucho decir.

En fin… Ustedes mismos-as.