La guionista y directora argentina Cecilia Atán, cosecha del 78, y su colega, y compatriota, Valeria Pivato, cosecha del 73, dirigen y escriben, en este caso también junto a Martín Salinas, conjuntamente este debut cinematográfico -fechado en 2017, que tiene una poética fotografía de Sergio Amstrong y una buena banda sonora, que suena cuando debe, de Leo Sujatovich – reconocido con, entre otros premios, el de Mejor Ópera Prima en el Festival de La Habana.
La historia sigue a Teresa, una mujer de 54 años, que ha pasado la vida sirviendo a una familia hasta que deciden vender la casa y la envían con unos parientes a mil kms de distancia. En el camino, que será accidentado, conocerá a un viajante con el que experimentará, sin proponérselo, una relación y unas emociones inesperadas.
Mezcla de drama y road movie, nada es irrelevante, ni gratuito, en ella. Un relato aparentemente sencillo, pero con una enorme carga de profundidad. Un retrato de mujer – que borda la espléndida actriz chilena Paulina García ( ‘Gloria’ ) – muy bien situado, a nivel del contexto de servidumbre en el que se ha desarrollado su vida, a través de flashbacks sutilmente mostrados a modo de recuerdos, sin necesidad de subrayarlos.
Un retrato de los límites de un país, de sus creencias y supersticiones, de su realismo, de sus miserias y de sus esperanzas a través del viaje que la protagonista emprende, por esos caprichosos azares del destino, en compañía de un vendedor, el notable actor y cineasta argentino Claudio Rissi, quien les describe a ambos como «piedras en el camino», de ahí el título de esta entrada.
Mirada cinematográfica de dos mujeres, sensible, empática, sutil, emocionante y solidaria con unas personas socialmente vulnerables y emocionalmente ricas y fuertes- especialmente en lo que se refiere al personaje central – cuyas existencias, por imperativo de clase, se han destinado al servicio de otras que no les corresponden afectivamente, ni les respetan, ni les consideran, ni a sus trabajos, en todo el valor que tiene. Sirva de ejemplo la relación de ella con el niño, ya un hombre, al que crió.
Dos piedras en el camino, dos criaturas solitarias, que son capaces de encontrar el uno en la otra, y viceversa, valores y placeres que ya creían perdidos. Pero a quienes no da – no podría ser de otra manera – una conclusión al uso…
Solo se proyecta en Sevilla en el cine Alameda en sesiones a las 19 y a las 21 horas. Por lo menos, hasta el jueves próximo incluido. Quien esto firma, lamentablemente, fue la única espectadora en la suya.
Una pequeña joya que nadie debería perderse.