Archivo anual: 2017

‘En realidad, nunca estuviste aquí’: Malas calles

Hierros retorcidos; puentes inquietantes; habitáculos desvencijados y oscuros; casas que son hogares aunque en ellas habitara un pasado feroz; una madre anciana y fuerte, superviviente del terror; unos contactos que te avisan; un encargo importante; mansiones suntuosas podridas de negrura moral; luces de neón; taxis, trenes, cloacas, tugurios, matones, gorilas, emboscadas, trampas, cloacas urbanas, traumáticos recuerdos infantiles y bélicos, inocentes abusadas, la ley de la jungla, malas calles…

… En tales escenarios y en tales compañías, sitúa Lynne Ramsay – escritora, productora y cineasta escocesa, de la cosecha del 69, en cuya filmografía figura la notable ‘Tenemos que hablar de Kevin’ –  a sus protagonistas. Especialmente al personaje central, un portentoso Joaquin Phoenix, ex marine solitario, cuyo único referente afectivo es su progenitora y que dedica su tiempo a rescatar a chicas muy jóvenes de la trata de personas, hasta que recibe un encargo especial.

Una mirada de mujer nada convencional la de este thriller, la de este drama tan complejo y desasosegante tanto de narrativa como de puesta en escena. Depurado y feroz, no hace concesiones ni de fondo, ni de forma. Su voluntad de estilo, esas señas de identidad fílmica tan personales e intransferibles, nunca es artificiosa, ni vacía de contenido.

Muy al contrario, está al servicio de una historia donde las tinieblas del mejor cine negro, la acción trepidante cuando procede y la intimidad torturada de un hombre marcado, son los ingredientes principales. Con las imágenes tan potentes – los diálogos son mínimos – como grandes protagonistas. Y temas como las violencias de todo orden. Machista, bélica, del abuso de poder, de los bajos fondos, pero también de las altas esferas, de la trata… con todos sus daños colaterales.

Producción británica de 95 minutos de intenso metraje. El guión lo firma la propia directora, sobre la novela homónima de Jonathan Ames. Su fotografía, tan perturbadora, es de Thomas Townsend y su trepidante música de Jonny Greenwood. Mejor Guión y Mejor Actor en Cannes.

Las circunstancias personales de quien esto firma, han hecho que la vea in extremis. En esta ciudad, que cuida tan poco a las películas atípicas, aún pueden hacer lo propio en una sesión, la de hoy, en el Avenida a las 16. 30. O a las 21.15 en Nervión.

En cualquier caso, inténtenlo o háganse con ella. No lo lamentarán.

‘El sentido de un final’: Las trampas de la memoria

Quien esto firma, no ha leído la novela homónima de Julian Barnes – ganadora del prestigioso Premio Booker en 2011, fecha de su publicación – que adapta esta producción británica de 108 minutos de metraje, dirigida por Ritesh Batra, cosecha del 79, escrita por Nick Payne, con una delicada fotografía de Christopher Ross y una sensible partitura, que solo suena cuando el momento lo requiere, de Max Richter.

No la ha leído, no. Pero se propone hacerlo. No obstante, se alegra de no haberlo hecho antes de ver la película que nos ocupa, a la que algunas voces críticas han reprochado no ser tan implacable como su material de partida. Además, en cualquier caso, tiene claras las obviedades de las enormes diferencias entre los lenguajes literario y cinematográfico y que el trasvase de uno a otro no tiene por qué ser literal.

La historia, en una sinopsis muy esquemática, sigue a un hombre jubilado, con una ex mujer abogada y una hija en trance de ser madre voluntariamente soltera, que recibe un legado inesperado e incompleto, pues falta un diario crucial, tras la muerte de la progenitora de su amor de juventud… Circunstancia que intenta resolver por todos los medios, incluso nada éticos, ni ortodoxos,  al tiempo que le lleva a recordar, de forma tan elusiva como autocomplaciente, esa época de su biografía.

El realizador nos transmite, de manera sabia y elegante, la complejidad de unas vidas y de unos personajes heridos por la soledad, el tiempo, los amores, los desamores, las mentiras y los errores del pasado. Y más singularmente del protagonista – inmenso Jim Broadbent – un individuo egoísta, egocéntrico y difícil, a quien las mujeres de su entorno – excelentes Charlotte Rampling, Harriet Walter, Michelle Dockery y, en papeles más episódicos, pero no menos claves, Emily Mortimer y Freya Mayor – le devuelven una visión de sí mismo crítica y sin concesiones.

