En la cartelera – y en las elegidas para debatir en la próxima sesión de nuestra tertulia de cine Luis Casal Pereyra del miércoles que viene, 2 de febrero, a las 19.30, en Casa del Libro Viapol – se ha dado una rara coincidencia. Las tres películas parten de historias reales, una narrada al propio autor del libro que se adaptó al cine y las otras dos filmadas por dos directores, basadas en novelas que narran importantes episodios en las vidas de sus autor y autora.
Esto ocurre respectivamente con ‘El callejón de las almas perdidas’, de Guillermo del Toro, ‘El pacto’, de Bille August y esta que nos ocupa ‘En un muelle de Normandía’, de Emmanuel Carrére. En ella, el prestigioso autor, guionista y cineasta, galardonado con el Princesa de Asturias, al que esta firmante admira – cosecha del 57, entre cuyos créditos están obras suyas plasmadas al cine tales como ‘El bigote’ (2005) o el documental ‘Retour a Koteinich’ (2003). En esta su tercera incursión tras la cámara decidió filmar la historia de un libro que no fuera suyo.
Un libro escrito por la periodista Florence Aubenas ‘El muelle de Ouistreham’ en su título origina. Un libro en que, según nos cuenta Andrea G. Bermejo en un excelente artículo de la revista Cinemanía fechado el pasado día 25, del que extraemos un párrafo: «En la crisis del 2008, Aubenas se trasladó a una ciudad de provincias y se presentó en el INEM francés como una mujer recién separada en busca de un trabajo. El empleo que consiguió, como limpiadora en un transbordador que cruza el Canal de la Mancha, dio pie a este libro sobre la precariedad laboral y la situación de los más afectados por la crisis económica»
Las más afectadas en este caso pues tanto el material literario como el cinematográfico se centra entre las más golpeadas de todas las crisis y de todos los sistemas de explotación que son las mujeres. Claro que aparecen hombres, pero por ejemplo en el citado trabajo del ferry donde se centra el relato, ellos nunca hacen los servicios. Limpiarlos es cosa de ellas.
La mirada de Carrére se confunde con la de su protagonista, una espléndida, eminente, Juliette Binoche, artícife principal de esta adaptación, quien narra, vive, siente y escribe sobre esa bajada a los infiernos de la explotación laboral más inicua. Desde su posición intelectual y social privilegiada, Marianne – así se llama su personaje – se sumerge en ese trabajo atroz sabiendo que para ella será eventual.
Pero, pese a todo, no puede evitar verse inmersa en los afectos, la solidaridad, la empatía y la conciencia de clase de unas compañeras extraordinarias. En especial, de una con la que creó un vínculo muy especial y se convirtió en el hilo conductor de su historia. Una joven madre separada trabajando desde la madrugada hasta la noche, sin casi ver a sus hijos, yendo andando porque no conduce, ni puede pagarse ni el carnet, ni mucho menos un coche. Y que es capaz de hurgar en su bolso para mirar su DNI y prepararle una fiesta sorpresa de cumpleaños…
El realizador documenta su cansancio, su opresión, su mínimo poder adquisitivo, sus deudas permanentes, el destajo de hacer cada habitación, baño incluído, en cuatro minutos. Documenta a ese batallón de las sombras que desaparece al embarcar el pasaje con el que nunca se encuentra y en cuyas tripas se desloma limpiando las porquerías de gente sin respeto, ni conciencia.
Documenta también su humor, sus inocentes y modestas diversiones, sus risas, su calidez, su generosidad… Y documenta su dolor y su rabia al verse traicionadas por quien han acogido en el grupo como una de las suyas. Documenta el conflicto moral de una protagonista que ha asumido una identidad que no es la suya, que les ha mentido, aunque con la mejor de las intenciones…
Documenta la mentira, el engaño, que son los grandes leit motivs de su currículum literario y fílmico. Documenta la impostura, la abismal diferencia de estatus socioeconómico y cultural que, en parte, es reparada y en otra – un final duro y coherente – no tiene vuelta atrás. Y lo hace bien, lo hace muy bien. Te llega, te conmueve y te hace reflexionar.
Producción francesa fechada en 2021, de 106 minutos de metraje. La escribe también su propio director junto a Hélene Devynck. La fotografía con excelencia Patrick Blossier y la emotiva banda sonora corre a cargo de Mathieu Lamboley. Casi todo su magnífico reparto de actrices y algunos actores es no profesional.
Premio del Público al Mejor Film Europeo en San Sebastián, es una de las elegidas, se reitera, para debatir en la próxima sesión de nuestra tertulia de cine Luis Casal Pereyra del miércoles que viene, 2 de febrero, a las 19.30, en Casa del Libro Viapol.
Ni se les ocurra perdérsela.