Archivo mensual: agosto 2022

‘Fire of love’: Sobre el volcán

Una mujer – Catherine Josephine Conrad (1942-1991), conocida como Katia Krafft, física, geoquímica y vulcanóloga francesa cuya vocación se fraguó, siendo adolescente, a pocos metros del Etna – y un hombre – Maurice Krafft (1946-1991), geólogo y vulcanólogo francés cuya vocación se fraguó, siendo un niño, a pocos metros del Stromboli – se conocen en la universidad de Estrasburgo, contraen matrimonio en 1970, deciden no tener descendencia y dedicar sus vidas al…

… estudio de los volcanes en erupción, de los que fueron pioneros. En sus inicios debieron valerse de sus pocos ahorros para acceder a sus objetivos. Luego – cuando sus impresionantes fotografías, documentos, libros y filmaciones de estos fenómenos tan peligrosos rodados a pie de cráter, en paralelo a la lava y con las explosiones ígneas a sus espaldas – suscitaron el interés, no sólo científico sino del gran público, pudieron viajar por todo el mundo siguiendo su pasión.

Katia y Maurice, apodados «los diablos de los volcanes», eran conscientes del peligro que corrían. Eran conscientes de que su vida podía acabarse de un momento a otro, pero no les importaba por el hecho de estar juntos y porque habían accedido, gracias a la proximidad a esas erupciones, a unas experiencias extraordinarias, de imponente majestuosidad, vedadas al común de los mortales.

Katia y Maurice eran científicos y analizaban rocas, residuos, cenizas y la trayectoria de las explosiones. También las anticipaban, porque querían salvar vidas, y por ello alertaron a las autoridades, que ignoraron tales alarmas, para que evacuaran a la población en la del colombiano Nevado del Ruiz que causó en 1985 más de 25.000 muertes humanas y otras tantas, no contabilizadas, no humanas. Aunque esta fue una trágica excepción, evitaron muchas muertes por sus conocimientos y advertencias.

Katia y Maurice amaban y analizaban también los productos desechados por los cráteres y eran compasivos, hay varias escenas de ella al respecto, con los animales víctimas de esa furia incandescente, a la vez devastadora y creadora para el planeta, procedente de las entrañas de la tierra.

Katia y Maurice dividieron a los volcanes en dos categorías: los rojos, más efusivos, predecibles, amables y no tan asesinos y los grises más impredecibles y letales. Kate y Maurice decidieron, al final de sus vidas, centrarse en estos últimos.

Katia y Maurice volvían a casa, a su casa de París, en junio de 1991, cuando fueron alertados de la erupción del Monte Unzen en Japón. Mientras la filmaban y fotografiaban fueron engullidos, junto a 40 periodistas que cubrían el hecho, por un flujo piroclástico. A ella, a él y a todas esas personas está dedicado este documental, una mirada de mujer…

… la de Sara Dosa prestigiosa y galardonada productora y directora estadounidense, especializada en el género, que conoció casualmente la historia de la pareja protagonista y le cautivó el triángulo amoroso, el dramático triángulo amoroso, entre Katia, Maurice y los volcanes.

El resultado es una película fascinante, hipnótica, grandiosa, bellísima y aterradora. Creativa e ingeniosa, además de rigurosa, documentada y objetiva, en su uso de la voz en off, de la animación, de las impactantes imágenes de archivo de los cráteres inmortalizados por la pareja y sus declaraciones a cámara, a los medios… en un retrato lúcido, intenso, apasionado, complejo y poliédrico.

Un documental, tan hermoso como trágico, en el que se rinde un tributo excepcional a dos personas: a un hombre y a una mujer excepcionales en su amor por la tierra, en su búsqueda del conocimiento, en su inmersión durante más de dos décadas en las entrañas de esos volcanes rojos y grises tan amados.

Sobre ellos, sobre sus cráteres, sus detritus, sus lenguas de fuego o grises cenizas candentes, en la primera línea de fuego, nunca mejor dicho en este caso, Katia y Maurice se internaron, asomaron, fotografiaron, rodaron, escribieron y se inmolaron para la posteridad.

Producción estadounidense, fechada en el año en curso, de 93 minutos de intenso y absorbente metraje. La escribe la directora junto a Shane Boris, Erin Casper y Jocelyn Chaput. La fotografía con excelencia, aparte de las monumentales imágenes del archivo de los Krafft como se ha escrito antes, Pablo Álvarez-Mesa y su notable partitura, que suena cuando debe, la firma Nicolas Godin.

No se la, no se lo, pierdan.

‘Nop’: No(p) mires arriba

De entrada, estamos ante una película que te rompe los esquemas, que te perturba, que te crea un extraño desasosiego y que te saca de las zonas de confort pero que, paradójicamente, también te remite a clásicos referentes cinéfilos.

De entrada, estamos ante una película mezcla de western y de ciencia ficción, pero que contiene elementos reales como el maravilloso clip del primer jinete posiblemente negro al galope, precursor de las imágenes en movimiento, que la protagonista y el protagonista reivindican como su tatarabuelo.

De entrada, se ambienta en una California oscura y profunda, interior y árida, muy lejos de las playas azules para gente dorada. De entrada, se ambienta en una California de gente pionera, y al tiempo marginada, gente afroamericana a la que le estaba destinada la cría de caballos y ciertos (sub)productos del mundo del espectáculo.

De entrada, a la animalista que esto firma no le gusta nada la utilización de équidos, ni de ninguna otra especie no humana en las películas porque siempre, siempre, siempre, comporta explotación. Pese a que en los créditos finales pueda leerse aquello de: «Ningún animal fue dañado en el rodaje de este film»

Y así lo escribe, dejando constancia de que esta es la peor parte para ella de un relato fílmico absorbente. Ni siquiera por eso tan manido de las «necesidades del guion». Pero, pese a todo, y como son tratados con cierto respeto y tienen un rol positivo, siguió viéndola.

De entrada, la historia de ese hermano y esa hermana, criadores a través de cuyos ojos recorremos paisajes desérticos, ranchos aislados y lejanos, filmaciones y parques temáticos de westerns desolados e inquietantes por unos encuentros en la tercera fase terroríficos.

Un hombre que susurraba a los caballos y una mujer rabiosamente independiente aliados frente a unas fuerza extraterrestre que… Y hasta aquí puede leerse.

Coproducción entre Estados Unidos y Japón, fechada en el año en curso, de 130 absorbentes minutos de metraje. La escribe y la dirige el actor, comediante, guionista y realizador Jordan Peele, cosecha del 79, con títulos en su haber como ‘Déjame salir’ (2017) y ‘Nosotros’ (2019).

La fotografía muy bien Hoyte van Hoytema y su excelente banda sonora se debe a Michael Abels. Sus protagonistas dan lo mejor, especialmente en lo que respecta a Daniel Kaluuya y a Keke Palmer, que lo bordan.

Aún está en cartelera esta rara avis tan pródiga en lecturas, metáforas, referentes y significados. Pero que también puede contemplarse tal cual, dejándose fluir e inquietar por una historia en la que la llamada realidad es puesta sistemáticamente en cuestión.

No se la pierdan.

Series en plataformas, Amazon Prime Video. ‘Días mejores’, Temporada 1: El grupo

¿Qué tienen en común una médica de urgencias treintañera, una estudiante veinteañera, un mexicano miembro de un grupo musical y un directivo y propietario de una empresa de seguros, o lo que es lo mismo Sara, Graci, Pardo y Luis, y qué les vincula, a su vez, con Soledad…?

El cuarteto de las dos mujeres y los dos hombres son pacientes de un grupo de terapia muy especial dirigida a personas que han perdido recientemente a seres queridos y que, a su vez, tienen a su cargo a hijas e hijos. Soledad es la psicóloga que coordina estas sesiones de periodicidad semanal.

A lo largo de 10 episodios, de 50 minutos cada uno, se nos va acercando a esas criaturas dolientes, a sus circunstancias, a sus personalidades y a sus duelos. Un retrato colectivo e individual en el que nada se da por establecido.

En el que lo que se dice, lo que se representa en imágenes del pasado a modo de flashbacks, lo que se cree, lo que se percibe y lo que se asume no son exactamente lo mismo.

En el que vamos conociendo sus angustias, miedos, inseguridades, engaños, autoengaños, fortalezas y culpas. En el que se nos muestra cada pérdida, tan diferente en cada caso, cada vacío, cada manera de intentar, personal e intransferiblemente, hacer frente a esas ausencias irreversibles y que les han convertido en madres y padres en solitario.

Pero también en sus interacciones mutuas, en los vínculos que se crean en la terapia y fuera de ella. Porque en esta ficción nada convencional se rompen las normas de tales dinámicas sanadoras y sus componentes se relacionan entre sí y también con la terapeuta que, como ellas y ellos, tiene el corazón roto.

Un guion sólido, una narrativa nada lineal que sorprende a cada paso, incluso cuando crees que las historias van cerrándose, en un final imprevisible que no se revelará en esta entrada.

Brillantemente dialogada, es un drama complejo e intensamente emotivo cargado de esperanza pero también de sufrimiento. Habitado también por la empatía, sabe esquivar sabiamente los sentimentalismos y convenciones que la acechan con giros inesperados.

Producción española, fechada en este año, creada por Cristóbal Garrido y Adolfo Valor quienes también la escriben junto a Sara Alquézar, Alba Carballal y Daniel Martín Serrano. Quienes también dirigen algunos capítulos junto a Alejo Flah, Arantxa Echevarría y Jota Linares.

Su excelente fotografía la firman Óscar Durán, Alfonso Postigo y Aitor Mantxola. Su estupenda banda sonora se debe a Julio de la Rosa. Esto aparte de los preciosos temas musicales que en ella suenan.

Y qué decir de ese plantel de actores y actrices de talento que la protagonizan como la eminente Blanca Portillo, el magnífico Francesc Orella, la notable Marta Hazas junto a los no menos dotados Erick Elías o Alba Planas, por mencionar sólo al quinteto protagonista. Aunque sea injusto no hacerlo con un@s secundari@s en estado de gracia.

Esta firmante, que ustedes, no se la perdería. Véanla en Amazon Prime Video.

Vistas en la televisión. Telecinco, ‘Desaparecida’: Mi ángel

Kim Farrant es una cineasta australiana, de la cosecha del 75, que tiene en su haber tres títulos que transitan entre el drama, la pérdida, las desapariciones, el thriller y el thriller psicológico. A saber: ‘Strangerland’ (2015), esta que nos ocupa, ‘Desaparecida’ (2019) – cuyo título original es ‘Angel of Mine’, que la ofertaba Filmin y que ya no la tiene disponible – y ‘Fin de semana en Croacia’ (2022), que está en Netflix.

Esta firmante se decidió a verla esta noche, en la cadena privada a que alude el título de esta crítica, porque es una mirada de mujer, porque la protagonista es la admirable actriz sueca Noomi Rapace y porque quería saber el enfoque que le daría su directora, que se mueve con dignidad en parámetros comerciales, a una historia de entrada tan manida y que ha sido, con variantes, carne de sobremesa televisiva.

La historia en cuestión sigue a una mujer en duelo permanente y obsesivo por la pérdida de su hija, al incendiarse el hospital en que nació, que cree reconocerla, siete años después, en la hermana pequeña de un amigo de su hijo mayor, de su ya único hijo. Y tal reconocimiento se debe a que es idéntica a una foto suya de la misma edad.

Absolutamente convencida de que es su niña, la sigue, la persigue, acosando a su familia, mientras su entorno laboral y familiar se va desmoronando. Como puede comprobarse, un material narrativo mil veces visto. Sólo que ‘Desaparecida’ o ‘Angel of Mine’ no es exactamente lo que parece o lo que hace temer su sinopsis.

Las claves del subgénero están ahí, sí, pero la directora las subvierte sabia y lúcidamente. Y lo hace mostrando no sólo el alucinado microcosmos del personaje central, que ha dado al traste con su matrimonio, que puede hacerle perder el afecto y la custodia del hijo que le queda, que la afecta a nivel laboral, que le ha valido un internamiento en el pasado y una terapia, no muy efectiva en el presente…

Y lo hace generando nuestra empatía hacia esa criatura atormentada y sensible, desgarrada y convencida de que suya es la verdad. Y lo hace de tal forma, con una narrativa habitada por el clima y la atmósfera, que somos capaces de ver simultáneamente con sus ojos y con los de quienes la rodean.