Una película adulta, introspectiva y nostálgica pero nada tramposa, que tan bien retrata otros modelos de familia; otra manera de envejecer, de redimirse y asumir; de cuestionarse y de ser perdonado. De valorar lo que realmente importa y a las personas cruciales. Con el ritmo, la emoción, la puesta en escena y el tempo necesarios.

No deberían dejarla escapar.

‘En cartelera’: Finales, soledades y vacíos…

En este viernes tan señalado, que da el verdadero pistoletazo de salida a las fiestas navideñas, resaltamos cuatro películas de entre la oferta de estreno que pueden verse, además, en su versión original subtitulada. Sus nacionalidades son, y las comentaremos por este orden, británica, surcoreana, canadiense y norteamericana.

La primera es  ‘El sentido de un final’, de Ritesh Batra. Basada en la novela homónima de Julian Barnes, que obtuvo el prestigioso premio Man Booker, narra la historia de un hombre jubilado y solitario a quien el legado de un diario, en manos de una misteriosa mujer, le hará reflexionar sobre su vida y relaciones. Con Jim Broabent y Charlotte Rampling, al frente de un atractivo reparto, ha cosechado muy buenas reseñas y no hay que perdérsela.

La segunda es ‘En la playa sola de noche’, de Hong Sang-soo. Una joven actriz viaja a Hamburgo para desconectar y olvidar su aventura con un hombre casado, pero no le resultará fácil hacerlo. Oso de Plata en Berlín y  Premio a la Mejor Actriz para su protagonista, Kim Min-hee, galardonada también en Gijón, ha gustado mucho y debe verse.

La tercera es ‘El vacío’, de Jeremy Gillespie y Steven Konstanski. Entre el terror, la intriga y la ciencia ficción, Sobre una situación tan peligrosa como claustrofóbica, desatada en un hospital con una extraña criatura en su interior. Gore y fantástico unidos, que ha cosechado división de opiniones pero habrá que comprobarlo.

Y la cuarta es ‘Suburbicon’, de George Clooney, con guión del propio realizador y de los hermanos Coen. Cine negro, ambientado en los años 50, sobre un misterio criminal en el tranquilo pueblo que da nombre al filme, que hará aflorar lo peor de la naturaleza humana y de una sociedad amoral. Protagonizan Matt Damon, Julianne Moore y Óscar Isaac, entre un reparto coral. Ha interesado bastante, con algunas salvedades, y su visión es obligada.

‘Asesinato en el Orient Express’: Extrañ@s en un tren

Segundo remake en nuestras carteleras, tras el filmado en ‘Perfectos desconocidos’ por Álex de la Iglesia. En este caso, Kenneth Branagh, cosecha del 60, versiona al literario homónimo de Agatha Christie y al cinematográfico, tan reconocido y galardonado, de Sidney Lumet (1924-2011), fechado en 1974. Además, se reserva el papel principal interpretando a Hércules Poirot, como lo hicieron antes que él ilustres predecesores como Peter Ustinov y Albert Finney.

La historia, una de las más conocidas y celebradas de la autora y dramaturga británica, comienza en Mesopotamia donde el personaje central resuelve brillantemente un caso muy peliagudo. Al volver a casa desde allí, en el fastuoso Orient Express, su descanso se ve alterado por un crimen que se ve impelido a investigar. Un misterioso asesinato cuyo autor-a, al ocurrir durante el trayecto, debe ser necesariamente alguien del pasaje. Todo un reto para su privilegiada materia gris…

El realizador, tan bien dotado de talento visual, sabe imprimir a esta propuesta  un comienzo enérgico y espectacular en el mejor sentido del término. Con una puesta en escena vibrante y llena de glamour,  tanto en los deslumbrantes paisajes como en el mítico vehículo y en sus sofisticad@s viajer@s.  No se limita a una narrativa al uso, dentro de la estética de las grandes superproducciones comerciales, sino que la dota de sus mejores señas de identidad estilísticas. Y eso es muy de agradecer.

