Quien esto firma se ha sentido profundamente decepcionada, cuando no irritada, con esta última propuesta de uno de sus referentes cinematográficos, el actor, productor, guionista y director francés Robert Guédiguian, cosecha del 53. Un ciudadano de izquierdas y muy comprometido socialmente en títulos como ‘Marius y Jeannette’ (1997), ‘Marie-Jo y sus dos amores’ (2002) y ‘Las nieves del Kilimanjaro’ (2011), entre una extensa filmografía casi toda ella ambientada en su querida Marsella natal y con un equipo técnico-artístico al que es fiel desde sus comienzos, comenzando por su mujer, la excelente Ariane Ascaride, Gérard Meylan, Jean-Pierre Darroussin o Anaïs Demoustier, entre otr@s.
‘Gloria Mundi’ tiene un comienzo vibrante y emotivo, con el nacimiento de una niña en el seno de una familia trabajadora. Su abuelo adoptivo es conductor de autobuses; su abuela, limpiadora; su madre, dependienta; su padre, chófer por encargo y su abuelo biológico, muy aficionado a los haikus, acaba de salir de la cárcel. Tod@s ell@s atraviesan graves problemas laborales y económicos, salvo su tía y su tío a quienes les resulta muy rentable su tienda de compraventa y arreglo de todo tipo de artículos en un barrio deprimido. Pero a tod@s les alegra muchísimo esta llegada, hasta que las circunstancias les asfixian…
…A ellos y a nosotr@s, l@s espectadores, también. Porque esta familia va de desgracia en desgracia sin solución de continuidad, sin apenas verosimilitud en las situaciones, sin gradación del tempo y del ritmo, sin evolución de los personajes que están muy esquemáticamente tratados y retratados. Especialmente chirriantes, odiosos y maniqueos los de las dos hermanas y el cuñado…
El que también existan lazos de afecto y solidaridad en este grupo humano, especialmente por parte de los dos hombres maduros, y el que haya una mínima reflexión – aunque desaforada y llena de clichés – sobre los devastadores efectos del capitalismo salvaje en una clase obrera sin conciencia y cada vez más desarmada, tales valores no compensan los llamativos fallos citados.
107 minutos de metraje. Escrita por el propio realizador y Serge Valletti, con una digna fotografía de Pierre Milon. El reparto está impecable, Ascaride fue justamente premiada en Venecia y poco más hay que añadir.
Escrito queda. La pelota en sus tejados.
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