Para la mirada feminista de quien esto firma enfrentarse al cine de Woody Allen nunca ha sido especialmente cómodo. Menos aún en los últimos tiempos. Porque, ¿saben?, escribir esta entrada le ha implicado consultar mucha documentación. Sí, está exonerado de las acusaciones de abuso por parte de Dylan Farrow – que fueron declaradas inconsistentes y contradictorias por la justicia, algo a tener en muy cuenta, pero que ella sigue manteniendo – a la que su hermano Ronan, abogado y periodista – a quien, por cierto, le corresponde parte del Pulitzer de Servicio Público 2018 por sus investigaciones del Caso Weinstein, relatadas por él mismo en el excelente documental ‘Intocable’, de Ursula Macfarlane – da total credibilidad habiendo compartido su infancia…
Que, por otra parte, esta polémica le ha generado problemas con Amazon, con quien tenía contrato para cuatro películas y que ha provocado que ‘Día de lluvia…’ no tenga aún distribución en Estados Unidos. Que además, dos de los protagonistas hayan declarado haber trabajado con él por contrato, pero que sus sueldos los cedían integramente a organizaciones contra los abusos…
Si a todo ello le añaden, además, que el neoyorquino tiene una filmografía en la que los rasgos de misoginia son otra de sus señas de identidad, como pueden leer en algunas de las entradas al respecto publicadas aquí … pues suma y sigue. Así que, pese a que cada estreno otoñal del realizador le generaba expectativas y el de esta que nos ocupa tampoco la ha dejado indiferente, también le ha removido muchas cosas.
92 minutos de metraje. El guión lo escribe el propio Allen, como es habitual. La fotografía, con la excelencia marca de la casa, su ya habitual Vittorio Storaro. La historia sigue a una joven pareja universitaria que se propone pasar un fin de semana en la Ciudad porque ella va a entrevistar a un famoso realizador en crisis creativa. Pero nada saldrá de acuerdo con lo previsto.
Esta comedia romántica, y de enredos, no carece en absoluto de encanto. Y resultaría incluso cautivadora si su responsable no fuese el que es. Porque habríamos escrito entonces algo así como: una película resultona con ecos de Woody Allen. Pero nos es dado exigirle más, bastante más, a un cineasta como él. Por eso, para esta firmante, es una obra menor en su filmografía.
Por eso. para esta firmante, tiene un guión muy cogido por los pelos, con situaciones que rozan la inverosimilitud. Por eso, para esta firmante, retrata a una juventud de ficción: guap@s, ric@s, cult@s, ingenios@s… y siempre alguno de origen judío. Por eso, para esta firmante, nos cosquillea con una nostalgia disfrazada de contemporaneidad. Por eso, para esta firmante, Allen lo ha hecho mucho mejor, con parecidos mimbres, en el pasado.
Porque también aquí asoma la patita misógina – casi escabrosa, aunque resuelta en blanco – en el personaje de Elle Fanning y en su relación con los homónimos de Liev Schreiber, Jude Law o incluso Diego Luna. Ocurre que el enorme talento, gracia, credibilidad y vis cómica de la actriz arrasa con tales clichés de su protagonista. Porque también aquí asoma la patita misógina con sendos temas de la prostitución con glamour y alto standing y redención tipo happy end, que ya verán.
Ha tenido la fortuna de que, además de con ella y los intérpretes adultos citados, ha contado con uno de los actores jóvenes más carismáticos y dotados de su generación, Timothée Chalamet, y con una Selena Gomez inteligente y aguda, que le da la réplica perfecta.
Escrito queda. En cualquier caso, está claro que debe verse.