En un excelente artículo, publicado en El País el día 1o de este mes, la crítica Beatriz Martínez se preguntaba – este es el título también de su texto – «¿Por qué el cine español sigue instalado en el odio a las mujeres?». Y lo hacía, poniendo ejemplos ad hoc de diversos títulos que lo corroboraban.
De este que nos ocupa, concretamente, escribía así; «No hay ningún tipo de filtro a la hora de ridiculizar a las mujeres, ya sea porque son mentirosas o manipuladoras, por su físico o por su procedencia. Ellas son el origen de todos los males porque son capaces de hundir a un hombre en la más profunda de las miserias» lamentándose de «esa actitud y mirada prepotente que por desgracia todavía impera en buena parte de nuestro cine».
Quien esto firma, no puede estar más de acuerdo. Y lo más insidioso de todo ello es que estamos ante una película estimable. Tan desnuda y feroz; tan sórdida y terrible; tan compleja en su relato como ascética y minimalista en su puesta en escena. Tan cínica como satírica.
Una historia sobre un hombre mediocre y sin talento que está dispuesto a todo por escribir una novela. Este fin justifica para él todos los medios por miserables, crueles y mezquinos que sean. La historia de un indeseable, sí, pero que nos es mostrado como un sujeto a parte entera. Un sujeto, pero también un macho, que, a propuesta de su profesor de creación literaria, pone literalmente sus genitales sobre la mesa para escribir.
En cambio, las mujeres son vistas únicamente como hembras. Porque la ex del personaje central es una escritora de éxito, pero se minimiza su posible talento y solo la contemplamos siendo infiel a su cónyuge en unas circunstancias más bien grotescas. Otro tanto podría decirse de la portera quien, pese a una declaración de principios lúcida y asertiva respecto a su edad y circunstancias, es convertida en una amante despechada y patética. O de la vecina, subordinada al marido e hij@s y…
112 minutos de metraje. La dirige y la escribe- junto a Alejandro Hernández – Manuel Martín Cuenca, adaptando la novela de Javier Cercas. Su estupenda y nada convencional fotografía se debe a Pau Esteve Birba. Excelentes los títulos de créditos con dos magníficos temas de José Luis Perales. En el reparto, sobresale un prodigioso Javier Gutiérrez a quien todos los reconocimientos le son debidos. Pero también Antonio de la Torre, una brillante Adelfa Calvo y un divertido José Carlos Carmona.
Es una de las elegidas para ser comentada en la próxima sesión de nuestra tertulia de cine Luis Casal Pereyra del miércoles, 13 de diciembre. Véanla sin falta y luego la debatiremos.