Brillante y multitudinaria presentación la del pasado martes – dentro del ciclo Letras Capitales del Centro Andaluz de las Letras en la Biblioteca Pública Infanta Elena de Sevilla – de la novela ‘Que nadie duerma’, de Juan José Millás, a cargo del propio autor y de Jesús Vigorra, en un diálogo en el que el segundo planteaba, con sabiduría y lucidez, los temas principales del libro para que el primero, con ese desternillante ingenio que le caracteriza como escritor y como narrador, los desarrollara.
Vano intento el de quien esto firma el de trasladar en esta crónica la agudeza irresistible de una mente compleja, irónica, paradójica, inteligente, singular y con una vis cómica – en contraste con su seriedad expositiva – inagotable. Así que va a limitarse a destacar – de forma limitada y esquemática, como un débil reflejo de la única e irrepetible voz propia de Millás – una selección, personal e intransferible, de algunas de sus afirmaciones e historias.
Como que la mayoría de sus protagonistas son mujeres, incluso las más autobiográficas, porque lo y las prefiere. Cosa que le preguntan mucho – lo hicieron en el debate – pero que no se cuestionaría si se tratara de hombres. Como que ha descubierto, documentándose para esta historia, los muy complejos cerebros de los pájaros: «Saben cosas que nosotros ignoramos»
Como que su personaje central, Lucía, está inspirada en su madre – amante de los taxis, un lujo que se permitía de vez en cuando para ir al centro desde la periferia – y en una tía lejana – de la que se afirmaba lo que habría llegado a ser si no le hubieran cortado las alas, imagen que su mente infantil consideró traumática por lo literal – y en el hecho de conducir este vehículo como metáfora de hacer lo propio con su vida y tomar, como el volante, sus riendas.
Como que creó una mujer-pájaro, como la Victoria de Samotracia, que le parece tan fascinante… , muy potente, solitaria, bondadosa e ingenua en un mundo hecho de contrarios, en el que todo remite a su contrario. Como que en las promociones de sus libros va construyendo una novela paralela, porque, sobre todo en las primeras, no tiene ni idea de por qué la escribió así.
Como que valora las obras cortas porque, incluso las largas que más le gustan, llegan a un punto en el que no le dan más y las deja, porque prima la intensidad sobre la extensión. Como que fue un niño desastroso y desastrado que, en ocasiones, avergonzaba a su progenitora que llegó a decir, ante terceras personas, que era adoptado. O él creyó leer en sus labios dicha frase… Como que duerme fatal. Como que igual que a Lucía, su personaje, le gusta la ópera escuchada a través de las paredes o tabiques pero que, si lo hace en su casa por sí mismo, le genera ansiedad.
Como que la protagonista de ‘Turandot’, uno de los ejes narrativos de la obra, era una moderna feminista pues cuestionaba a los hombres por su rudeza y simplicidad, porque no sabían leerla. Como que el amor romántico es un malentendido, una construcción cultural. Y citó al respecto la demoledora frase de Lacan: «Amar es dar lo que no se tiene a quien no es». Como que para él amar es querer a alguien por sus carencias.
Como que las ficciones son metáforas de la vida, con sus propias leyes y sus territorios autónomos. Como que somos hij@s de la ficción, del mito. Como que el lenguaje primitivo solo nombraba cosas reales y el complejo, representaciones de la realidad. Como que reduce, depura, en sus escritos porque esto se lo ha enseñado el periodismo. Como que…
Gracias al Centro Andaluz de las Letras, a su ciclo Letras Capitales, a la Biblioteca Infanta Elena, a Jesús Vigorra y a Juan José Millás por una velada llena de risas, carcajadas y estímulos. Por una velada memorable. GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS.