Archivo diario: junio 4, 2014

La Palabra y la Imagen. Temporada 2. Fin de curso: Presencias y ausencias…

La abajo firmante agradece enormemente las presencias con las que La Palabra y la Imagen ha contado esta tarde. Por ello os rinde un tributo de reconocimiento, porque habéis estado ahí dando vida y estímulo a una sesión que, dada la calidad de las cintas a debatir, prometía muchísimo.

Gracias, Borja de Diego, crítico invitado, tan agudo como analítico. Gracias a Manuel de Medio, anfitrión y amigo, que nos ha acompañado toda la velada, interviniendo en el diálogo con su lucidez y experiencia habituales. Gracias a Mila Fernández Linares, por su intensidad y pasión. Y gracias a vosotr@s, tan buen@s oyentes como opinadores-as. Gracias a nuestra sede de la Casa del Libro. Y por compartir e invitarme luego, en esa oportunidad de estar más próxim@s antes del desierto cultural veraniego. GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS.

Esta crónica tan atípica, que ha comenzado por el final, no va a dejar de registrar, si bien esquemática e imperfectamente, retazos de lo comentado. La rumana ‘Madre e hijo’, de Calin Peter Netzer, suscitó mucho interés en su fondo y en su forma. Se diseccionaron las relaciones familiares tan intensas en el país de origen del realizador, la clase de los nuev@s ric@s, con poder e influencia, que la película retrata tan bien.

Se habló de las madres asfixiantes y sobreprotectoras que anulan a sus hij@s. De la magnífica actriz protagonista, del sólido reparto, de los pros, pocos, y los contras de una mujer tan de una pieza que, sin embargo, se redime para algun@s en el tramo final. De un hijo miserable y abúlico, inmaduro e irresponsable. De una nuera que se revela en la estupenda escena de las dos mujeres cara a cara. De las verdaderas víctimas, de su dignidad, comprensión y empatía, pese a su rabia y dolor. De chantajes, intoxicaciones, mentiras y manipulaciones.

‘Hermosa juventud’, de Jaime Rosales, generó un vivísimo debate, incluso entre quienes aún no habían tenido ocasión de verla. Y es que este demoledor retrato generacional de aquell@s a quien esta crisis-estafa ha abocado a la exclusión social, no dejó a nadie indiferente. La forma de vida de la pareja protagonista, sus familias respectivas, las madres tan distintas, la situación límite y sin futuro en la que se encuentran pero que no les impide tener móviles y ordenadores con los que estar comunicad@s.

La manera en la que el director utiliza la tecnología como elipsis para contar la historia. La maternidad, que cambia a la chica y la acerca a su progenitora. El maldito paro y el círculo vicioso en el que integra a sus víctimas. Las situaciones sin salidas. Las contradicciones entre vocación, cualificación y supervivencia. Pero es aún peor si no tienes las herramientas de la educación.

Nuestra próxima cita será el miércoles 1 de octubre. Y aunque a tan largo plazo no se pueden elegir los títulos a comentar, pusimos el acento en ‘La isla mínima’, del sevillano Alberto Rodríguez – ‘Grupo 7’ – que se estrena el 26 de septiembre, en ‘Mi otro yo’, de Isabel Coixet, que entra a finales de este mes y en ‘Condenados’, de Atom Egoyan, que verá la luz en las salas una fecha señalada, el 18 de julio. Buen verano.

 

‘Hermosa juventud’: Vidas robadas

Decir que ‘Hermosa juventud’ es la cinta más asequible de Jaime Rosales – Barcelona, cosecha del 70, ‘Las horas del día’, ‘La soledad’, Goyas 2007 a la Mejor Película y al Mejor Director, ‘Tiro en la cabeza’ y ‘Sueño y silencio’ – no es desmerecer a este realizador, rara avis de un cine tan adocenado y previsible como el nuestro. No es desmerecer a un autor radical y transgresor en su puesta en escena, guión y contenidos. Antes al contrario, se trata de apreciar aún más su voluntad de cercanía sin que ello implique renunciar a sus señas de identidad.

Una mirada como la suya que ha registrado la banalidad del mal y el terror en estado puro desde los verdugos y desde las víctimas. Una mirada como la suya que ha retratado la pérdida, el duelo, la transcendencia y la desintegración de lo cotidiano, cuando irrumpe una tragedia inesperada. Una mirada como la suya, tan personal e intransferible, no podía dejar de detenerse en el inhóspito paisaje de un país en la ruina política, económica y moral que hace pagar a l@s más vulnerables la codicia de los poderosos.

Una mirada como la suya registra, en esta su última propuesta, la historia de dos jóvenes desheredados de la fortuna. De una pareja de veinteañeros que ni saben, ni pueden darle respuesta a una situación perversa que bloquea todas sus posibilidades de futuro y que se complica aún más cuando ella se queda embarazada y opta por tener a su hija. No sin verse abocados antes a una ‘salida de emergencia’ nada deseable.

El cineasta da cuenta de este proceso en 100 intensos minutos de metraje en los que la evolución de acontecimientos y personajes nos es mostrada en todos sus contrastes y coherencia. Desde las madres de la pareja. Una trabajadora, fuerte, realista, generosa y consecuente, tirando de todo el carro familiar, con un ex marido que no está a la altura, espléndida Inma Nieto. Otra, enferma y egoísta, incapacitada física y emocionalmente. El hermano de ella, un adolescente enfrentado a toda autoridad y yendo a su aire, pero dependiente.

L@s colegas, las amistades, los lugares de ‘esparcimiento’, el peregrinaje de entrega de currículums, el impúdico interrogatorio, disfrazado de buenrollismo, del ‘empresario’ porno. El embarazo. La decisión. La maternidad y la paternidad, los cambios personales que opera en el y en la protagonista, la manera de asumirla de uno y de otra, sus dificultades y miserias en este paupérrimo contexto. Los entornos familiares. Las estrecheces. El progresivo e implacable oscurecimiento de los horizontes vitales. La imposibilidad de acceder a un trabajo digno y estable. El verse abocad@s a trapichear con lo que no tienen y con sus cuerpos, a salir de un país que devora a sus hij@s…

Un guión solvente, coescrito con su habitual Enric Rufas. Un reparto más que sólido y unos protagonistas transmitiendo credibilidad y buen hacer, sobre todo ella, Ingrid García Jonsson. Una puesta en escena más clásica, pero que no renuncia a planos y enfoques marca de la casa. Unas elipsis muy certeras utilizando los lenguajes virtuales de la generación retratada. Un buenos diálogos, sin olvidar los silencios. Un título tan irónico y cínico para describir la devastación y la indignidad de «esta España nuestra», a la que cantara Cecilia. Una crónica amarga e inmisericorde de unas vidas robadas, de visión obligatoria.