Archivo diario: octubre 22, 2022

‘En los márgenes’: Vergüeeenza, vergüeeenza, vergüeeenza…

Quien esto firma, ha repetido el grito que da título a esta crítica en manifestaciones contra injusticias varias. Lo ha clamado contra flagrantes indignidades cometidas con los y las más vulnerables de todas las especies. También se hace en el vibrante y emotivo final de esta película, tras el que la sala estalló en aplausos y tras el que nadie se levantó de sus asientos hasta que terminó el último título de crédito.

‘En los márgenes’ es una de las elegidas para debatir en la próxima y triplemente excepcional sesión de nuestra tertulia de cine Luis Casal Pereyra del próximo martes 25, a las 19.30, en Casa del Libro Velázquez.

Triplemente excepcional, como se comentó en el recordatorio publicado en estas páginas el miércoles19: por celebrarse en martes, por ser la segunda en un mes y porque comentaremos tan sólo dos películas, en lugar de las tres habituales.

Dos películas, ‘Argentina, 1985’, de un autor ya con ocho títulos, algunos premiados, en su haber, Santiago Mitre, y otra, esta que nos ocupa, ‘En los márgenes’, de un debutante tras la cámara, aunque sea un intérprete de largo alcance, Juan Diego Botto.

Dos películas de dos cineastas argentinos de la misma generación, aunque el segundo resida en nuestro país y ostente la doble nacionalidad. Dos películas, como sus firmantes, alineadas políticamente con la justicia social y los derechos humanos.

En la primera precisamente, ya reseñada en este blog, se recrea el primer juicio civil contra la dictadura argentina de la que el padre de Juan Diego Botto, el actor Diego Fernando Botto, fue víctima, al ser secuestrado y asesinado por ella en 1977, teniendo él tan sólo dos años y su hermana María, también intérprete, tres.

Desde entonces, ambos, con su otra hermana – hija de otra pareja de su madre – Nur Al Levi, actriz también y cantante, residen en España a la que se trasladaron con su progenitora, la conocida y muy reconocida actriz, productora y profesora de arte dramático, Cristina Rota.

Juan Diego Botto, pues, ha conocido el terror de la tiranía que le arrebató a su padre y que llevó a su familia a huir del país, desde su más tierna infancia. Lleva en su ADN el compromiso de izquierdas y la lucha contra todos los abusos de poder. Y así lo demuestra filmando 24 horas cruciales en las vidas de tres personajes cuyas historias se cruzan eventualmente.

Son, a saber: Azucena, excelente y conmovedora Penélope Cruz, la valiente cajera de un supermercado con una hija, y un marido y padre que nunca está a la altura, sino todo lo contrario, en riesgo inminente de desahucio.

Rafa, un eminente Luis Tosar – abogado laboralista con un hijastro más bien descreído, Raúl, un solvente e irónico Christian Checa, que le corrige cuando le llama hijo hasta que… y una mujer a punto de dar a luz, Helena, una sensible Aixa Villagrán – quien se implica hasta la extenuación para que a una inmigrante, Nur Levi, la hermana citada del director, no le arrebaten la custodia de su hija, descuidando en ello sus compromisos afectivos y familiares.

Y Germán, muy bien compuesto por Font García, un empresario arruinado, que trabaja en precario y en lo que va saliendo y que declina hablar con su madre, desgarradora y contenida al tiempo Adelfa Calvo, porque piensa que le va a reclamar el préstamo que ella y su padre le hicieron en su día. Pero no…

Junto a él, compañero de infortunio laborales y amigo, que le aconseja responderle a su progenitora, Manuel, el marido argentino de Azucena para el que un notable Juan Diego Botto se ha reservado el papel más antipático de la función, algo que le honra.

Con estos mimbres, en clave de thriller político, drama social y cine de denuncia, construye el director – quien también firma el guion junto a su mujer, la periodista Olga Rodríguez – un intenso, potente, emotivo, y demoledor relato sobre estas tres personas, y sobre quienes forman parte de sus entornos, ya descritas.

Un narración en carne viva, dura y trepidante, basada lamentablemente en tantos hechos reales…, que no da tregua, sobre las víctimas de un sistema que las recluye en los márgenes, que las desahucia de sus hogares y de sus vidas y que les niega los derechos más básicos.

Que les hace pagar un precio muy alto por reivindicarlos. Pero también da cuenta de la empatía, de la solidaridad y de la fuerza de la lucha. Una narración en la que las mujeres llevan sobre sus hombros toda la pelea, todas las peleas, ante hombres que no asumen sus responsabilidades por acción u omisión. Una narración a veces excesiva pero siempre consecuente y necesaria, que nos interpela social, política y personalmente.

Coproducción hispano-belga, producida también por Penélope Cruz, de 105 minutos de metraje. La fotografía muy bien Arnau Valls Colomer y la banda sonora, que sabe subrayar muy bien el pathos, la firma Eduardo Cruz. Su puesta en escena tiene garra y ritmo, además de todos sus otros valores. Del reparto, sólido y lleno de talento, ya hemos hablado. Oiremos hablar de ella en los próximos Goya. Al tiempo.

Hablaremos también de ella, se reitera, en la próxima sesión de nuestra tertulia de cine Luis Casal Pereyra del martes próximo, día 25, a las 19.30, en Casa del Libro Velázquez. Está en cartelera. VÉANLA CUANTO ANTES Y NO SE LA PIERDAN.