A tenor de lo leído por quien esto firma, en referencia a las otras películas del responsable tras la cámara de esta que nos ocupa – el guionista y realizador franco-argelino Nadir Moknéche, cosecha del 65 – en ellas se ha interesado por personajes de mujeres en contextos opresivos como en ‘El harén de Madame Osmane’ (2000) – cuyo reparto encabeza Carmen Maura, quien, salvando las enormes distancias, interpretara un papel similar en ‘La ley del deseo’ – ‘Viva Laldjérie’ (2004) o ‘Goodbye Morocco’ (2012) e incluso le atribuyen influencias almodovarianas.
‘Lola Pater’ está fechada en 2017, tiene 95 minutos de metraje y la escribe su propio director. La matizada fotografía se debe a una mujer, Jeanne Lapoirie y en su banda sonora suenan hermosos temas de Enrique Granados y Vivaldi, entre muchos otros. La historia sigue a un joven veinteañero, hijo de inmigrantes argelinos afincados en Francia y afinador de instrumentos, cuya madre acaba de morir tempranamente y que decide buscar al padre que les abandonó hace más de dos décadas para enfrentarse a lo impensable.
Que este relato – de un hombre nacido con el cuerpo equivocado, que intenta ser honesto aunque huya, y que transgrede incluso en su opción sexual, ya con otra personalidad – merecía otro tratamiento más intenso y complejo es algo evidente. Que nos es escamoteada la presumiblemente dura y dolorosa historia de su transformación, hasta llegar a su presente, es elemental
Que el reencuentro con el hijo que le rechaza cuando más le necesita, hubiera tenido que formularse en otros términos es algo meridianamente claro. Por cierto, fallo de casting clamoroso porque el actor que interpreta al chico protagonista es nada menos que diez años mayor que su personaje. Eso se nota y chirría.
Que esta película decepcionante, lenta, superficial, con raros momentos de autenticidad, pretenciosa y simplista no sería nada sin el magnetismo, el carisma, el talento y los registros interpretativos de Fanny Ardant es una obviedad.
Una pena haber desaprovechado lastimosamente un tema así, más aún cuando se da en el entorno de una cultura y religión patriarcales. Escrito esto, la pelota en sus tejados.