Archivo mensual: agosto 2018

‘Rodin’: Materia (nada) creativa

Aunque nadie dude de que las mejores intenciones presiden el enfoque narrativo y plástico de una propuesta como esta, su resultado es que, pretendiendo alejarse del biopic convencional, incurre paradójicamente en un academicismo pesado y solemne. Que, pretendiendo huir de clichés y lugares comunes, cae de lleno en ellos supuestamente revestidos de un cierto empaque y dignidad.

Que, pretendiendo plasmar el proceso creativo de un genio, le convierte en un trabajador exhaustivo, pero exento de pasión. Que pretendiendo acercarnos al hombre, lo reduce a un esquema, pese al excelente trabajo del excelente Vincent Lindon que lo encarna. Que pretendiendo tener una voluntad de estilo, consigue que la puesta en escena se oponga a la propia coherencia del relato con elipsis, fundidos en negro y saltos temporales desconcertantes mientras que, por el contrario, no elimina escenas innecesarias y reiterativas. Que…

Producción francesa, fechada en 2017, dirigida y (mal) escrita por Jacques Doillon, cosecha del 44 – del que quien esto firma no olvida la conmovedora ‘Ponette’ (1996) – correcta, aunque fríamente fotografiada por Christophe Beaucarne y con una bella banda sonora del maestro Philippe Sarde.

La historia sigue al escultor desde su primer encargo oficial, La puerta del infierno, hasta su peculiar y única versión del monumento a Balzac, pasando por su tempestuosa relación con Camille Claudel – que aquí es retratada más bien como una joven inestable y caprichosa… – frente a las compuestas por Isabelle Adjani en ‘La pasión de Camille Claudel’ (Bruno Nuytten, 1988) o por Juliette Binoche en ‘Camille Claudel 1915’ (Bruno Dumont, 2013)  – y con otras modelos y amantes, especialmente con la que se convertiría en su esposa Rose Beuret. Pero también en su choque frontal con el mundo académico y entre amistades tan ilustres como Mirbeau, Monet o Rilke.

Lenta, pretenciosa y pesada,  apenas si deja entrever – por momentos, muy pocos – algunos fogonazos de pasión y de lo que podía haber sido. Apenas si deja entrever la personalidad conflictiva, egocéntrica, oscura y sexualmente machista y perversa de un hombre dotado. Apenas permite que afloren las desventuras de una artista de talento, Claudel – una desvaída Izia Higelin, que tampoco puede hacer más…- atrapada en un vínculo conflictivo y en mundo, una época y un entorno masculinos y patriarcales que no la reconocían ni a ella, ni a su trabajo.

En fin. Ustedes mism@s.

‘En cartelera’: Dramas biográficos, viajes espirituales y aventuras prehistóricas

Cuatro son las películas a destacar – aparte de las que se nos quedan inéditos semana tras semana – de entre la oferta de estrenos de hoy. A saber, se comentarán por este orden, dos francesas, una hindú y una estadounidense. De ellas, que nos conste, tres pueden verse también en sus versiones originales subtituladas.

La primera es ‘Promesa al amanecer’, de Eric Barbier, sobre la novela autobiográfica de Romain Gary, en la que se narran la juventud del escritor, su éxodo al sur de Francia para escapar de Hitler y su ingreso en las Fuerzas Aéreas francesas. Protagonizan Charlotte Gainsbourg y Pierre Niney y se han destacado sus cuidada adaptación, factura formal e interpretación de la actriz, pero ha cosechado división de opiniones. Con todo, se impone verla.

La segunda es ‘Rodin’, de Jacques Doillon. Otro drama biográfico sobre un escultor tan admirado como controvertido a nivel personal. Aquí se incide de nuevo en su tempestuosa relación con Camille Claudel, siendo un hombre ya maduro, y con algunas de sus modelos. Con Vincent Lindon.  En general, no ha convencido, con algunas excepciones como su puesta en escena plástica y elegante, pero habrá que comprobarlo.

