ADVERTENCIA IMPRESCINDIBLE: Esta crítica contiene spoiler.
En efecto. Quien esto firma no suele, bajo ningún concepto, destripar el argumento de las películas que reseña. Incluso puede incurrir a veces en ciertas abstracciones para evitarlo. Pero no va a hacerlo en este caso. De ninguna manera. Porque es imposible hacer la crítica de ‘Después de esto’ sin analizar las circunstancias de su historia y de su tratamiento.
Una historia que tiene ya la trampa incorporada de que, hasta muy avanzado el metraje, no sabemos qué delito cometió un adolescente quien, tras «purgarlo» durante ¡¡¡dos años!!! en un centro de menores, cuando menos confortable – en el que, según se deja traslucir, se ha ganado el respeto y el cariño de su directora- vuelve a su localidad de origen suscitando el rechazo general. Especialmente virulento por parte de sus compañeros-as de clase.
Pues bien y aquí va el meollo del asunto. El protagonista en cuestión asesinó a su ex novia, una adolescente como él, por mantener relaciones con otro una vez que ambos habían roto. La estranguló a sangre fría. «Según dicen no era consciente de lo que hacía, pero yo lo recuerdo todo». Y también le confiesa a una joven con la que inicia un romance que «no sintió nada después». Esta segunda chica no tiene inconveniente en comenzar un vínculo con semejante personaje, pese a que le muestra en alguna ocasión rasgos de su «carácter». Aunque luego rectifique.
Todo el filme va dirigido a mostrarnos el vía crucis del muchacho en su imposible reinserción. Él es la única víctima de todo esto. Un padre severo, una ausencia materna, cuya causa no se explicita, un hogar triste y represor, unos condiscípulos matones que le desprecian, le hacen el vacío, le acosan y no quieren compartir clases con él. Una mujer desesperada que intenta atacarle…
El silencio – incluso de la banda sonora – ese silencio tan caro a los dramas nórdicos, favorece siempre al personaje central y a su pretendido pathos. Pero de la víctima no vemos ni el rostro. De la madre, apenas otro tanto en la escena del supermercado o en la de la «catarsis». Quienes amaban a esa muchacha que quería vivir y disfrutar, son silenciados o satanizados como jauría humana. Exculpando al agresor, contra toda razón y toda lógica, con un maniqueísmo atroz disfrazado de sutileza y complejidad.
102 minutos. Producción sueco-polaca de 2015, escrita y dirigida por Magnus von Horn y bellamente fotografiada por Lukasz Zai. Su puesta en escena y narrativa buscan a Haneke pero… no acaban de encontrarlo. Pretenciosa y esquemática, con ínfulas de trascendencia. Sobrada de tiempos muertos y reiteraciones y falta de un mínimo sentido de la honestidad y de la justicia en el enfoque de un drama que no es personal, sino político. Porque compete a derechos fundamentales de las mujeres. A derechos humanos fundamentales.
Le han llovido reconocimientos, premios y críticas superlativas. Ustedes deciden.