Y lo hace porque ella no es la Rebecca De Mornay de ‘La mano que mece la cuna’, porque esa cuna estuvo siempre vacía. Y lo hace porque no es la psicópata al uso, sino una mujer doliente, compleja y que lo fía todo a una intuición que la lleva a perseguir un objetivo, en el que el fin justifica los medios, a toda costa y contra toda esperanza.

Y lo hace enfrentándose, primero noblemente y luego con rabia, a otra madre, a otra familia, que defienden lo suyo. Y lo hace…

Coproducción entre Australia y Estados Unidos, fechada en 2019, de 98 minutos de metraje. Su osado, pero sólido, guion lo firman Luke Davies y David Regal. La fotografía muy bien Andrew Commis y la banda sonora, que subraya igualmente bien lo narrado, se debe a Gabe Noel.

Además de la inmensa, eminente, Rapace, destacamos en su reparto a Luke Evans e Yvonne Strahovski.

Es valiente y sugerente, intensa y desgarrada y maneja muy bien las luces y las sombras del relato y de sus personajes. A ver si Filmin, u otra plataforma, se decide a ofertarla de nuevo en su catálogo. Cuando esto ocurra, véanla sin falta.

Escrito queda.

‘La fotógrafa de Monte Veritá’: Otro mundo es posible…

De acuerdo con la imprescindible página de consulta Wikipedia: «Monte Veritá (Colina de la Verdad, en castellano) es una colina de 350 metros de altura, situada en Ascona, cantón suizo del Tesino, que ha servido como sede de diversos eventos utópicos y culturales, así como de diferentes comunidades desde el comienzo del siglo XX»

Se la ha llamado también «la primera comuna hippie de la historia». Fundada en 1900, siguiendo a la página citada, por Henry Oedenkoven y su compañera Ida Hofmann – sobre todo ella, porque él se ausentaba a menudo para conseguir financiación – quienes compraron una colina en el lugar estableciéndose como una cooperativa vegetariana, basada en los principios del socialismo primitivo, nudista y comprometida en contra la propiedad privada, el matrimonio o los dogmas en general.

También fue la sede del Sanatorio Monte Veritá. Por allí pasaron intelectuales y artistas de la talla de Jung, Paul Klee, Rudolf Steiner, Herman Hesse e Isadora Duncan entre un larguísimo etcétera. Los dos últimos citados, el escritor y la bailarina aparecen fugazmente en esta película…

… En esta película – una coproducción entre Suiza, Austria y Alemania, fechada el pasado año, de 116 minutos de metraje, dirigida por el documentalista y cineasta suizo Stefan Jäger, cosecha del 70, cuyo excelente guion firma una mujer, Kornelija Naraks, cuya hermosa fotografía se debe a otra, Daniela Knapp y cuya estupenda banda sonora es de Volker Bertelmann – se narra la historia de esta utopía a través de los ojos de…

… Una joven de 29 años, Hanna, infelizmente casada y madre de dos niñas lleva una existencia convencional de alta burguesía en la Viena de 1906, bajo el Imperio austrohúngaro. Aquejada de un asma severa, un joven terapeuta – Otto Gross, psiquiatra anarquista, profesor de Jung, un personaje tan fascinante como oscuro – le recomienda el Sanatorio.

Ella, aunque ávida de libertad, duda por lealtad a su familia. Pero cuando un marido prepotente, brutal y autoritario que no se preocupa ni de su salud, ni de su placer – de hecho, la embiste y viola en sus relaciones íntimas – llega a una violencia física aún más extrema huye.

Allí, en Monte Veritá, descubre la naturaleza, la sensualidad, el aire libre, el respirar, dentro de sus límites, abiertamente, la belleza cortando el aliento de unos paisajes, unas colinas y unas montañas majestuosas. Redescubre, y puede ejercerla, su pasión por la fotografía y registra lo y a quienes ve.

Descubre a unos personajes valientes e imperfectos, llenos de pasión e intensidad en su convicción, desde su colina, de estar cambiando las cosas personal y políticamente. Personajes como la fuerte y frágil Lotte Hattemer, educadora alemana y cofundadora de la Colina, además de a Ida, Henry y Otto, ya citados.

Descubre que puede ser útil a la comunidad además de beneficiarse de ella. Descubre personas y formas de vida impensables en su anterior existencia. Descubre…

La mirada del realizador, que es la de su protagonista como ya se ha escrito, sobre estos hechos y personajes reales tan absorbentes no es lineal, sino de alguna manera circular. Introduce el pasado en el presente sin solución de continuidad animándonos a encajar las piezas del puzzle. Mezcla recuerdos, vivencias, reflexiones, pasado, presente y futuro con una puesta en escena elegante y pasional.

Y lo hace rindiéndole el mejor tributo posible a esas mujeres y a esos hombres que creyeron que otro mundo era posible y se atrevieron a vivirlo. Mujeres y hombres a quienes prestan sus rostros y talentos Max Hubacher, Julia Jentsch, Philipp Hauss o Hannah Herzsprung. Y, sobre tod@s la magnífica Maresi Riegner. Y esa conclusión que…

Descúbranla, descúbranlo, viéndola. No se la pierdan.

‘Vortex’: Descomposición

«A todos a quienes se les pudre antes el cerebro que el corazón’ es la impactante dedicatoria de esta demoledora y durísima película de la que es imposible salir indemne.

Una película que comienza con los títulos de créditos finales completos. Que en ellos también junto al nombre de la actriz y los dos actores protagonistas – aunque haya también algun@s secundari@s, la historia está centrada en los tres – aparecen sus fechas de nacimiento, así como la de su realizador.

Que también en el arranque vemos un video, en blanco y negro, de una jovencísima Françoise Hardy cantando el tema hermoso y cruel ‘Mon amie la rose’ sobre la fugacidad de nuestro tiempo en la tierra. Un tema pertinente como lo es recordar que la cantautora y actriz, que cuenta con 78 años, padece un cáncer terminal de laringe que le causa terribles sufrimientos y por el que ha pedido la eutanasia.

Una película que termina, a modo del cine clásico y pionero aunque no tenga nada que ver…, con la palabra FIN en blanco sobre negro. Una película que no hace concesiones y no aplica anestesia alguna.

Una película que parte de la historia de un matrimonio anciano – escritor aún en ejercicio y antigua doctora – en el que él tiene problemas cardíacos y ella padece alzheimer, que viven confinados en su espaciosa casa, en la que raramente coinciden, salvo por las compras de él en comercios del barrio o por las escapadas de ella que apenas si conoce a nadie ni sabe dónde está…

Una película en la que también se nos muestra a su hijo adicto, que tiene una pareja en similares condiciones, y a su nieto pequeño que está inserto en esa familia disfuncional. Que trapichea lo que puede, que les pide dinero, pero que, a su manera, se preocupa por sus progenitores y sobre todo le inquieta la desidia del padre respecto a la salud materna.

Una película, hora es ya de escribirlo, en la que el marido es un narcisista que descuida, por no tener remedio y ser una enfermedad conocida según lo justifica, el tratamiento de la esposa y no habla con especialistas, de los que dice tener una lista, que podrían ayudarla.

Que prepara un libro sobre cine, que le fastidia el mal de su compañera a la que no trata demasiado bien, y está enamorado de una mujer con la que mantuvo una larga relación en el pasado y a la que vemos fugazmente en una reunión, la única escena de vida social, de sus colegas en el piso. Mientras ella deambula cual fantasma por las habitaciones y perpetra estropicios involuntariamente.

Todo ello desemboca en la propuesta del hijo de que vendan la casa para ingresar en una buena residencia, a lo que ambos se niegan. La mujer llega a decir que deben deshacerse de ella y…

El productor, editor, actor, guionista, director de fotografía y cineasta argentino afincado en Francia, Gaspar Noé – cosecha del 63, entre cuyos créditos están ‘Irreversible’ (2002), ‘Love’ (2015) o Climax (2018) – filma esta historia terrible, que también ha escrito, de la manera más aséptica posible, pese a, y precisamente por, su dureza extrema que va in crescendo.

Lo hace dividiendo la pantalla, permitiéndonos ver dos acciones simultáneas, centradas en la casa y en cada uno de los miembros de la pareja. Incluso cuando se encuentran, mantiene esa puesta en escena. Igual cuando el hijo y el nieto están presentes, sobre todo el primero.