La tercera es ‘Hotel Salvación’, de Shubhashish Bhutiani, en la que un hombre le pide a su hijo que le acompañe a una ciudad santa para morir allí. Ha gustado bastante y no hay que perdérsela.

Y la cuarta es ‘Alpha’, de Albert Hughes. Ambientada nada menos que en la Prehistoria, narra la relación entre un joven y un lobo, ambos solos y que tendrán que aprender a sobrevivir juntos y a ayudarse mutuamente. Contraste de pareceres,  en los que se han destacado también sus impactantes y hermosas imágenes, pero se le ha reprochado su falta de rigor histórico. En cualquier caso, hay que darle una oportunidad.

 

‘El viaje de Nisha’: El honor patriarcal

La actriz, guionista y directora nacida en Noruega, cosecha del 76, de padres pakistaníes, Iram Haq, es la firmante de esta película autobiográfica sobre la que ha declarado en una entrevista de la agencia EFE «que sentía la necesidad de denunciar una situación que aún se repite en lugares tan próximos como Alemania, Italia o los países escandinavos: las familias siguen llevándose a sus niñas a Pakistán para «enderezar» sus conductas europeizadas. Y las niñas sufren terriblemente»

Esto le ocurrió a ella cuando solo contaba con 14 años. Y lo refleja en la historia de Nisha, una chica inteligente que está integrada en la cultura occidental, pero que en casa acata las rígidas normas paternas, que apenas si transgrede – adolescente como es – llegando tarde y a hurtadillas cuando está de fiesta con sus amistades. Pero el día en el que su progenitor descubre la inocente cita con un chico en su dormitorio la pesadilla comenzará…

La realizadora retrata muy bien el drama de una joven atrapada entre el afecto y la lealtad hacia su familia y sus raíces y su integración en un modus vivendi europeo aunque no sea en su plenitud, porque no es libre. Retrata muy bien la impiedad de un progenitor que – aparentemente justo, trabajador, bondadoso y amante de l@s suy@s – muestra su rostro más feroz cuando su concepto patriarcal del honor, y el de su comunidad, es cuestionado por el comportamiento de ella.

Retrata muy bien el secuestro al que es sometida, pese a la vigilancia de los servicios sociales, por su ingenuidad y buena fe al creer que le era posible la vuelta a casa. Retrata muy bien la desesperación que la invade al verse en un país extranjero – Pakistán, Islamabad concretamente, pero India en realidad al ser imposible rodar allí- con una familia a la que ni conoce, ni quiere, que ni la conoce, ni la quiere.

Retrata muy bien su forzada mansedumbre, tras varios intentos de fuga y rebeldía, que no consentimiento, ante una vida cotidiana sin  alegrías como castigo a su desobediencia y como aprendizaje de lo que sus ancestros esperan. Retrata muy bien el calvario de una chica noble y buena ante los guardianes de la moral y de las normas más estrictas y oscuras que se ceban especialmente contra las mujeres, tanto a nivel familiar como institucional.

Retrata muy bien tales infamias y también las de las bodas concertadas Pero no crean que es maniquea. Por el contrario,  es incluso muy generosa con la figura paterna, véase la conclusión. Mucho más que con la materna…

Coproducción noruega-germano- sueca de 106 minutos de metraje. Escrita también por Iram Haq. Con una excelente y matizada fotografía de Nadim Carlsen, una intensa banda sonora de Lorenz Dalgen y Martin Pedersen y un reparto impecable en el que sobresale una magnífica Maria Mozhdah a la que da una excelente réplica Adil Hussain.

Hay muchas Nishas en toda Europa, obligadas a matrimonio forzosos y concertados, secuestradas por quienes dicen amarlas y querer su bien. También en nuestro país.  Y no todas sobreviven, y no todas tienen finales felices…  Recuérdenlo, recuérdenlas, ténganlas en cuenta cuando vean esta película dura, sin concesiones, valiente, valiosa y necesaria.

