Cine en plataformas. Toma 2, Netflix. ‘Noticias del gran mundo’: El largo camino a casa

Año de gracia de 1870, Texas. Un capitán confederado, y veterano de muchas lides, que responde al nombre de Jefferson Kyle Kidd, ya finalizada la contienda fratricida aunque no el enquistado odio entre las fuerzas enemigas, recorre los caminos polvorientos del territorio llevando las noticias del gran mundo – porque en su vida civil fué impresor – a gentes ávidas de historias y novedades más allá de sus misérrimos día a día y así se gana la vida.

En una de esas jornadas, su camino se cruza con una niña de 10 arisca y salvaje, doblemente huérfana, asesinados sus padres biológicos alemanes y los adoptivos – indios kiowas, sus secuestradores – con los que ha pasado seis de su corta vida y cuyas costumbres e idioma ha hecho suyos. Una niña nacida como Johanna, pero que se reconoce como Cigarra e hija de Aguas Turbulentas. Está sola en el mundo, en una tierra extraña y hostil, y el militar narrador decide entregarla a la única familia que le queda, la hermana de su madre y su marido que viven a varias semanas, siempre en línea recta… de distancia. Esta película narra ese largo camino a casa.

Un largo y duro camino, lleno de asechanzas, por territorios salvajes, ásperos y rocosos, donde cualquier emboscada es posible. Un largo y duro camino por grandes praderas y desérticas llanuras donde impera la ley del más fuerte, la ley de maleantes, de forajidos y pistoleros. Un largo y duro camino donde los indígenas, ahora confinados en reservas, siguen – invisibles, aunque presentes – el rastro de una de las «suyas», rubia y de ojos intensamente azules, que lleva el pelo corto en señal de duelo.

Un largo y duro camino en el que el hombre deberá rendir cuentas a la esposa, cuya fotografía lleva siempre consigo, que está muy cerca de su destino. Un largo y duro camino en el que el adulto y la menor aprenderán, tras las desconfianzas y el miedo iniciales de la segunda, a comprenderse, a respetarse, a comunicarse aprendiendo sus mutuos idiomas, a sobrevivir, a defenderse, a constatar que están solo y sola en el mundo, con unos pasados llenos de pérdidas, sangre y muerte. A reencuentros dolorosos y difíciles. A… mucho más. Tanto más, que no puede, ni debe, contarse. Hay que verlo, hay que verla.

Hay que ver cómo filma este hermoso, sensible, inteligente, intenso y conmovedor western estadounidense, mezclado con el drama y con la road movie, fechado en 2020, de 118 minutos de metraje, el guionista, productor y cineasta británico Paul Greengrass, cosecha del 55 que ha rodado con pulso y talento las aventuras de Bourne, pero también los atentados terroristas del 22 de julio en Oslo y Utoya, o los del 11S a bordo de un avión, entre tantos créditos más.

Un realizador que adapta aquí magistralmente, junto a Luke Davies, la novela de Paulette Jiles. Que consigue integrarte en el relato a ras de tierra y cielo, con una puesta en escena elegante y majestuosa, en unos escenarios grandiosos e inquietantes fotografiados con excelencia en todas sus tonalidades por Dariusz Wolski, acompañados de la intensa y delicada partitura de James Newton Howard. Y de unos intérpretes eminentes a los que prestan sus rostros y talento Tom Hanks y el descubrimiento de Helena Zengel entre un reparto excelente y coral de notables secundari@s.

Viene precedida de las mejores críticas. De tantos premios y reconocimientos que sería muy largo enumerar, como a los Globos de Oro, Sindicato de Actores, Asociaciones de Críticos diversas o a los Satelite Awards en su muy previsible, y corto, camino hacia los Oscar.

Está, se reitera, en la oferta de Netflix. Su visión es obligada.

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