Archivo diario: noviembre 3, 2019

‘Sorry, we missed you’: Esclavitudes

Cuatro de los realizadores europeos con mayor compromiso político y militancia de izquierdas en sus biografías y filmografías a lo largo del tiempo y en el presente, están ya dentro de lo que cronológicamente se considera como «tercera edad». A saber: el francés Robert Guédiguian, cosecha del 53; los belgas Jean Pierre, cosecha del 51, y Luc, cosecha del 54, Dardenne y el más veterano, el británico Ken Loach, cosecha del 36, cuya última propuesta nos ocupa.

Loach, de 83 espléndidos años, ha declarado – en una excelente entrevista de Begoña Piña en Público el 1/11/019, cuya lectura es obligada – que «el sistema de explotación ha llegado a la perfección, el obrero obligado a explotarse a sí mismo» y también «que es cierto que la solidaridad ha muerto como cimiento social, aunque en pequeños colectivos sigue existiendo» y que «al estar basada en el libre mercado, la Unión Europea nos empuja a ese trabajo precario».

Todo ello, y mucho más de lo que se irá comentando, es el hilo conductor de esta coproducción entre Reino Unido, Francia y Bélgica – de 101 minutos de metraje, cuyo guión está escrito por otro hombre más que comprometido y habitual colaborador, Paul Laverty. Su fotografía, que subraya lo narrado, la firma Robbie Ryan y su música, el excelente George Fenton – sobre un hombre que trata de salir de la precariedad laboral adquiriendo una furgoneta vendiendo el coche de su mujer. Pero el nuevo trabajo como «autónomo» en una empresa de paquetería de normas implacables y de inicua explotación, solo contribuirá a empeorar su situación personal y familiar.

El realizador arroja una mirada compasiva, emotiva y enormemente empática sobre este hombre y su núcleo más privado. Y demoledora sobre su perverso bucle laboral.  Inseguro, tímido, pasivo, resignado, amante padre y marido, bueno, noble, justo, aunque confuso y progresivamente desequilibrado con la situación límite que padece.

Pero sobre todo, destila admiración sobre el personaje de la esposa, madre y trabajadora, la verdadera protagonista a juicio de quien esto escribe: una mujer fuerte, generosa – debe viajar distancias largas en autobús, pues ha cedido la venta de su vehículo al marido – llena de sensibilidad y calidez afectivas con sus pacientes, cónyuge, hija e hijo, mediadora equilibrada y objetiva entre las disputas del progenitor y un adolescente que es retratado comprensivamente, pese a sus desconciertos generacionales.

La esfera personal y la laboral, luego también la política, están en este relato fílmico estrechamente unidas. O trágicamente desunidas, como en la vida real de la clase obrera. Como daño colateral del más feroz, insidioso y perverso rostro del capitalismo. Se le ha reprochado a su firmante la acumulación de desdichas que en ella se narra. A lo que él responde, en la entrevista mencionada al principio, que: «El guionista, Paul Laverty, se documentó mucho con estremecedores testimonios de trabajadores agotados que apenas soportaban a sus vástagos. La película está suavizada, la realidad es mucho peor»

Así es. Y así lo cuenta un octogenario íntegro, que nunca – para mejor o para peor cinematográficamente hablando – ha abdicado de sus principios y que mantiene, pese a todo y a este drama, intacto su optimismo. Bendito sea, todo un ejemplo.

Premio del Público al Mejor Film Europeo en San Sebastián, es una de las elegidas para debatir el próximo martes, 5 de noviembre, a las 19.30, en la próxima sesión de la tertulia de cine Luis Casal Pereyra de Casa del Libro Viapol. Emocionante hasta las lágrimas, valiosa, valiente, justa y necesaria, con un reparto en estado de gracia y absoluta credibilidad y un final tan devastador como abierto, su visión es obligada. NO SE LA PIERDAN.