Permitiéndonos ver la incomunicación absoluta, no sólo por la enfermedad de ella, entre uno y otra, entre un anciano y una anciana vulnerables y enferm@s en, sobre todo la mujer, en la más extrema soledad. Permitiéndonos ver, a través de fotografías de tiempos mejores, el deterioro radical y los estragos del paso del tiempo.

Fundiendo en negro inopinadamente y en blanco en momentos muy concretos que esta firmante no desvelará. Y ese final, cuyo pathos va a más como se ha escrito antes, tan desolador, de una crudeza y de una desesperanza, o más bien desesperación, sin paliativos.

Producción francesa, fechada en 2021, de 142 minutos de metraje. La fotografía con excelencia Benoit Debie y su reparto se enriquece con las admirables composiciones de Françoise Lebrun y Darío Argento, junto a Alex Lutz.

Complicado recomendar esta película aún siendo, como es, extraordinaria. Pero duele y mucho. Les quedan dos días para verla, si así lo deciden. Es dudoso que la cartelera sevillana la mantenga una semana más.

Escrito queda.

Festivales en plataformas, Filmin. Atlántida Film Fest, Miradas de mujer. ‘Rose’: Estoy viva

Aurélie Saada es una cantautora, intérprete, guionista y realizadora francesa, cosecha del 78, de orígenes judíos tunecinos. Además de sus álbumes, ha trabajado como actriz en cine y televisión y tras la cámara en cortos, publicidad y videoclips. ‘Rose’- cuyo guion escribe junto a Yael Längmann y cuya vitalista banda sonora, a excepción de los temas muy populares que suenan en ella, también compone – es su debut en el largometraje.

Producción francesa, fechada en 2021, de 102 minutos de metraje. La fotografía muy bien Martin de Chabaneix. Entre un reparto convincente y creíble, destacamos a la exquisita Françoise Fabian, en el rol central, Aure Atika, Anne Suarez, Pascal Elbé y Gregory Montel.

La historia remite a una mujer – la Rose del título, inserta en una comunidad judía de París – que se queda viuda a los 78 años. Pese a tener dos hijos y una hija que se preocupan por ella, sobre todo la última, el vacío se instala en su vida ya que todo lo hacía con, y para, su cónyuge.

Pero poco a poco y a partir de encuentros inesperados y estimulantes dará un nuevo sentido a su existencia, aunque no sin entrar en conflicto con su entorno más próximo. Un entorno que la quiere animada, pero no transgresora de unas reglas no escritas y más rígidas con las mujeres.

Estamos ante una mirada de mujer bastante digna, aunque comercial o dirigida a un público amplio, pero que no puede eludir ciertos clichés. Por ejemplo que refuerce, en lugar de cuestionarlos, ciertos estereotipos de género más que vistos en relatos similares.

Incluso la aventura con el barman que, aunque breve y tratada con respeto, no deja de ser otro tópico más. Todo ello, sin embargo, se contrasta positivamente con su reflexión más profunda de su rol conyugal, familiar o incluso dentro de la misoginia de su comunidad religiosa.

Y con su afirmación de la vida expresada ante sus hijos e hija en un final inteligentemente abierto, en el que, aunque no literalmente, se expresa así: «Tengo 78 años, aún me pueden quedar algunos más. He sido esposa y madre, ahora quiero disfrutar de lo que me gusta y de mi independencia»

Con sus pros y sus contras, es un retrato crítico de la edad de las mujeres – del paso del tiempo en ellas, insertas en una sociedad sexista donde lo que resulta primordial es la juventud y el atractivo físico – que debería ser visto.

Búsquenla en Film, en Atlantis Film Fest, y háganlo.

Festivales en plataformas, Filmin. Atlántida Film Fest 2022, Miradas de mujer. ‘Girl Picture’: Tres viernes y un sábado

El Atlántida Film Fest mallorquino celebró su duodécima edición del 24 al 31 del pasado mes de julio, pero gran parte de su interesante programa estará en la plataforma cinéfila por excelencia ya que el director del Certamen, Jaume Ripoll, es también cofundador de Filmin. Aunque algunos títulos tienen un plazo corto para visionarlos, que está indicado.

Esta firmante, dentro de lo inabarcable de la oferta, ha seleccionado algunas de las realizadas por mujeres y espera tener tiempo de verlas. Esta que nos ocupa es la primera.

Del prolífico cine finlandés que ha llegado a nuestro país conocemos especialmente a los hermanos Aki y Mika Kaurismäki, pero en su nómina hay también muchas mujeres. Escritoras, guionistas y realizadoras de cine y televisión que sería muy largo enumerar.

Como las 11 que participaron en el proyecto – compuesto por una película y 11 cortometrajes titulado ‘Force of habit’ – que «cuestiona los estereotipos de género y el uso invisible del poder hacia las mujeres tanto en la esfera personal como en la social» y que puede verse también en Filmin.

Una de ellas es precisamente la escritora y cineasta Alli Haapasalo, cosecha del 77, de la que ‘Girl Picture’ es su debut en el largometraje. Se trata de una producción finlandesa, fechada el año en curso, de 101 minutos de metraje.

Su solvente guion lo firman Ilona Ahti y Daniela Hakulinen y su estupenda fotografía, Jarmo Kiuru. A destacar, de un reparto en estado de gracia y transmitiendo credibilidad, a Aamu Milonoff, Eleonoora Kauhanen y Linnea Leino.

Premio del Público en el Festival de Sundance describe tres viernes y un sábado, como reza el título de esta entrada, en la vida de tres chicas adolescentes. Dos son amigas, amantes del deporte, y trabajan en una cafetería que tiene batidos con nombres extravagantes y a la tercera – una excelente patinadora artística a la que se le resisten ciertos giros y cuyo objetivo es ser seleccionada para el Campeonato de Europa de la especialidad – la conocen como clienta y acaba teniendo un romance con una de ellas.

Quien esto firma se ha visto gratamente asombrada por el tratamiento y enfoque de esta historia. Pues temía, de alguna manera, encontrarse con ciertos tópicos y clichés al uso en los retratos fílmicos de esta franja de edad. Muy al contrario, así que va a enumerar las citadas sorpresas. O lo que es lo mismo, las cualidades de esta estimulante ópera prima.

Sorpresa número 1: Las chicas y los chicos se tratan en pie de igualdad. Y las primeras no tienen nada que temer de los segundos. Pueden expresar abierta y francamente sus necesidades sexuales con ellos, siendo ellas, una de las protagonistas en este caso, quienes toman la iniciativa de cara a encuentros íntimos con desconocidos sin resultar agredidas, ni incomprendidas, ni minusvaloradas.

Sorpresa número 2: La naturalidad, despojada de cualquier prejuicio o conflicto, con la que se aborda las relaciones lésbicas en el entorno – tanto familiar, amistoso, como deportivo – de ambas jóvenes, las otras dos protagonistas.

Sorpresa número 3: Una chica puede decir hasta aquí llego o cortar las posibles implicaciones futuras de una relación, sin ser presionada, ni chantajeada, ni mucho menos insultada. El chico asume su error y se retira con deportividad.

Sorpresa número 4: La intrépida apertura con la que se abordan los puntos y posturas para conseguir un placer esquivo por parte de una de las amigas y ahí son los chicos quienes deben esforzarse. Y con igual naturalidad, si uno se cansa del asunto puede comentarlo sin hacer daño alguno.

Sorpresas número 5, 6, 7 y siguientes: La procacidad se alía con la ternura. La desarmante sinceridad se alía con el encanto. Hay pocos, mínimos, dramas aunque sí un conflicto familiar y afectivo, por el que no se condena, otra sorpresa, a la progenitora ausente. Se describe muy bien el proceso de enamoramiento. Las fiestas, pródigas en encuentros sexuales, no son peligrosas para las jóvenes.

Y todo esto, y mucho más, está muy bien filmado y narrado. Se reitera que está en Filmin dentro de su Sección dedicada al Atlántida Film Fest.

Esta firmante, que ustedes, no se la perdería.

