… O del Estado porque, fuente de la imprescindible página Wikipedia: «Según su Constitución, Egipto es una República árabe con un sistema democrático donde el Islam es la religión oficial del Estado y las normas jurídicas están basadas en el Corán, aunque se atribuye al Estado la obligación de permitir el cambio en cualquier religión. De hecho es una república presidencialista»
En esta película – coproducción entre Suecia, Francia, Finlandia y Dinamarca, fechada en 2022, con 126 minutos de metraje cuyo guion está escrito por su director, el productor, guionista, actor, periodista, presentador, animador, director de series de televisión, videoclips y cineasta sueco, de origen egipcio, Tarik Saleh, cosecha del 72, en cuyo haber filmográfico consta la excelente y galardonada ‘El Cairo confidencial’ («The Nile Hilton incident», 2017) e incluso una premiada de animación para adult@s, ‘Metropía’ (2009). Cuyas impecables fotografía y banda sonora están respectivamente firmadas por dos habituales, Pierre Aïm y Krister Linder, con un reparto de talento del que se escribirá luego – colisionan esos dos poderes.
Y lo hacen cuando, al ingresar el joven Adam – un muy solvente, como suele, Tawfeek Barhom, aunque quizás algo mayor para su personaje – hijo de un humilde pescador, por sus propios méritos en la prestigiosa universidad cairota de Al – Azhar, «faro de la enseñanza islámica» y epicentro de la rama sunita de este credo, muere repentinamente el Gran Imam. A partir de ahí, «el chico se encuentra en medio de una lucha implacable entre las élites políticas y religiosas del país» (extracto de su sinopsis de la imprescindible página filmaffinity).
Y lo hacen hasta el punto de que hay informadores forzosos, infiltrados incluso a su pesar y hasta un cruento y feroz asesinato a sangre fría, a modo de ejecución. Más que civil, la llamada Seguridad del Estado o la institución que representa, se hace presente como militar, a través de un comandante – magnífico, como suele, Fares Fares, otro de los actores fetiches del ralizador – que se sirve del protagonista para favorecer a su candidato.
Porque esta elección del nuevo líder religioso no pueden permitirse perderla… Porque el fin justifica todos los medios como extorsión, chantaje, crimen o falsos culpables. Porque mientras se proclaman las enseñanzas religiosas por los candidatos, hay fratrias clandestinas entre los alumnos, masculino plural obviamente, como las de los Hermano Musulmanes, y se hace elogio de la humildad, vuelan los cuchillos literal y metafóricamente en aras de un poder devorador.
Tarik Saleh ha sabido dotar de un tenso clima, de una singularidad narrativa y de puesta en escena, y de una inquietante atmósfera, a este thriller religoso-político ambientado en un microcosmos tan poco afín al género. al que se ha comparado incluso con ‘El nombre de la rosa’ (Jean-Jacques Annaud, 1986), aunque quien esto firma piense que hay diferencias sustanciales entre ambas.
Todo ello está ahí, claro, y forma parte de sus valores. Pero también dejan que desear sus confusiones ideológicas, sus bucles de los que no sabe cómo salir y que enrarecen aún más la descripción de un país muy desconocido a estos efectos. Sus críticas tan demoledoras, algo plausible, como equidistantes y no es eso, no es eso…
Y, sin embargo, ni cuestiona el poder despótico sobre sus tres hijos – a quienes castiga fisíca y duramente por la falta inconfesada de uno, contra el que se vuelven los hermanos y no contra su maltratador – de un padre y patrón cuyos rasgos pretenden ser dulcificados por ciertos gestos de ternura y por un sentido de la «rectitud» t de la «justicia»
También le removió a la animalista que esto firma ver a los peces debatirse entre la vida y la muerte. Imágenes absolutamente innecesarias.
Pero bueno, hay que verla de todas, todas. Y cuanto antes. Es una de las elegidas para debatir en la próxima sesión de nuestra tertulia de cine Luis Casal Pereyra del miércoles de la semana que viene, 3 de mayo, a las 19.30, en Casa del Libro Velázquez. Que no te cuenten la tertulia, tienes que vivirla. Habrá debate y del bueno.
Escrito queda.
Muchas gracias.
Gracias siempre a ti, Lourdes.