‘En la playa de Chesil’: Melodía interrumpida

Un autor británico, al que quien esto firma admira, – Ian McEwan, cosecha del 48, con obras tales como Expiación, Sábado, Ámsterdam o La ley del menor, entre un largo etcétera – y un realizador – su compatriota Dominic Cooke, cosecha del 66, director de las más prestigiosas compañías teatrales de su país y debutante en el cine – se unen para adaptar la novela homónima del primero.

Y lo hacen en esta producción del Reino Unido – de 110 minutos de metraje, cuyo guión firma el propio escritor, que tiene una hermosa fotografía debida a Sean Bobbit y cuya banda sonora, no menos delicada, es de Dan Jones – que nos cuenta la historia, ambientada en 1962, aunque luego avance en el tiempo, del romance entre dos jóvenes de poco más de 20 años, ella, de clase media alta y violinista y él, de extracción trabajadora y licenciado en historia. Dicha relación culmina en boda y en esa noche – en la playa del título – ocurrirá algo que cambiará sus vidas para siempre.

Quien esto firma, que ha releído el libro antes de escribir esta entrada, da fe de la dificultad de trasladar al cine una prosa como la de McEwan. Especialmente en esta pieza, de tan solo 184 páginas, tan introspectiva como compleja y sutil, tan reflexiva y profunda como delicada, tan feroz como suave, tan irónica como compasiva.

Algo de todo ello, que también describe un retrato generacional y político, de un tiempo, de un país y de los prolegómenos de una década llamada prodigiosa, que fueron oscuros, represivos y represores, especialmente para las mujeres, se refleja en esta ópera prima. Un debut tras la cámara que ha convencido a la crítica y que a esta firmante le ha suscitado más reservas que adhesiones.

Porque si bien es verdad que, en su mejor registro, posee intensidad, lirismo y un aliento trágico, además de la prodigiosa, conmovedora composición de la enorme Saoirse Ronan, a quien Billy Howle da una réplica más que digna, también lo es que resulta decepcionante la manera en la que el novelista se traiciona a sí mismo añadiendo un final postizo, caracterizaciones incluidas, y un inédito y forzado destino para su protagonista, que tampoco lo estaba.

Esto en lugar de ahondar en la raíz del problema, la radical incomunicación entre la pareja, la alienación de una chica sometida a una sexualidad impuesta por la norma imperante, además del trauma infantil sugerido y la ignorancia de un muchacho a quien su rol le viene también impuesto y grande…

En cualquier caso, una película digna que merece verse.

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