 

 

‘El pacto’: Perdónanos nuestras deudas

Quien esto firma ya ha escrito varias veces que no es una experta en el género de terror. También que tiene claras algunas de las características que le han interesado mucho en algunas de las películas englobadas en él, cuyas reseñas tienen en este blog, y que no va a enumerar para no alargarse demasiado. A saber, historias interesantes, cuidado y desarrollo de los personajes que, a su vez, tengan una entidad propia – sean positivos, negativos, villan@s, espectros o entidades – ritmo, coherencia interna, buenos guiones e incluso que transmitan verosimilitud dentro de la propia estructura y convenciones del relato.

Escrito esto, lamenta mucho dejar constancia que la tan publicitada ‘El pacto’ – producción española de 90 minutos de metraje, realizada y coescrita, junto a Jordi Vallejo, por David Victori, cosecha del 82. Su excelente fotografía la firma Elías M. Félix y la banda sonora, machacona y efectista, Miquel Coll – de factura impecable y puesta en escena elegante y sugerente, muy por encima de su enfoque y narrativa, no responde ni a tales señas de identidad, ni a las expectativas que la ópera prima de su director había despertado.

Se dice esto porque David Victori ganó el Festival Internacional de YouTube con su corto ‘La culpa’ (2010), lo que le permitió – tal era el premio… –  hacer otro ‘Zero’ (2015), coproducido por Ridley Scott y Michael Fassbender. Por si esto no fuera poco, publicaciones especializadas norteamericanas le han seleccionado como uno de los directores a seguir.

Con esos mimbres, este debut fílmico era más que esperado. Narrando, además,  la historia de una mujer que salva a su hija de la muerte comprometiéndose a un pacto terrible e insidioso, que exige una vida por otra, y en el que está implicada una extraña organización con una araña albina como símbolo. A la alegría de recuperarla, se le contrapondrá la exigencia del cumplimiento de la deuda, materializada en un reloj de arena como cuenta atrás. Ello la hará afrontar situaciones límites en las que la ayuda de su ex marido será importante.

Un material narrativo, no por recurrente en el cine, menos prometedor de entrada. Y, sin embargo, es lastimosamente desaprovechado aquí. Para tratarse de un director y una protagonista que tuvieron que afrontar en sus vidas reales dos pérdidas devastadoras como las de una hermana y una hija respectivamente, la película tendría que haber sido mucho más intensa, sugerente, profunda y compleja.

Pero no. Atenta más a los sobresaltos, no graduados y alguno que otro vacío de contenido, que al verdadero meollo del relato , con un guión muy deficiente, pobre, reiterativo y lineal que no incide más que muy superficialmente en los personajes, sus contradicciones, motivaciones e interrelaciones. También el Mal, valga la redundancia, está mal retratado aquí. Y eso redunda en las interpretaciones, con una más inexpresiva que otras veces Belén Rueda – musa del género en español por derecho propio – al frente, con un Darío Grandinetti al que no se le permite mostrar su talento, ni hablar su idioma y una Mireia Oriol que resulta esquemática, incomprensible y a veces caricaturesca.

En fin, pese a estas impresiones personales e intransferibles, es un director a tener en cuenta. Ustedes deciden.

‘El rehén’: Tableros

Entre dos décadas, la de los 70 y la de los 80 del pasado siglo, transcurre esta película. Entre dos momentos históricos de Beirut, título original. Entre las intrigas de un tablero político en el que el juego sucio campa por sus respetos. Entre las dos edades de un hombre al que le arrebatan todo y que es requerido para hacer de mediador en un problemático secuestro de un otrora amigo por el que, de manera indirecta, perdió a sus personas más queridas.

Entre la luminosa esperanza del pasado del protagonista, como excelente diplomático en la capital con una esposa e hijo preadoptivo, y la oscura soledad, regada en alcohol, de su presente profesional en una empresa estadounidense . Entre las intrigas y los intereses de su propio país, de Israel, de Siria, de Palestina, del terror de Estado y del religioso, de la CIA, del Mossad, de Hezbolá, de la OLP… Entre la lealtad y el rechazo. Entre el odio y la amistad. Entre el prometedor futuro de un niño y la lóbrega realidad, pese a sí mismo y vía fraternal, de un hombre.

