El elegante y refinado actor Frank Langella tenía una frase antológica en la estimable película de Oliver Stone, ‘Wall Street’: El dinero nunca duerme’. Decía así, al menos en su versión doblada: «La vejez no es para cobardes». Desde luego que no lo es. Pero no exactamente en tal sentido… Siguiendo con dicha etapa cronológica, a quien esto firma siempre le impactaron esas estrofas de la extraordinaria y terrible canción que Violeta Parra compuso antes de suicidarse : «Maldigo los estatutos del tiempo con sus bochornos». Pero creo que, de haber vivido ella tal día como hoy, este verso no habría sido posible.
Porque en este capitalismo salvaje, patriarcal y gerontofóbico que padecemos, en el que las industrias del ocio, del entretenimiento, del fitness, de la cosmética y un larguísimo etcétera presionan para que seamos jóvenes por decreto, con un énfasis especial en contra de las mujeres…
Porque en este capitalismo de todos los horrores, y no solo de los citados, se nos ha colonizado y alienado, posibilitando también el rechazo a nuestra edad y a nuestr@s contemporáne@s como un espejo en el que no queríamos vernos reflejad@s. Porque también esa publicidad opresiva nos utiliza solo para reflejar nuestras presuntas carencias, discapacidades, fragilidades y miserias incluso, otra vez contra nosotras, fisiológicas.
Pero en la lucha por la dignidad, contra unas pensiones intolerables, la hermosa gente mayor ha recuperado su protagonismo como sujeto político. Ha reivindicado su derecho a un lugar en el sol, no solo para ell@s, sino para las generaciones de relevo. Se han reafirmado como personas, y no solo como madres, padres, abuelas y abuelos. Han tomado la calle, la lucha, la voz y la palabra.
En Sevilla lo han hecho este mediodía contra el viento, la lluvia inclemente y el frío. Pisando nuevamente el centro histórico, contándose por miles y miles, secundados por feministas, sindicatos, partidos de izquierdas, colectivos varios, estudiantes y menores, con un valor, una honestidad, una coherencia y un compromiso realmente admirables.
Otra manifestación emotiva, multitudinaria y vibrante que ha culminado en Las Setas, nuestro referente contestatario imprescindible. Han mostrado la fuerza de la edad. Y que, en el mejor sentido, la vejez no es para cobardes. Orgullosa de mi generación.
Precioso y necesario tu testimonio.Me ha emocionado. Gracias, Carmen. I
Gracias a ti, Montse, por tu generosidad conmigo y con el blog. Aquí tienes un espacio para comentar, coincidir y discrepar.