Quien esto firma no ha leido ‘Martin Eden’, la novela autobiográfica de Jack London. Lo que no le ha impedido disfrutar – y también irritarse, todo sea dicho – con su adaptación cinematográfica firmada y escrita, junto a Maurizio Braucci, por Pietro Marcello – cosecha del 76, documentalista hasta que debutó en la ficción con ‘Lost and Beautiful’ (2015) – de la que, por esta razón, ignora su fidelidad a la letra profunda de su homónima literaria.
Coproducción entre Italia, Alemania y Francia de 129 minutos de metraje. A la autoría de su guión ya nos hemos referido. Su excelente fotografía la firman Alessandro Abate y Francesco di Giacomo y la banda sonora, que no le va a la zaga, Marco Messina y Sacha Rizzi. Sus factura y producción son impecables. La historia sigue a un joven marinero muy pobre que accidentalmente salva la vida de un chico rico, quien, no solo le introduce en su ambiente, y de cuya hermana se enamora y es iniciado por ella en los placeres del conocimiento que le descubrirán su vocación literaria y asentarán sus ideas filosóficas y políticas, en plena ebullición de las socialistas entre un proletariado luchador y pujante.
Estamos ante una película-río, deslumbrante, poderosa, magnética y febrilmente narrada. Estamos ante una película brillante, tan moderna como producto de su época, tan clásica como atemporal y tan vibrante como reflexiva. Especialmente sensible en lo que respecta a su toma de posición de clase en un siglo en el que la educación era privilegio exclusivo de las más privilegiadas. Estamos ante un homenaje a la lectura y a la escritura, a las inquietudes más intelectuales, así como a la solidaridad obrera frente a la esclavitud de unos trabajos explotados y de unas condiciones de vida infames.
Pero también ante una escritura demasiado enfática, que pasa de puntillas sobre los personajes, cuyas protagonistas femeninas son esquemáticas hasta decir basta y que es efectista y epatante en ocasiones. En cuanto al personaje central, con el que quien esto firma empatizó a duras penas, por su feroz individualismo, prepotencia y desclasamiento, también está dividida en cuanto a su intérprete – Luca Marinelli – Mejor Actor en Venecia – que le resulta tan magnético y solvente, como sobreactuado.
En cualquier caso, ha concitado entusiasmos generalizados y debe verse.