‘Black Phone’: El terror está ahí fuera…

En esta película, ambientada en la Denver de los años 70, un secuestrador enmascarado atrapa, valiéndose de argucias, promesas de trucos de magia y una furgoneta negra llena de globos del mismo color, a un niño de 13 años inteligente y sensible. Luego se sabrá que lo ha hecho con varios adolescentes más, todos varones y compañeros de instituto.

Entre ellos, su mejor amigo y algún que otro enemigo. Encerrado en un sótano a prueba de ruidos, el viejo teléfono de pared del cuarto, al que alude el título, suena pese a estar desconectado. Aunque «el captor» lo atribuye a un origen mecánico, el chico descubrirá pronto que le trae las voces de quienes le precedieron para ayudarle a librarse de un fatal destino que les alcanzó a ellos…

Cuando esta firmante tenía claras las líneas generales de esta crítica, acaba de leer casualmente una entrevista de Víctor López G, el pasado 30 de junio en la imprescindible página Espinof con el director de ‘Black Phone’ – el escritor, guionista, productor y cineasta norteamericano Scott Derrickson, cosecha del 66, que tiene entre sus créditos títulos como ‘El exorcismo de Emily Rose’ (2005), ‘Sinister’ (2012) o ‘Doctor Stranger’ (2016) – que las confirman.

Y las confirman porque Derrickson comenta que, aparte de su admiración por la mezcla de géneros del cuento de Joe Hill – a la sazón hijo de Stephen King – en la que está basada, es su «propuesta más personal en la que ha tratado, tras años de terapia, asimilar la naturaleza traumática de su propia infancia y la violencia que experimentó en su entorno, tanto escolar como familiar y por lo que le ha interesado contar una historia sobre personajes con los que tiene un fuerte vínculo»

Sin haber leído esto, quien esto firma tenía claro que, como sugiere en el título de esta crítica, el peor de los terrores de este relato fílmico no estaba dentro de ese cubículo siniestro donde el protagonista está encerrado, sino fuera. En la brutal violencia que un chico diferente, con capacidades superiores, sufre a manos de los matones de su curso y en la doméstica a cargo de un padre alcohólico y cruel que no tolera su singularidad y que abusa sin límites de su posición.

Un poder absoluto que ejerce contra él y contra su hermana, una niña atípica que ha heredado de su madre el don de los sueños visionarios. Un don «maldito» – por el que el progenitor la castiga golpeándola con ferocidad, ante la impotencia del chico que lo presencia, para «librarla» de esas visiones que hicieron que la progenitora se «quitara» la vida – que será una pieza clave en la investigación policial.

Todos estos terrores están presentes en la vida del personaje central que, no obstante, goza de la protección de otro chico víctima también del villano. Terrores que respaldan una violencia sin límites en el propio entorno educativo, en el que la brutalidad de las peleas, sangrientas peleas, es jaleada por el alumnado sin apenas excepciones.

Y luego están, entre el terror citado, las violencias citadas y el thriller, esos fantasmas que se manifiestan a través del hilo telefónico, pero que también se hacen presentes aunque la víctima no pueda verlos. Los fantasmas de quienes precedieron al personaje central en su cautiverio.

Fantasmas de cuyas desapariciones tenemos constancia a través de los carteles que les buscaban y a través de flashbacks que les muestran en el momento de ser capturadas. Fantasmas que no recuerdan sus nombres, ni identidades, aunque su compañero, y en un caso amigo sí los reconoce, pero que revelan datos claves que, junto a las visiones de su hermana, conducirán a la conclusión.

Producción estadounidense, fechada en 2021, de 102 minutos de metraje. Su guion lo escriben C. Robert Cargill y el propio director sobre el relato ya citado de Joe Hill. Retrata muy bien la tonalidad de su tiempo, está notablemente ambientada, Brett Jutkiewicz y la música, que subraya con solvencia los sobresaltos, está firmada por Mark Korven. Del reparto, destacar a un inquietante Ethan Hawke y los talentos de Mason Thames y de Madeleine McGraw.

Es una propuesta intensamente personal, crítica y sentida, más allá de los sustos, que a esta firmante, pese a no ser todo lo redonda que podría haber resultado, le ha llegado. Muy bien filmada y con sentido del ritmo y del suspense Un retrato en negro de una época, de un país y de una franja de edad tan vulnerable como cruel, tan verdugos como víctimas del poder absoluto de unos malvados.

Deberían verla.

2 Respuestas a “‘Black Phone’: El terror está ahí fuera…

  1. Soy MDolores. Fui a ver Black Phone la semana pasada. Me gustó. Mantiene el interés hasta el final

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