Quien esto firma, que la ha disfrutado críticamente, quizás ha echado en falta una mayor profundización en los personajes, un reparto tan coral como atractivo, que aparecen demasiado subordinad@s al protagonismo omnisciente del detective. Eso hace que el ritmo decaiga en su parte central aunque su conclusión la redime y la deja abierta para una próxima aventura.

Producción estadounidense de 116 minutos de metraje. El guión adaptado lo firma Michael Green. Su excepcional fotografía, Haris Zambarloukos y su enérgica banda sonora, Patrick Doyle. L@s intérpretes no defraudan aunque sea en claves estelares y algo manieristas. Ni tampoco el propio Brannagh, que dota a su Poirot de apostura, refinamiento y un sentido de la justicia al borde de la complicidad.

Elegante, digna, fiel al espíritu de la novelista y sus pretensiones de llegar al gran público no insultan la inteligencia. Disfruten viéndola.

‘Perfectos desconocidos’: Todo que ocultar

Quien esto firma, reconoce no haber visto ‘Perfetti sconociuti’ (2016), de Paolo Genovese, cosecha del 66, que obtuvo 9 nominaciones a los Premios David di Donatello, entre ellos Mejor Película y Guión y Mejor Guión en Largometraje Internacional en el Festival de Tribeca. La crítica, sin embargo y salvo excepciones, no la saludó con entusiasmo calificándola de plana, forzada, previsible, teatro filmado e innecesariamente didáctica. Fuentes de la imprescindible página FilmAffinity.

Álex de la Iglesia, cosecha del 65, ha sabido eludir sabiamente tales riesgos con su mordacidad, ironía y talento visual en este remake de la anteriormente citada sobre tres parejas de amig@s, y otro que acude en solitario, que se citan para cenar. Durante la velada, alguien propone el peligroso juego de poner los móviles al descubierto y hacer públicos cuantos mensajes, wasaps y llamadas reciban. Se acepta, no sin  ciertas reticencias, y…

96 minutos de metraje. El guión lo firma, con su solvencia habitual, Jorge Guerricaechevarría. La espléndida fotografía es de Ángel Amorós. Y el más que atractivo reparto coral, en estado de gracia y tan bien dirigido, lo integran Eduard Fernández, Belén Rueda, Ernesto Alterio, Juana Acosta, Dafne Fernández, Eduardo Noriega y Pepón Nieto.

Pese a tener a sus personajes encerrados entre cuatro, si bien , amplias y lujosas, paredes, el realizador le imprime ritmo, fuerza, interés, garra y dinamismo a un relato que hubiera podido pecar de acartonamiento o estatismo. Más contenido aquí, para bien, despliega su poderío fílmico, no obstante, sobre esas azoteas, esos cielos, esos edificios, esas alturas y esos tejados madrileños a los que tanto ama. Y sobre esa luna roja de atrezzo, pero tan sugerente…

Pero también lanza una mirada crítica y socarrona sobre la exhibición de la intimidad, de los secretos y mentiras, de las deslealtades y de las traiciones, del todo vale, del nada y el todo que ocultar, de una masculinidad políticamente correcta puesta en solfa por una revelación, de la amistad y otras soledades.

Por cierto, unas inoportunas declaraciones del director en una entrevista :»El talibanismo ese de que el cine es una cosa proyectada se lo dejo a señoras mayores y a gente muy seria» han tenido una respuesta espléndida en el artículo de Elvira Lindo, publicado ayer en El País y de lectura obligada, titulado «Señoras mayores que van al cine». Ante el revuelo organizado, el aludido ha confesado que le encanta el escrito, ha rendido tributo a su madre y se ha reconocido a sí mismo como una de ellas.

Señor de la Iglesia, a la señora mayor que esto firma y que va al cine, entre otras numerosas actividades, culturales o no, le ha interesado mucho esta su última propuesta cinematográfica y recomienda a sus lectoras-es que no se la pierdan.

‘El autor’: Testosterona

En un excelente artículo, publicado en El País el día 1o de este mes, la crítica Beatriz Martínez se preguntaba – este es el título también de su texto – «¿Por qué el cine español sigue instalado en el odio a las mujeres?». Y lo hacía, poniendo ejemplos ad hoc de diversos títulos que lo corroboraban.

