El cine alemán ajusta cuentas con su Historia. Cosa que aquí debería hacerse también – y no ha sido así, salvo honrosas excepciones, si bien reconociendo las dificultades de todo tipo que, aún ahora, se dan para hacerlo con entera libertad – sin tópicos, ni clichés, ni costumbrismos al uso.
Ese ajuste de cuentas citado, esa mirada crítica sobre el pasado, lo hace esta película de 111 minutos de metraje, escrita y dirigida por Lars Kraum – cosecha del 73, conocido principalmente por su estimable y muy galardonada ‘El caso Fritz Bauer’ (2015)- sobre el libro de Dietrich Garstka, ( 1939-2018), ‘La clase silenciosa’ título original también de la película, mucho más ajustado que el equívoco castellano. Su autor fue precisamente uno de los protagonistas de esta historia basada en hechos reales.
Dichos hechos remiten al Berlín de 1956, cinco años antes de la construcción del muro. Un grupo de estudiantes del Este se siente solidario con las víctimas de la revuelta húngara y decide demostrarlo guardando silencio en sus clases. Las consecuencias para ellos, a nivel familiar, educativo y político, serán devastadoras.
Dentro de una factura formal clásica y académica – en la que la fotografía la firma con solvencia Jens Harant y otro tanto cabe decir de la banda sonora de Christoph Káiser y Julian Maas – el realizador arroja vitriolo sobre una situación política en la que los antaño oprimidos se han convertido en opresores. En la que los dominados se han convertido en dominadores.
En la que los que sufrieron en sus carnes la tiranía, se han convertido en tiranos. En la que las ideas revolucionarias y de cambio se han pervertido en una cruel dictadura de un partido único y burocratizado cuyas víctimas, en este caso, son estudiantes llenos de inocencia e ingenuidad, pero también de un enorme valor y generosidad y, sobre todo, derechos fundamentales como la libertades de expresión y de información veraz y objetiva. En la que los ideales de igualdad se han corrompido en el peor de los patriarcados…
Merece ser vista. aunque tengamos que reprocharle algunas pinceladas gruesas en el retrato de l@s villan@s de la función. En cualquier caso, no se la pierdan.