Brillante inauguración la de esta tarde, en la FNAC sevillana, de la tercera temporada del excelente ciclo ‘Una mirada documental’, que tan magníficamente coordina el crítico y amigo Miguel Olid Suero. Se proyectó el largometraje ‘The spanish dancer’, de Mar Díaz, quien debatió luego con el público presente.
Quien esto firma, que por problemas técnicos con el reproductor del establecimiento, que alargó la sesión con interrupciones frecuentes, no pudo terminar de ver este filme, quiere hacer, pese a todo, algunas consideraciones.
A saber, que estamos ante un filme valioso de fondo y forma. Nada convencional ni en su lenguaje, ni en su contenido. Cuyo valor como aportación a la historia del cine es incalculable y debería, como mínimo, ser adquirido por centros de documentación y archivo cinematográficos, singularmente los especializados en cine mudo. Igualmente, y además, ser proyectado en escuelas y centros de enseñanza de esta disciplina, en todas sus modalidades.
Que se rodó, con escasísimos medios y recursos, en pocos días. Pero que su labor de investigación y documentación ha durado 13 años. Que este mínimo equipo, bajo la dirección de una mujer, ha recorrido en furgonetas y durmiendo en moteles, todos los lugares donde se tuvieran noticias orales o gráficas de ese ‘spanish dancer’, del singular Antonio Moreno, un pionero español, y andaluz de adopción, en el Hollywood más dorado. O, lo que es lo mismo, Estados Unidos de costa a costa, el Campo de Gibraltar o México, sin ir más lejos.
Que recupera a un actor, guionista y cineasta de físico y mentalidad – solo le gustaban las mujeres inteligentes, con las que pudiera aprender- adelantadas a su época. Que ha buceado por todas partes tras su rastro y ha emocionado con su tesón a quienes, por ejemplo, atesoraban guiones suyos por los que, hasta que llegó ella, nadie había preguntado.
Que nos ha acercado a su figura, profesional y humana, a su tiempo e incluso a su voz, narrando su biografía. Una voz fuerte, modulada y hermosa. A su sentido del humor. A su apostura, tan atípica para la época. A sus familiares, admiradores y amistades de uno y de otro país. A ilustres colegas con los que trabajó como Gloria Swanson, Lupe Tovar o Greta Garbo…
Que nos ha hecho oír a gente estudiosa de su figura, enriqueciéndola aún más, pero extranjera. En lugares especializados norteamericanos. Porque la experiencia con el referente similar en nuestro país fue, para nuestra vergüenza, lamentable. No le conocían, le confundieron con un mexicano y, además, subestimaron su figura y su importancia en el mismo nacimiento del cine.
Por todo ello, y por tantas cosas más, gracias a Una mirada documental, a Miguel Olid Suero y a Mar Díaz, por una velada tan excepcional y enriquecedora. GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS.