Archivo diario: noviembre 9, 2019

SEFF, 16 Edición. Sección Oficial. Toma 5. ‘Gloria mundi’: La clase obrera NO va al paraíso

Quien esto firma se ha sentido profundamente decepcionada, cuando no irritada, con esta última propuesta de uno de sus referentes cinematográficos, el actor, productor, guionista y director francés Robert Guédiguian, cosecha del 53. Un ciudadano de izquierdas y muy comprometido socialmente en títulos como ‘Marius y Jeannette’ (1997), ‘Marie-Jo y sus dos amores’ (2002) y ‘Las nieves del Kilimanjaro’ (2011), entre una extensa filmografía casi toda ella ambientada en su querida Marsella natal y con un equipo técnico-artístico al que es fiel desde sus comienzos, comenzando por su mujer, la excelente Ariane Ascaride, Gérard Meylan, Jean-Pierre Darroussin o Anaïs Demoustier, entre otr@s.

‘Gloria Mundi’ tiene un comienzo vibrante y emotivo, con el nacimiento de una niña en el seno de una familia trabajadora. Su abuelo adoptivo es conductor de autobuses; su abuela, limpiadora; su madre, dependienta; su padre, chófer por encargo y su abuelo biológico, muy aficionado a los haikus, acaba de salir de la cárcel. Tod@s ell@s atraviesan graves problemas laborales y económicos, salvo su tía y su tío a quienes les resulta muy rentable su tienda de compraventa y arreglo de todo tipo de artículos en un barrio deprimido. Pero a tod@s les alegra muchísimo esta llegada, hasta que las circunstancias les asfixian…

…A ellos y a nosotr@s, l@s espectadores, también. Porque esta familia va de desgracia en desgracia sin solución de continuidad, sin apenas verosimilitud en las situaciones, sin gradación del tempo y del ritmo, sin evolución de los personajes que están muy esquemáticamente tratados y retratados. Especialmente chirriantes, odiosos y maniqueos los de las dos hermanas y el cuñado…

El que también existan lazos de afecto y solidaridad en este grupo humano, especialmente por parte de los dos hombres maduros, y el que haya una mínima reflexión – aunque desaforada y llena de clichés – sobre los devastadores efectos del capitalismo salvaje en una clase obrera sin conciencia y cada vez más desarmada, tales valores no compensan los llamativos fallos citados.

107 minutos de metraje. Escrita por el propio realizador y Serge Valletti, con una digna fotografía de Pierre Milon. El reparto está impecable, Ascaride fue justamente premiada en Venecia y poco más hay que añadir.

Escrito queda. La pelota en sus tejados.

SEFF, 16 Edición. Sección Oficial. Toma 4. ‘La Gomera’: Si me necesitas, silba

El premiado y prestigioso guionista y director rumano Cornelio Porumboiu, cosecha del 75, está considerado uno de los representantes más paradigmáticos de la llamada Nueva Ola de la cinematografía de su país. En esta singular película nos muestra algunas de sus señas de identidad en el mejor y en el peor sentido. Ahora se entrará en ello.

Coproducción entre Rumanía, Francia y Alemania, de 97 minutos de metraje. Escrita por su realizador, con una fotografía que no destaca especialmente por su calidad, excepto en la traca final, de Tudor Mircea. Su factura, todo hay que decirlo, es bastante tosca aunque quien esto firma sospeche que es intencionado. La historia es un relato coral de policías, policías corruptos y mafiosos en la que uno de los servidores del orden, un doble agente, va a la isla del título para aprender el silbo, lenguaje no articulado pero muy preciso, y así descubrir dónde esconde uno de los delincuentes 30 millones de euros.

Articulada en epígrafes que hacen referencia a l@s protagonistas, es una mezcla algo indigesta entre thriller, políciaco, neo-noir y con numerosos guiños al cine negro norteamericano de los años 40 y 50. De hecho, una de las tres mujeres – todas muy listas, hay que decirlo – se llama Gilda y a fe que la cámara se recrea, incluso demasiado y objetalmente, en sus voluptuosidades. También aparece una secuencia de una película de Ford con John Wayne.

Por lo demás, la trama se complica innecesariamente sin ser compleja y el guión, especialmente en su tramo final, tiene vacíos creando situaciones tan inverosímiles como enrevesadas. Pero, eso sí, particular lo es un rato…

Escrito queda.