De este que nos ocupa, concretamente, escribía así; «No hay ningún tipo de filtro a la hora de ridiculizar a las mujeres, ya sea porque son mentirosas o manipuladoras, por su físico o por su procedencia. Ellas son el origen de todos los males porque son capaces de hundir a un hombre en la más profunda de las miserias» lamentándose de «esa actitud y mirada prepotente que por desgracia todavía impera en buena parte de nuestro cine».

Quien esto firma, no puede estar más de acuerdo. Y lo más insidioso de todo ello es que estamos ante una película estimable. Tan desnuda y feroz; tan sórdida y terrible; tan compleja en su relato como ascética y minimalista en su puesta en escena. Tan cínica como satírica.

Una historia sobre un hombre mediocre y sin talento que está dispuesto a todo por escribir una novela. Este fin justifica para él todos los medios por miserables, crueles y mezquinos que sean. La historia de un indeseable, sí, pero que nos es mostrado como un sujeto a parte entera. Un sujeto, pero también un macho, que, a propuesta de su profesor de creación literaria, pone literalmente sus genitales sobre la mesa para escribir.

En cambio, las mujeres son vistas únicamente como hembras. Porque la ex del personaje central es una escritora de éxito, pero se minimiza su posible talento y solo la contemplamos siendo infiel a su cónyuge en unas circunstancias más bien grotescas. Otro tanto podría decirse de la portera quien, pese a una declaración de principios lúcida y asertiva respecto a su edad y circunstancias, es convertida en una amante despechada y patética. O de la vecina, subordinada al marido e hij@s y…

112 minutos de metraje. La dirige y la escribe- junto a Alejandro Hernández – Manuel Martín Cuenca, adaptando la novela de Javier Cercas. Su estupenda y nada convencional fotografía se debe a Pau Esteve Birba. Excelentes los títulos de créditos con dos magníficos temas de José Luis Perales. En el reparto, sobresale un prodigioso Javier Gutiérrez a quien todos los reconocimientos le son debidos. Pero también Antonio de la Torre, una brillante Adelfa Calvo y un divertido José Carlos Carmona.

Es una de las elegidas para ser comentada en la próxima sesión de nuestra tertulia de cine Luis Casal Pereyra del miércoles, 13 de diciembre. Véanla sin falta y luego la debatiremos.

Adiós, Manolito, adiós…

En los últimos tres años, un destino aciago ha querido que la animalista que esto firma perdiera a cuatro queridísim@s compañero@s  de vida. Dos gatas y dos gatos que compartían sus días y los iluminaban con su cariño y su alegría. Por tod@s, exceptuando a Pedrito que no estaba enfermo, luchó hasta las últimas consecuencias. Tres de ell@s podrían haber estado aquí mucho tiempo más.

Lolita, de 13 años, el 13 de noviembre de 2014, de un cáncer muy agresivo que se la llevó en un mes. Pedrito, de nueve, que estaba aparentemente sano y lleno de vitalidad y al que se encontró muerto en el sofá la mañana del 5 de diciembre de 2015: Zaharita que se consumió en apenas dos meses, aunque ya era muy anciana, el 26 de octubre de 2016 y hoy, 30 de noviembre de 2017, que ha debido dormir a Manolito, de ocho, víctima de un proceso maligno y brutal que le provocó un fallo multiorgánico.

Cuando esta firmante recogió a Manolito de su antiguo trabajo era un bebé de días, que maullaba desesperado. Lo crió y lo adoptó, como a l@s otr@s. Extremadamente sensible y cariñoso, pero muy nervioso y asustadizo, su lealtad y afecto eran inquebrantables y su curiosidad y energía, inagotables. Tierno y amoroso hasta decir basta.

Animales fascinantes, l@s felin@s son grandes desconocid@s y las víctimas de entre las víctimas de las calles hostiles. Alguien escribió que «una casa no es un hogar si no hay en ella un gato dormitando en el sofá» y también que «el tiempo pasado con los gatos nunca es tiempo perdido». Quien esto firma, puede atestiguarlo.

