Desde 1970 a 1999 aproximadamente, y con más intensidad entre 1980 y 1990, se cometieron en las playas, parques, acantilados o espacios exteriores rocosos australianos numerosos crímenes contra hombres homosexuales que se «despacharon» como suicidios.
Solo el tesón de un norteamericano, hermano de una de las víctimas, y de la propia comunidad LGTB, consiguieron que la investigación policial – apática, insensible e indiferente entonces, cuyos altos cargos pidieron disculpas públicamente luego – diera un giro y se encontrara a los autores.
Algunos de ellos solían ser pandilleros adolescentes o muy jóvenes que acudían a los lugares de encuentros de gays para apalearlos y agredirlos brutalmente. Con tanto más odio aún por cuanto entonces el sida estaba muy presente, aunque no aparezca aquí. De hecho, se documentaron más de 80 asesinatos homófobos, de los que 30 están aún por resolver, además de la veintena de asaltos diarios que sufrieron. Fuentes: dosmanzanas.com y SBS Español.
En estos hechos terribles – que dieron lugar también a un documental – se inspira esta producción audiovisual australiana. Una miniserie -fechada en 2016, que consta de 4 episodios de 55 minutos de duración cada uno, que puede verse en Netflix, cuyo guión firman Kris Wyld y Kim Goldsworthy, cuya impecable fotografía firma Bruce Young y cuya partitura, que sirve muy bien al relato, se debe a Antony Partos. Fuentes: FilmAffinity, Wikipedia y El Diario Vasco.
Cuando los detectives Tori Lustigman, excelente Yael Stone (‘Orange is the New Black’) y Nick Manning, magnífico Noah Taylor ( ‘Juego de Tronos’ ‘Peaky Blinders’) investigan un atroz delito en una mansión, están muy lejos de imaginar que este caso se revelará como el primero de una serie cuyas víctimas son homosexuales a quienes el asesino capta a través de una app de citas.
Que, además, están conectados con crímenes sin resolver perpetrados contra gays entre finales de los años 80 y principios de los 90, que a la protagonista le tocarán profundamente al estar vinculados con un drama familiar. Esto la llevará a contravenir las normas, para desesperación de su compañero, y con la hostilidad de un jefe machista, prepotente y heterosexista que la subestima y desconfía de sus iniciativas.
Como thriller no deja de ser convencional, con los sospechosos habituales y giros de la trama, sorpresa final incluida. Lo interesante de este relato es cómo nos muestra el infierno dentro del mismo paraíso. La oscuridad dentro de la luz. La carcoma del prejuicio y el odio al diferente corroyendo una sociedad solo aparentemente abierta. La cara b de la idílica e icónica playa de Bondi, más inquietante y sangrienta que nunca.
La homofobia generalizada y respaldada por los agentes de la ley y las instituciones. Las complicidades culpables de un microcosmos heteronormativo a ultranza. Los pasados ominosos y los presentes respetables. La ceguera de quienes se niegan a asumir lo evidente, junto a la determinación, aliada a la culpa, de una hermana que no ceja en su empeño de esclarecer tales delitos por sí misma y por las otras familias.
Deberían verla.