Con, pese a estar inspirada muy libremente en un hecho real, la lucidez y la complejidad de retratar a una ciudad mártir y devastada, con un ayer esplendoroso,  de la que todos los organismos, grupos y países citados se disputan sus despojos sin caer en maniqueísmos. Con la honestidad de hacer, además,  una crítica feroz al stablishment norteamericano, y al israelí, especialmente en lo que se refiere a sus diplomacia y a sus llamadas inteligencia y de no forzar trama amorosa alguna.

Con la atmósfera, los diálogos, el guión, el ritmo y el  clima de un buen thriller político y de espionaje. Con Le Carré de fondo…

Producción estadounidense de  109 minutos de metraje. Dirigida por Brad Anderson – cosecha del 64, ‘La última llamada’, ‘El maquinista’, ‘Transsiberian’ -, escrita por Tony Gilroy- quien hizo lo propio con la saga Bourne y que realizó ‘Michael Clayton’ – muy bien fotografiada, con la pátina de la época, por Björn  Charpentier y con una banda sonora ad hoc de John Debney. Tiene a un excelente reparto en el que sobresalen un magnífico Jon Hamm -‘Mad Men’ – y una sensible y refinada Rosamund Pike – ‘Perdida’ –  sin desdeñar a Mark Pellegrino, Dean Norris, Larry Pine…

En resumen, una propuesta comercial más que digna y estimable, que debería ser vista.

 

En cartelera: El dolor

En este viernes triste, conmemorativo de los salvajes atentados terroristas de Barcelona y Cambrils de hace un año, parece que el dolor se ha contagiado a las nuevas ofertas de películas de cartelera, y a sus temáticas, aunque no sea el único elemento dramático en ellas. Tanto es así que – contando con las que se nos quedan, semana tras semana, lamentablemente inéditas – solo hay dos reseñables. Una coproducción entre Noruega, Alemania y Suecia, que puede verse también en versión original, y una española. Se comentarán por este orden.

La primera es ‘El viaje de Nisha’, de la directora y guionista, nacida en Noruega y de padres pakistaníes, Iram Haq. Basada en su propia y traumática experiencia, y en la de otras miles de niñas y jóvenes con orígenes familiares. raciales y religiosos semejantes, que viven en países europeos. Sobre una chica de 16 años a quien su progenitor descubre con su novio y la obliga a ir a Pakistán – secuestrándola literalmente – para que aprenda las reglas de su cultura. Ha gustado, en general, con algunas reservas y no hay que perdérsela.

La segunda es ‘El pacto’, ópera prima de David Victori, cuyo cortometraje ‘La culpa’ tuvo una enorme proyección nacional e internacional tras ganar un concurso patrocinado por YouTube. En este filme de terror sobrenatural, narra el literal y metafórico descenso a los infiernos de una madre para salvar la vida de su hija. Protagoniza la asidua al género Belén Rueda. La crítica ha valorado su atmósfera y factura formal y ha deplorado sus guión y clichés, aún considerando que es un realizador a seguir. Es evidente que hay que verla.

Otra noticia a destacar es que sigue en cartelera una semana más la excelente ‘Siempre juntos’, de Gustavo Pizzi, cuya crítica está en el blog y de la que deberíamos hablar en nuestra próxima tertulia del miércoles, 3 de octubre. Desde hoy, y hasta el próximo jueves, pueden verla en el Avenida en una única sesión a las 20.30.

 

‘Siempre juntos’: Mater familias

Aunque el título de esta entrada no corresponda en absoluto al equivalente femenino del pater familias romano, sí sirve de metáfora, un tanto irónica, a la sobrecarga material, doméstica, conyugal, fraternal, de clase y maternal de la heroica protagonista de ‘Siempre juntos’. Una protagonista que asume tales obligaciones sin ejercer el poder, pero sí todas las decisiones para sacar adelante al grupo humano unido por lazos de sangre – marido, cuatro hijos varones, hermana y sobrino refugiados en su casa de un esposo y padre violento – con el que convive y además conseguir su certificado de estudios primarios.

