‘Argentina, 1985’: ¡¡¡Nunca más!!!

Aunque nada lo hacía presagiar, pues había un grupo bastante hablador, la sala 16 del Nervión se envolvió en un silencio absoluto, desde el comienzo de la proyección de esta película hasta el último título de crédito, y sobrecogido en sus tramos finales. Hasta entonces, 140 minutos después, nadie, esta firmante incluída, se movió de sus asientos. Y la salida fue ordenada y en completo mutismo.

Quien esto firma, además, sintió aflorar una emoción incontenible durante todo el metraje. Tal es el impacto de esta historia que nos remite a unos hechos reales. A los del primer juicio civil contra una sangrienta y atroz dictadura militar que asoló el país durante 7 años y que, bajo el burdo pretexto de acabar con la subversión comunista, secuestró, torturó salvajemente y asesinó a miles de personas.

Con la débil democracia restablecida, el gobierno de Alfonsín, secuestrado y condescendiente con un ejército amenazando siempre con el ruido de sables, no había olvidado su promesa de hacer justicia, pese a todas las limitaciones y a las traiciones que luego vendrían.

Así que, sabedor de que la justicia militar nunca encausaría a los suyos, encargó a este hombre, legendario ya en su país, pese a algunas de sus contradicciones también señaladas en este filme, el fiscal Julio Strassera – (1933-2015) – ser la acusación en este proceso.

Y él lo hizo teniendo como adjunto a un hombre de 32 años, Secretario de la Procuración, Luis Moreno Ocampo, que jamás había participado en un juicio. Y lo hizo creando un equipo de hombres y mujeres muy jóvenes, entusiastas y valientes.

Jóvenes que viajaron por todo el país para, sobre el mapa de la geografía del terror basado en la documentación exhaustiva y rigurosa de la CONADEP, cuyo informe al respecto se tituló «Nunca más» o Informe Sábato- Comisión Nacional por la Desaparición de Personas, de la que formó parte el citado escritor Ernesto Sábato – buscar a testigos de cargo que estuvieran dispuestos a declarar.

Y lo hizo, y lo hicieron, pese a las llamadas, seguimientos, coacciones y chantajes sobre la seguridad de su familia, amenazas de bomba o sobres con balas incluída… Y lo hizo, y lo hicieron, pese a estar tod@s en la cuerda floja de la integridad física y emocional. Y lo hizo, y lo hicieron, pese a que contaban con muy pocos meses para un procedimiento de tal envergadura.

Y lo hizo, y lo hicieron, en un proceso civil HISTÓRICO, que se desarrolló entre 22 de abril y el 14 de agosto de 1985, en el que declararon 833 personas. Entre ellas, ex detenidas y desaparecidas, familiares de las víctimas y miembros de las fuerzas de seguridad. Y lo hizo, y lo hicieron, consiguiendo condenas HISTÓRICAS, pero también, pese a todo su esfuerzo ingente, intolerables absoluciones y castigos muy leves.

Todo ello lo narra el argentino Santiago Mitre – cosecha del 80, entre cuyos créditos están ‘El estudiante’ (2011) o ‘La cordillera’ (2017) o ‘Pequeña flor’ (2021), quien también escribe el guion junto a Mariano Llinás – en esta producción de su país, fechada en el año en curso y de 140 absorbentes minutos de metraje, fotografiada con excelencia por Javier Juliá y con una notable banda sonora debida a Pedro Osuna.

Todo ello lo narra y lo filma Santiago Mitre contando con un reparto en estado de gracia en el que destacar a un inmenso Ricardo Darín, un magnífico Peter Lanzani, un no menos solvente y enorme Norman Briski, una estupenda Alejandra Flechner y el no menos brillante Claudio da Passano, junto al gran descubrimiento del pequeño Santiago Armas.

Todo ello lo narra y lo filma Santiago Mitre con inteligencia, lucidez, complejidad y humor, pese a la historia terrible que registra, evadiendo cualquier riesgo de pretensión y ampulosidad. Todo ello lo narra y lo filma Santiago Mitre con pasión y desgarro, pero también con todo el respeto a los hechos reales documentados y a sus víctimas.

Todo ello lo narra y lo filma Santiago Mitre con una puesta en escena diferente y con garra, que huye tanto del clasicismo como de la transgresión al uso. Todo ello lo narra y lo filma Santiago Mitre poniéndonos los vellos de punta con testimonios estremecedores, que sufrieron en sus carnes por los odiosos tiranos mujeres, como la embarazada o el del hombre joven que recuerda a una chica, cuya historia contó muy bien Héctor Olivera en ‘La noche de los lápices’ (1986).

Por todo ello y por tantos valores como la habitan fílmicos y políticos. Como un ejercicio de Memoria, Verdad y Justicia. Por todo ello, NO HAY QUE PERDÉRSELA BAJO NINGÚN CONCEPTO. Porque estos tiranos y estas tiranías no siembren de sangre y de muertes ningún país, NUNCA MÁS.

Es, además, una de las elegidas para debatir en la próxima sesión de nuestra tertulia de cine Luis Casal Pereyra que tendrá lugar excepcionalmente el martes, 25 de octubre, a las 19.30, en Casa del Libro Velázquez. VÉANLA CUANTO ANTES, PUES PUEDE DESAPARECER DE LA CARTELERA.

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