‘El ejercicio del poder’: Res publica

El músico, guionista y realizador francés Pierre Schoeller, aborda en esta cinta- fechada en 2011 y con 115 minutos de metraje- la segunda parte de la trilogía que comenzara con la inédita ‘Versailles’. Así puede leerse en la ficha técnica proporcionada por el cine Avenida, que la exhibe en su versión original.

El relato arranca de manera inesperada y sorprendente, con un sueño erótico en el que una mujer desnuda deambula por un lugar tan solemne como representativo, para acabar introduciéndose en las fauces de un cocodrilo. Una llamada intempestiva despierta al durmiente – a la sazón, ministro de Transportes -, para darle cuenta de un suceso terrible. Un autobús se ha precipitado por un barranco y las víctimas son numerosas, escolares en su mayoría.

A partir de ahí, se despliega toda la maquinaria política. Empezando por la inmediata reacción del titular del Departamento quien, acompañado de su muy eficiente asesora y jefa de prensa, se dirige, sin pérdida de tiempo, al escenario de la tragedia. Pero, pese al impacto emotivo de la noticia, nada es dejado al azar. Desde los tiempos, los tonos, el ajuste milimétrico a un discurso aparentemente espontáneo, la indumentaria, los colores, la corbata, los mensajes no verbales, los rictus faciales… Ni siquiera en la intimidad de la morgue improvisada, ante los cadáveres,  y con el fondo de los aullidos de dolor de una madre clamando por ver el de su hija, se descompone el hombre de Estado. Pero no es un robot y tendremos ocasión de comprobarlo.

Schoeller disecciona si piedad los usos y modos de una clase dirigente, sin adscribirle ninguna ideología concreta. Nos introduce en las entrañas de un poder que, ante el ojo de su cámara, y contando con un guión, que también firma, tan milimétrico como justamente premiado, aparece en toda su flagrante desnudez y deshonestidad. Todo vale en función de la rentabilidad económica y electoral. Las alzas y bajas en la cotización, no de personas, sin o de cargos. Un accidente, que a punto está de costarle la vida al protagonista, que pierde en él a sus chófer y escolta,  dispara una popularidad que estaba en horas bajas.

O las enemistades juradas entre el Gabinete, el juego sucio de las privatizaciones, los intercambios de funciones, las amistades peligrosas, la demagogia, las deslealtades… Pero también muestra a un ser humano que vomita, se emborracha, que sangra, que se angustia, que desea, que es carnal. Para ello, cuenta con la complicidad del extraordinario Olivier Gourmet, en un verdadero tour de force interpretativo. Y del no menos excelente Michel Blanc. Pero también sabe que el ejercicio del poder pertenece al colectivo masculino, aunque las mujeres a sus sombras sean más que notables.

Palabras del realizador: «Esos gabinetes ministeriales tienen una parte de nuestra vida entre sus manos. ¡Vale la pena interesarse por lo que sucede ahí dentro!». Dicho y filmado queda.

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