Producción estadounidense estrenada en HBO el 8 de julio de 2018, basada en la primera novela de Gillian Flynn (‘Perdida’) – quien la ha adaptado y producido, junto a otras cineastas entre ellas su espléndida protagonista Amy Adams – cuyo título original, como el del libro, es ‘Objetos afilados’.
Su creador es Marti Noxon; la componen ocho episodios de una hora aproximada de duración; su guión ha sido escrito por al menos seis personas; su espléndida fotografía la firman Yves Bélanger y Ronald Plante y su realizador es el director, productor y guionista canadiense Jean-Marc Vallée, cosecha del 63, entre cuya filmografía cabe destacar ‘Cafe de Flore’ (2011), ‘Dallas Buyers Club’ (2013) o ‘Demolition’ (2015) y que recibió un Emmy en 2017 por su trabajo tras la cámara en la celebrada serie ‘Big little lies’.
Advertirles, de entrada, que está considerada una de las joyas de la corona de esta plataforma y que ha suscitado aplausos mayoritarios entre la crítica, para que lo tengan en cuenta. A quien esto firma, por contra, le ha parecido más que insatisfactoria. No ha leído el libro, luego no puede comparar, aunque esto no sea óbice para juzgarla.
La historia remite a una periodista, torturada emocionalmente y con una fuerte adicción al alcohol, que vive y trabaja en Chicago pero a la que su editor – a todos los efectos, un padre para ella – la obliga a volver a su pueblo sureño para cubrir, en clave de crónica personal, los asesinatos de dos adolescentes. Lo que la forzará a enfrentarse con sus demonios familiares que perviven en el presente, y que están encarnadas por una madre que nunca la quiso y que la culpa indirectamente de la pérdida de su hija mayor y de ser una mala influencia sobre la otra, la menor, a la que acaba de conocer. Ambas hermanastras suyas.
Tiene, en su saldo positivo, una espléndida factura, un clima sugerente, una buena captación de la atmósfera y las hipócritas podredumbres de una comunidad asfixiante, encerrada en sí misma, ferozmente conservadora y endogámica en la que pocas personas, por decir algo, conservan su integridad y decencia. Además de un trío de intérpretes de excelencia como la citada Amy Adams, Patricia Clarkson y el descubrimiento de Eliza Scanlen.
Y en el negativo, siempre según la opinión de quien esto suscribe, todo lo demás. Mal narrada, peor escrita, más atenta al golpe de efecto y a la pirotecnia visual vacías de contenido, no le importa sacrificar el ritmo, la lógica interna y la propia credibilidad del relato en aras de epatar al espectador. Mezcla indigesta y aturrullada de recuerdos, a modo de flashes, de un pasado cercano y lejano, conectados al presente, del personaje central que pretende ser turbios y que resultan sobre todo confusos y banales, reiterativos. No desarrolla la investigación criminal, ni tampoco incide, más que muy superficialmente, en el pathos de la protagonista y de su entorno, pródigo en clichés.
Sus personajes, sobre todo l@s secundari@s no evolucionan, ni desarrollan interacciones mutuas. Y en cuanto a sus motivaciones… más de lo mismo. Por no hablar del tan aclamado final y de la misoginia que la habita y que constituye una de sus más burdas señas de identidad.
Pero, naturalmente, esta es solo una impresión personal, subjetiva, intransferible y… muy minoritaria. Véanla y juzguen por sí mism@s.