Por segundo día consecutivo, el viernes fue el primero, acudió ayer esta firmante al local de referencia de la cinefilia sevillana, el Avenida. Por segundo día consecutivo, desafiando sus miedos, neuras e hipocondrias, se enfrentó como espectadora a su segunda mirada de mujer. Tras Iciar Bollaín, Marielle Heller. Dos películas valiosas y más que interesantes, pero radicalmente distintas en temática, factura, estilo, tratamiento y enfoque.
Pongamos esta que nos ocupa en contexto: Como en el caso de su estupendo y anterior título, ‘¿Podrás perdonarme algún día?’ – cuya reseña la tienen en este blog y que debatimos en la añorada tertulia de cine Luis Casal Pereyra – la escritora, guionista, actriz y cineasta estadounidense ya mencionada Marielle Heller, cosecha del 79, parte de hechos y personajes reales. En la primera, del libro autobiográfico de Lee Israel, o Leonora Carol Israel, biógrafa y escritora.
En la segunda, esta que analizamos aquí, se adapta un articulo de uno de los protagonistas, Lloyd Vogel en esta ficción, trasunto del periodista Tom Junod, cosecha del 58, que solía hacer perfiles muy críticos. Con la excepción de este, publicado en el Esquire, fechado en 1998, titulado ‘Puedes llamarle… Héroe?» donde trazaba una larga semblanza de su crucial encuentro con el otro protagonista, Fred Rogers, que dio lugar a una larga amistad y cambió radicalmente sus esquemas de por vida.
Fred Rogers (1928-2003) músico, guionista, marionetista y presentador fue el artífice de un programa infantil llamado ‘El vecindario de Mr. Rogers’ – de hecho, el título original de este filme en ‘Un día maravilloso en el vecindario’ – en antena desde 1968 hasta 2001. Hombre de sólidas convicciones religiosas, fue nombrado ministro prebisteriano en 1962.
En este espacio intentó siempre promover el desarrollo y bienestar emocional de la infancia, no eludiendo ningún tema por espinoso que pudiera parecer. En un escenario con maquetas entraba en «casa» (el plató), despojándose de su chaqueta y zapatos para vestir una rebeca roja y zapatillas, icónicas señas de identidad. Utilizaba temas musicales y a sus queridas marionetas.
La realizadora ha tenido el talento suficiente, la extremada delicadeza, la sutil inteligencia, el sentido del humor, la combinación de drama y comedia, además de una puesta en escena absolutamente hermosa, elegante y estilizada que mezcla ficción y realidad, plató y escenarios reales, maquetas y paisajes urbanos, para convertir el encuentro de estos dos hombres tan diferentes en un emotivo canto a la bondad en el buen sentido, en el mejor sentido de tal palabra.
Uno, cínico, descreído, padre y marido ausente, con una visión demoledora de la realidad y de la fauna humana de su entorno. Un escéptico y roto a su pesar. Un hombre herido en su infancia por un padre al que lleva muchos años sin ver y cuyo abandono de su familia, con su madre mortalmente enferma, no puede perdonar y que vuelve a su vida…
El otro, tan optimista como su programa, tan lleno de luz y perdón porque es capaz de gestionar sus emociones más oscuras. Transgresor y rompedor de esquemas, nunca paternalista y habitado por la empatía y la compasión -«nunca me comería a nadie que haya tenido madre» le declara a su entrevistador al que convierte en entrevistado. Un hombre que ama a l@s niñ@s por como son y no por como serán, que reclama ponerse en el duro lugar de la infancia. Un progenitor que fue capaz de acercarse a sus hijos, cuando más lejos estaban…
Este encuentro, este relato fílmico, escribíamos, no es moralista, ni blandengue, ni azucarado, ni meloso, ni posee tentaciones de proselitismo religioso o de autoayuda al uso. Es un encuentro de dos personalidades opuestas del que ambos se enriquecen, del que ambos salen mejores. Y hay que hilar muy fino para conseguirlo.
Producción norteamericana, de 108 minutos de metraje, fechada en 2019. Su guión adaptado lo escriben Micah Fitzerman-Blue y Noah Harpster. Su espléndida fotografía la firma Jody Lee Lipes y su excelente banda sonora, con temas y números musicales, Nate Heller. Destacar el extraordinario tándem interpretativo de unos enormes Tom Hanks y Matthew Rhys, a quienes todos los reconocimientos les son debidos. Pero sería injusto no mencionar a Chris Cooper o a Susan Kelechi Watson, entre un reparto admirable.
Abran sus mentes y véanla.