Producción brasileña, con participación de Uruguay y Alemania, de 95 minutos de metraje, realizada por el guionista y cineasta Gustavo Pizzi, quien también  escribe el guión junto a la actriz principal, la espléndida Karine Teles. Excelentes la fotografía de Pedro Faerstein y la música de Maximiliano Silveira. Premios Feroz de la Crítica y Mejor Película Iberoamericana en el Festival de Málaga.

Curiosamente han coincidido este agosto en las carteleras dos propuestas fílmicas de Brasil que nos hablan de dos mujeres llevando adelante a su núcleo familiar. Una es ‘Como nuestros padres’, cuya reseña la tienen en estas páginas, y otra la que nos ocupa. En eso coinciden y discrepan en todo lo demás. En la historia, en el tratamiento, en el enfoque y en el contexto socioeconómico.

Esta es una película de clase. Es una película que retrata a gente trabajadora que malvive con mínimos ingresos, en una casa ruinosa que se cae a pedazos y cuyo único sustento es la librería- papelería de un, él sí, cabeza de familia que carece de sentido práctico y que es carne de cañón de cualquier estafa.

Así que, se repite de nuevo, quien la saca adelante, a todos los efectos, es esa mujer valiente, solidaria, generosa y comprometida con su numerosa familia. Con el marido, con los cuatro hijos, con la hermana – un buen retrato, por cierto, de los ciclos del maltrato y del maltratador – y con el sobrino. A lo que se añade la circunstancia de que el primogénito es fichado por un equipo alemán de balonmano y toca apechugar para conseguir el dinero y con el nido que les deja vacío de su presencia.

Esos retazos de vida, tan verdaderos, tan auténticos, de hermosa gente desheredada de la fortuna y en la escala social, pero millonaria en los afectos está muy conseguido. Un retrato de familia diferente, unida frente a todas las adversidades, plasmado con inteligencia, emoción y una dignidad ejemplares que no cae nunca en el chantaje sentimental, ni fuerza, ni subraya nada. Con mostrar lo que, y cómo lo, muestra es más que suficiente.

Esta pequeña joya va a proyectarse únicamente hasta el jueves inclusive en el Avenida, en sesiones a las 20.45 y a las 22.30. No deberían perdérsela.

‘Como nuestros padres»: Y como nuestras madres…

Laís Bodanzky es una directora de teatro, videoclips, series y de cine brasileña, de la cosecha del 69, que ha declarado a Público, en una excelente entrevista de Begoña Piña, a propósito de esta película – de 102 minutos de metraje, fechada en 2017, escrita por ella misma y por Luiz Bolognesi, con una solvente fotografía de Pedro J. Márquez, cuya historia remite a una mujer perfeccionista en todos los ámbitos de su vida por convicción, herencia y necesidad que, tras dos impactantes revelaciones de su madre, cambia radicalmente – que «las mujeres debemos hablar más de nosotras y debemos mirar cómo nos tratamos a nosotras mismas y entre nosotras… para que se descubra una mujer mejor».

Y así lo hace. Con una mirada, tan crítica como compasiva y tan irónica como dramática, al progresivamente caótico modus vivendi de una protagonista – la estupenda María Ribeiro – que no es, aunque también, muy autoexigente por sí misma, sino porque las circunstancias y un cónyuge ausente la obligan a serlo.

Y así lo hace. Con una narrativa que participa tanto del culebrón atípico en su tratamiento, como del cine más contemporáneo, con factura europea, en su puesta en escena. Y así lo hace, con la honestidad de cerrar algunas tramas, pero dejar abiertas la mayoría, incluyendo la propia conclusión. Porque en la vida misma eso es lo que ocurre también. Porque, cuando alguien evoluciona, su entorno – voluntaria o involuntariamente – también cambia.

Y así lo hace. Describiendo el día a día de una mujer, con dos hijas, con una madre y con un padre muy atípicos, que están separados. Con responsabilidades domésticas, laborales y familiares. Con una crisis que amenaza su relación conyugal y que debe afrontar, por si todo ello fuera poco, un drama y un descubrimiento que la enfrenta con sus propias raíces. Con una visión que evita el melodrama y que aborda con serenidad lo irreversible.