Series en plataformas, Filmin. ‘The Split’, 3 temporadas: Hannah y sus hermanas…

… Y no sólo sus hermanas sino, y muy importante, su madre, su marido, su amante, sus hijas e hijo, su padre ausente que regresa, otros familiares, sus jefe, compañer@s, casos y clientes-as del bufete donde trabaja, sus amistades y, a su vez, las historias que competen a cada un@ de ell@s independiente pero al tiempo intímamente relacionadas con ella.

Estamos aquí ante una producción audiovisual británica, con el marchamo de calidad en su factura de la BBC One, compuesta por tres temporadas – fechadas entre 2018 y el año en curso – de 18 absorbentes episodios en total, de aproximadamente una hora cada uno. Creada por una mujer, la dramaturga y guionista galesa Abi Morgan, cosecha del 68, entre cuyos créditos figuran las escrituras ‘The hour’ o ‘Sex Traffic’ para televisión y nada menos que las de ‘Shame’ (2011), ‘La dama de hierro’ (2011) y ‘Sufragistas’ (2015) para el cine.

Morgan también firma, por descontado, los guiones de ‘The Split’, junto a Jane Eden y Louise Ironside. Y dirige sus capítulos con otra cineasta prestigiosa, la neozelandesa Jessica Hobbs, cosecha del 67, que hizo lo propio con las tercera y cuarta temporada de ‘The Crown’, con la segunda de ‘Broadchurch’ y la de ‘River’, excelentes donde las haya.

Por si tanto talento femenino fuera poco se le une, en la hermosa y evocadora banda sonora, el de Isobel Waller-Bridge, hermana de la también muy reconocida Phoebe. La magnífica fotografía la firma Dale McCready.

La historia – ambientada en la clase alta londinense y en la que se pueden disfrutar icónicas vistas de esa ciudad única, nada elitistas, ni de reclamo turístico – comienza cuando Hannah, una brillante especialista en Derecho de Familia centrada en divorcios, abandona el bufete familiar dirigido por su progenitora Ruth y en el que también trabaja su hermana Nina, para integrarse en el equipo de una firma rival. A partir de ahí…

… A partir de ahí, todo puede suceder y sucede. A partir de ahí – esta firmante va a comentar en líneas generales las tres temporadas, no una por una – aparece un padre ausente, se desvelan muchos secretos familiares, hay una boda en ciernes – la de Rose, la hija y hermana menor y la única que no ha elegido la jurisprudencia…

A partir de ahí, hay infidelidades, amores, pasiones, celos, rivalidades, desamores, pérdidas, estafas, duelos, adicciones… A partir de ahí, las clientas cuyos casos llevan Hannah, sobre todo, pero también Ruth y Nina, se desvelan bien como esposas abusadas, engañadas o portadoras de un secreto que no quieren desvelar.

A partir de ahí, hay desgarros, indecisiones, evoluciones, involuciones, desarrollos y crecimiento de todos los personajes sin excepción, tanto en sus proyecciones sociales como íntimas. A partir de ahí, nada ni nadie es exactamente lo que parece.

A partir de ahí, se revelan ante nuestros ojos con todas sus contradicciones y complejidades. Con todas sus trampas y autoengaños. Con todas sus fragilidades y sus fuerzas. Con una evolución de sus vidas, en lo profesional, en lo doméstico y en lo personal, tan inesperada como enriquecedora. Y también dolorosa, por ser demasiado alto el precio a pagar.

A partir de ahí, no se juzga nada ni a nadie. A partir de ahí, la evolución de los acontecimientos está perfectamente integrada en el relato y nada desafina, ni chirría. A partir de ahí, hay buenos y malos divorcios pero, sobre todo, un amor familiar – entre madre e hijas y de estas con l@s propi@s, entre hermanas, conyugal pese a las crisis – por encima de cualquier prueba. A partir de ahí, no hay exactamente finales felices aunque sí enriquecedores. A partir de ahí…

A destacar las composiciones de la carismática Nicola Walker, sobre tod@s ella, la poderosa de Deborah Findley, la vulnerable de Annabel Scholey, la conmovedora de Fiona Button y la de dos hombres enamorados Stephen Mangan y Barry Atsma.

Para resumir. ¡¡¡Qué bien lo han hecho estas mujeres en la dirección, en la escritura, en la factura, en la puesta en escena, en el enfoque, en el tratamiento!!!

La tienen en Filmin, se reitera. No se la pierdan.