Por ello, esta ausencia y este vacío irreversibles. Por ello, el corazón está roto y el alma, en pena. Gracias por tu vida, Manolito. Te queremos, precioso.

Post scriptum:

Nunca olvidaré tus saltos en el picaporte de mi habitación, el primero siempre en despertarme.

Nunca olvidaré tus maullidos tan especiales, tan expresivos, reflejando tan bien todas tus emociones.

Nunca olvidaré lo mimoso que eras, lo coscón, siempre a mi lado en el sofá ronroneando…

NUNCA TE, OS, OLVIDARÉ.

 

 

 

 

 

 

 

‘Tierra de Dios’: Personas humanas y no humanas

Producción del Reino Unido, de 104 minutos de metraje, cuyo guión firma su propio realizador, Francis Lee, cosecha del 69, con una matizada fotografía de Joshua James Richards y una música, que subraya el relato, de Dustin O’Halloran y de Adam Wiltzie.

Concursó en la Sección Oficial del Festival de Cine Europeo de Sevilla, ganando el Premio CICAE a la Mejor Ópera Prima. Además de los de Mejor Film Británico, en el de Edimburgo, Mejor Director de Drama, en el de Sundance y 11 nominaciones a los British Independent Film Awards (BIFA).

Quien esto firma, no la reseñó en sus crónicas del SEFF, porque se le cruzaron otras películas. Algo que subsana ahora con esta entrada. Lo primero que les advierte es que esta reseña está hecha con una mirada crítica animalista y desde ahí se ven las cosas de muy distinta manera.

Transcurre en una granja, y ya es sabido cómo se trata en esos lugares a las especies que las integran. Porque están explotadas de forma inmisericorde, inseminadas forzosamente y, a la postre, tras perder también a sus crías, son asesinadas para el consumo humano, cuando ya se les han extraído sus productos derivados y todos los beneficios.

Pues bien, en ‘Tierra de Dios’- aunque no pueden ocultar, al menos no del todo, este estado de cosas, y tiene escenas nada recomendables para ciertas sensibilidades, advertid@s quedan –  se narra cómo los protagonistas se preocupan, cuidan, ayudan y quieren a esas criaturas sintientes, a esas personas no humanas, a quienes, paradójicamente, reservan una vida y un destino atroces. Primera impostura.

No es la única para quien esto firma, aunque sí la principal. El romance homosexual, tan celebrado, entre el joven granjero amargado, cuyas evasiones son el alcohol y el sexo, y el inmigrante rumano que comienza a trabajar para él, arranca con escasos visos de credibilidad. En efecto, resulta altamente improbable que sea el segundo quien dé el primer paso insinuándose ante su patrón- ¡¡¡ su patrón!!! – del que, además de serlo, no tiene por qué saber la opción afectivo-erótica. Y hasta aquí puede leerse…

Los protagonistas, Josh O’Connor y Alec Secareanu, resultan muy convincentes y Gemma Jones también. Pero el siempre excelente Ian Hart resulta aquí impostado y sobreactuado en un papel que no se ajusta a su edad y características.

Sus críticas han sido extraordinarias, hasta el punto de considerarla superior a ‘Brokeback Mountain’… Valores tiene, no cabe duda pero, para quien suscribe, no hasta ese punto. En cualquier caso, deberían formarse su propia opinión viéndola.

‘En cartelera’: De dioses y hombres…

Aunque con algo de retraso, esta es una panorámica crítica de la oferta de la cartelera del pasado viernes. A destacar, y se comentarán por este orden, dos británicas, una estadounidense, una belga y dos españolas, una de ellas rodada en catalán. Todas ellas pueden verse también en versión original subtitulada.

La primera es el thriller ‘En realidad, nunca estuviste aquí’, de la realizadora Lynne Ramsay – ‘Tenemos que hablar de Kevin’ – sobre un ex marine que se dedica a rescatar a jóvenes de la trata y al que un político le pide ayuda porque su hija ha sido secuestrada. Obtuvo el Premio al Mejor Guión el pasado Festival de Cannes y el de Mejor Actor para su protagonista, el siempre excelente Joaquin Phoenix. Hay que verla.