No, no es una película perfecta, ni redonda. Pero por sus virtudes, y pese a sus defectos. Por su valor, y por el amor a su historia y a sus personajes, más que recomendable. Véanla.

‘En cartelera’: Familia, vecindario y rehenes

Destacamos tres películas de entre la renovada cartelera de este viernes. Las tres podremos verlas también en sus versiones originales. Son, las comentaremos por este orden, una islandesa, una brasileña y una estadounidense.

La primera es ‘Buenos vecinos’, de Hafsteinn Gunnar Sigurösson. Sobre un hombre, acusado de adulterio por su prometida, que vuelve a casa de sus padres y allí se ve envuelto en un conflicto entre estos y sus vecinos a propósito de un viejo árbol. Entre el drama, la comedia familiar y la comedia negra, ha gustado en general y no hay que perdérsela.

La segunda es ‘Como nuestros padres’, de la directora Laís Bodanzky. Sigue a una mujer que quiere ser perfecta en todas las facetas de su vida hasta que una revelación materna la conmociona y se encuentra a sí misma. Ha interesado y debe ser vista.

Y la tercera es ‘El rehén’, de Brad Anderson. La historia sigue a un ex diplomático, fichado por la CIA para una misión difícil en la que le resultará todo un reto distinguir entre amigos y enemigos. Thriller de acción y espionaje ambientado en los 80, tiene muy buenas referencias y no hay que obviarla.

‘Blackwood’: Talentos ocultos

Rodrigo Cortés, cosecha del 73, es un actor, guionista, productor y director de cine español consagrado en el Festival de Málaga con su ópera prima ‘Concursante’ (2007), que obtuvo el Premio de la Crítica. Luego ha rodado en inglés, pero en localizaciones españolas, su aclamada ‘Enterrado’ (2010), Premio de la Crítica en Deauville, ‘Luces rojas’ (‘Red lights’, 2012) y esta que nos ocupa, cuarta de su filmografía. Referencias de la imprescindible página Wikipedia.

Así que, de momento y a su particular manera, este orensano se ha movido entre el terror y el fantástico, o mejor, entre una mezcla de ambos, con una mirada diferente sobre ambos géneros. A quien esto firma le han interesado bastante sus propuestas anteriores, con sus virtudes y defectos, pero lamenta dejar constancia de que ‘Blackwood’ resulta ser la excepción a esta regla.

El punto de partida de esta producción estadounidense – de 96 minutos de metraje, cuyo guión firman Mike Goldbach y Cris Sparling, sobre la novela homónima de Lois Duncan escritora juvenil y autora de las serie ‘Sé lo que hicisteis…’, con una impecable fotografía de Jarin Blaschke y una sugerente banda sonora de Víctor Reyes – no deja de tener su interés.

Habla de cómo la estancia de cinco adolescentes muy conflictivas en un estricto internado, al que alude el título, las convierte en criaturas habitadas por talentos extraordinarios que permanecían ocultos. Pero…

Reseñar que dos de las intenciones del realizador, en declaraciones suyas a diversos medios, de no hacer un film de terror al uso para consumo adolescente, ni tratar a esta generación de manera paternalista o condescendiente se han cumplido. El resto, no tanto… Aunque estén en la trama la importancia de la disciplina y el trabajo para alcanzar la excelencia frente a los brillos fulgurantes y tramposos, la naturaleza caprichosa de la inspiración y el castigo añadido a unas jóvenes con déficits afectivos, entre otros asuntos.

El problema es que todo ello se difumina en un guión confuso, disperso, caótico y aliado más con los efectos especiales que con los temas citados y el desarrollo de los personajes. El problema es que todo ello afecta a la coherencia narrativa de un relato gótico con una puesta en escena estilizada. El problema es que tampoco funciona a nivel genérico. Y, por supuesto, el problema es que todo ello afecta a un reparto solvente que se esfuerza por hacer creíbles a unos personajes esquemáticos.

Una pena. De todas formas, deberían verla y formarse su propia opinión.