El catalán Lluis Miñarro, cosecha del 49, es un productor intrépido, solvente, singular y a contracorriente – además de director y guionista – que ha respaldado a talentos de este país, muchos de ellos nada convencionales, como Isabel Coixet, Marc Recha, José Luis Guerin o Albert Serra, entre otros. E incluso a Manoel de Oliveira en ‘Singularidades de una chica rubia’ (2009). No es pues de extrañar que haya hecho lo propio con esta única e inclasificable ópera prima de la directora, productora y guionista «extremeña nacida en Madrid» como ella misma se autodefine, Ainhoa Rodriguez, cosecha del 82 y Doctora Cum Laude en Comunicación Audiovisual sobre una tesis doctoral sobre «El concepto de realidad en el cine de Fellini».
Fellini asoma aquí. Tambíen Buñuel y Saura. Sin que resten, al contrario suman, autoría a esta propuesta rompedora de cualquier esquema narrativo en nuestra cinematografía y, al tiempo, aunque resulte paradójico, deudora también de los maestros citados y de muchas de sus, y de otras, imágenes y planos audaces que están muy presentes en nuestra memoria colectiva audiovisual de grandes clásicos pioneros.
Ambientada en la comarca extremeña Tierra de Barros, transitando entre el drama rural y el realismo mágico, entre la comedia, el documental y el fantástico, sin encorsetarse nunca en código alguno de estos géneros, sigue a varias mujeres de diversas circunstancias, pero con el denominador común de sentirse presas en un microcosmos rural en el que nunca pasa nada. De sentirse atrapadas en una forma de vida inane de la que ansían liberarse, aunque algunas ni siquiera son conscientes de tales pulsiones. Que esperan que el hechizo de ese destello bravío se haga presente y lo cambie todo…
Y la cineasta lo cuenta dislocando cualquier lógica narrativa, aunque su coherencia interna es obvia, con una puesta en escena habitada por grandes planos de profundidad de campo, fijos, lejanos, que apenas si se acercan a los personajes que nos resultan tan presentes como insertados en un paisaje servidos por un gran reparto no profesional. La España vaciada, de religiosidad fetichista, de tabernas de hombres, de vírgenes, cristos y santos, de sexualidad y autoerotismo ocultos, de exteriores de western de sequedad plomiza, de interiores pesados, claustrofóbicos y sombríos y calles apenas encendidas por pálidas farolas. De procesiones y comidas que comienzan formales y acaban libertinas. De…
98 minutos de metraje. Escrita por la propia cineasta. Muy bien fotografiada por Willy Jauregui. La excelente banda sonora, que se hace sentir cuando procede, la firman Paloma Peñarrubia y Alejandro Lévar. Destacar a su trío protagonista Guadalupe Gutiérrez, Carmen Valverde e Isabel María Mendoza. Premio Especial del Jurado y Mejor Montaje en Málaga, ha impactado en Festivales tan prestigiosos como el de Rotterdam. Fuente de esta ficha técnica, como de todas las publicadas en estas críticas: FilmAffinity.
Consulten sus horarios y sesiones. Abandonen sus zonas de confort, déjense llevar y que les rompan los esquemas y véanla. Pero háganlo ya, hoy o mañana, porque desaparece de la cartelera. Triste destino el de estas raras avis fílmicas, al menos en los cines sevillanos…
Escrito queda.