La segunda es ‘Tierra de Dios’, de Francis Lee, que participó en la Sección Oficial del Festival de Cine Europeo de Sevilla en el que obtuvo el Premio CICAE a la Mejor Ópera Prima. Sigue a un joven granjero insatisfecho, cuyas evasiones son el alcohol y el sexo, hasta que un inmigrante rumano que llega a trabajar para él le cambia la vida. Viene precedida de las mejores referencias, pero… no es demasiado apta para sensibilidades animalistas. Muy pronto, su crítica en el blog. No obstante, véanla.

La tercera es la estrella comercial de la semana. O lo que es lo mismo, el remake de ‘Asesinato en el Orient Express’, de Kenneth Branagh, sobre la novela homónima de Agatha Christie. Un reparto de lujo – el propio realizador, Penélope Cruz, Judi Dench, Michelle Pfeiffer, Johnny Depp,.. -una trama conocida y sugerente y opiniones encontradas. Pero está claro que no hay que obviarla.

La cuarta es ‘El fiel’, de Michael R. Roskam. Da cuenta del turbulento romance entre un mafioso y una joven piloto de carreras. No ha gustado, pero se le puede dar una oportunidad.

La quinta es ‘Tierra firme’, de Carlos Marques-Marcet. Participó también en la Sección Oficial del SEFF, cosechando el Premio de la Crítica Andaluza de la asociación ASECAN. Sobre una pareja de lesbianas con encontradas opiniones sobre la maternidad y sobre el vivir o no en un barco y un amigo de una de ellas que se presta a ayudarla. Ha gustado mucho y no hay que perdérsela.

Y la sexta es ‘La higuera de los bastardos’, de otra directora, Ana Murugarren, y basada en la novela de Ramiro Pinilla. Un drama rural sobre un falangista, reconvertido en ermitaño, que teme que el hijo de su víctima lo asesine cuando crezca. Con Carlos Areces y Karra Elejalde. No ha convencido, pero…

‘Hacia la luz’: Entre tinieblas

Quien esto firma, intenta ahora, con estas entradas recientes, compensar la semana que ha estado sin ir al cine. Descanso obligado, tras la 22 películas vistas en el SEFF, con sus correspondientes crónicas y previas recomendaciones.

Añadir además que la animalista que suscribe se había prometido, desde  ‘Aguas tranquilas’, – donde se degollaba, en directo y a sangre fría, a tres corderos – no volver a visionar nada más de esta realizadora japonesa firmante de ‘Hacia la luz’, Naomi Kawase, cosecha del 69, pero…

… Debe estar al día en cine, se trata de una mujer tras la cámara y ‘Una pastelería en Tokio’ la «reconcilió» con ella. Ahora vuelve a defraudarla, aunque afortunadamente sin animales por medio, con esta su fallida última propuesta estrenada en nuestras carteleras de 101 minutos de metraje, cuyo guión lo escribe ella misma, su excelente fotografía se debe al prestigioso Arata Dodo y su hermosa banda sonora al notable músico Ibrahim Maalouf .

La historia remite a dos protagonistas fundamentalmente. La joven e insegura escritora que hace, y lee, descripciones en películas para invidentes muy crític@s con su trabajo y el fotógrafo maduro, otrora famoso, que se está quedando ciego, que asiste a estas sesiones, y que no deja de registrar con su cámara, pese a la oscuridad que le acecha implacable, cuanto siente, recuerda o adivina. Entre ambos, nacerá un vínculo especial.

Sin embargo, la misma cineasta que fue capaz de reunir, y retratar tan bien, a personajes muy diversos cuyos destinos se cruzaron en la pastelería citada, se muestra incapaz aquí de cohesionar el relato. Su guión, tan evanescente, hace aguas por todas partes. El enfoque  pseudopoético , entre la luz, las tinieblas y la ceguera,  le impide, paradójicamente, mostrar el verdadero pathos de un hombre que está perdiendo su bien más preciado.

Pero tampoco el personaje femenino nos es revelado más que en sus debilidades, Sumisa, apenas si reacciona ante su público más exigente y concibe una atracción amorosa con poca base real. El romance es improbable e impostado. Las posibles, e interesantes, líneas narrativas, pródigas en temáticas sugerentes, son lamentablemente desaprovechadas en aras de un cursi sentimentalismo, de un bello envoltorio desprovisto de contenido.

Una pena.