«Españolito que vienes al mundo te guarde Dios, una de las dos Españas ha de helarte el corazón», escribió el poeta Don Antonio Machado. Una de las dos Españas y una de las dos Sevillas también… enfrentadas en esta tarde del domingo, 3 de abril. En esta tarde de toros y tan intensamente antitaurina, merced a la manifestación, organizada por PACMA, cuya presidenta, Silvia Barquero, estuvo presente, a la que se han sumado cerca de una treintena de colectivos, partidos y organizaciones.
Una Sevilla que se divierte con la sangre y con la muerte y que disfraza la tortura de cultura. Pero también otra, vibrante, hermosa, potente y multitudinaria, que convirtió esta cita en un inolvidable acto de afirmación democrática, ética, justa y animalista. Una Sevilla que encarna el pasado y otra que representa un futuro en el que el respeto y los derechos, hacia y de los animales, serán una realidad.
Miles de personas, miles de gargantas rotas -«y luego diréis, que somos cinco o seis…» – e incansables, sin tregua, ni desfallecimiento, bajo un cielo clemente y gris, que nos liberó de la lluvia, pero también del calor. No del humano, ni aún menos del canino, que se hacía oír, ladrando al compás de nuestras consignas, a favor de nuestros hermanos los toros y en contra de sus verdugos y matarifes.
La Sevilla que nos hiela el corazón es minoritaria, a todos los efectos, aunque poderosa. Poderosa como para hacer variar el itinerario habitual, obligando a un recorrido alternativo a través del Puente de San Telmo, Calle Betis, Puente de Triana y terminar allí. No quiere vernos en el Paseo de Colón, ni frente a la Plaza de la Infamia. No quiere saber que somos muchos-as, nos quiere lejos. Nos alejaréis, pero no nos silenciaréis.
Es la ciudad de las ‘formas’, que hace la peineta a gente hermosa y buena, contraria a la tortura y al asesinato. Es la ciudad en la que, desde una casa, hoy se han arrojado piedras a nuestro paso. Es la ciudad del orden, que se desordena y perturba intensamente con nuestra presencia. Pero ¡¡¡ay!!! esta ciudad tiene sus días contados.
Porque esa Plaza la vamos a cerrar. Porque esta batalla la vamos a ganar. Porque no harán más víctimas de los herbívoros inocentes a los que masacran y con cuyos bebés -¡¡¡200 al año!!! – se entrenan ferozmente. Porque ponemos al descubierto sus chanchullos y sus mentiras, su crueldad y su sadismo. Porque pierden apoyos en todas las encuestas, en las redes sociales, en las generaciones de relevo. Su tiempo se acaba, mal que les pese.
Otro mundo es posible y hoy la otra Sevilla -«de la rabia y de la idea» – lo ha demostrado. ¡¡¡ABOLICIÓN!!!