Antonia Brico (1902-1989) fue una música holandesa, emigrada a Estados Unidos, dotada de un excepcional talento para el piano y para la dirección de orquesta, que vivió en una época de especiales dificultades para las mujeres en general y para las artistas, como fue su caso, en particular. En una época, que aún es esta en pleno siglo XXI, en la que las batutas eran masculinas, como las bandas y grupos en general, y resultaba tan inconcebible como insultante que pudiera detentarlas una mujer al frente de ejecutantes varones.
Además de todo ello, no tuvo unos comienzos fáciles pues sus progenitores no la trataban bien y eran hostiles a que desarrollara sus dotes. Luego, al saber que fue casi forzadamente adoptada y que su madre biológica, una adolescente que murió siendo muy joven, no la abandonó voluntariamente, decidió emanciparse. Tuvo que hacer frente a incontables dificultades.
Tuvo que malvivir y ganarse la vida como podía. Tuvo que, literalmente, mendigar a los prohombres de su tiempo la formación que necesitaba en un ambiente contrario a sus sueños creadores. Ejerció también la docencia y una de sus alumnas, la cantante de folk Judy Collins, dirigió un documental sobre ella en 1971 titulado ‘Antonia: Retrato de la Mujer’… hasta llegar a la guionista, productora, ayudante de dirección y realizadora holandesa Maria Peters, cosecha del 58 con 26 años de carrera en su haber y títulos como ‘Sonny boy’ (2011) en su filmografía, quien le rindió su tributo con esta película.
En esta película, que se inicia siendo la protagonista una chica muy joven, se narran tales datos biográficos citados. A los que se añaden su lucha y persistencia por conseguir su lugar en el mundo musical. A los que se añaden que dirigió, con gran éxito de público y crítica, contando con 28 años, la Filarmónica de Berlín, a las que siguieron – en Estados Unidos- la San Francisco Simphony Orchestra y la Musician Simphony Orchestra en el Metropolitan House.
Pero, como también se nos muestra aquí,… su carrera estuvo siempre erizada de dificultades con pocas actuaciones y en algunas de ellas tuvo que arreglárselas para, con su grupo de amistades, vender las entradas y con solistas que no querían ser conducidos por una mujer. Pero, como también se nos muestra aquí…, tuvo que luchar sin desmayo contra el recalcitrante machismo de su tiempo.
También se nos da cuenta de que fundó, en 1934, para demostrar las dotes de sus compañeras con todos los instrumentos, la New York Women’s Simphony que tuvo el madrinazgo nada menos que de a la sazón primera dama Eleanor Roosvelt y del alcalde La Guardia. Datos de Wikipedia, además de los del propio filme.
Lo mejor de ‘La directora de orquesta’ es su homenaje a esta mujer excepcional, su visibilización de una artista y luchadora extraordinaria en clave de gran espectáculo, en clave accesible para todos los públicos. Lo peor es que la recorre un romance almibarado, que es convencional, incluso ramplona y sentimentaloide en más de una ocasión. Que le sobra metraje y se toma su tiempo en llegar a lo esencial. Aunque también contenga momentos vibrantes.
Países Bajos, fechada en 2018, 137 minutos de metraje, correctamente fotografiada por Rolf Dekens y con una partitura ad hoc, piezas clásicas aparte, de Quinten Schram y Bob Zimmerman. Su actriz principal, que además es pianista, Christanne de Bruijn, lo da todo.
Pues ya lo saben, háganle un tributo a Antonia Brico y háganse con ella.