Archivo mensual: febrero 2016

Ciclo Truffaut. ‘La piel suave’: François y Françoise

A propósito de la proyección, esta misma tarde (martes 16 de febrero, 20 horas), de ‘La piel suave’ dentro del imprescindible ciclo organizado por el Instituto Francés de Sevilla y Cinesur Nervión, quien esto firma tiene que hacer dos consideraciones.

La primera es que – revisando la película, que tiene muy interesantes valores y calidades, por los y las que merece ser vista y-o  revisitada – se ha percatado  de que, tanto su trama como el enfoque, relativo a las relaciones entre los sexos, reflejan y no critican, un tratamiento de personajes y situaciones muy esquemático. Cuando no profundamente misógino y sexista. Ese final, otra vez, con la que está cayendo a la inversa… Aunque lamentablemente, incluso a estas alturas del siglo XXI,  pueda equipararse a la normalidad.

Puestas así las cosas, y segunda consideración, ha decidido reivindicar a su maravillosa protagonista femenina, Françoise Dorléac, tan prematuramente desaparecida. Nacida en París en 1942, hija del actor Maurice Dorléac y de la actriz Renée Deneuve, fue la segunda de cuatro hermanas. Una de ellas, Catherine Deneuve, con quien protagonizó el filme de culto de Jacques Demy, ‘Las señoritas de Rochefort’.

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En apenas ocho años de carrera, intervino en cerca de una veintena de cintas. Trabajando, además, con realizadores de talento como – además de los citados Demy y Truffaut – Philippe de Brocca, Roman Polansky, Ken Russell, Edouard Molinaro, René Clair o Michel Deville.

De cuantas cosas se han comentado de ella, de su don para la interpretación; de su fuerza y sensibilidad; de sus registros y matices… – o de las dichas por el propio cineasta que nos ocupa glosando su encanto, su inteligencia, su gracia y su increíble fuerza moral –   extractamos el testimonio conmovedor de su hermana Catherine: «La pérdida de Françoise es el drama más importante de mi vida… Lo que me falta es esa complicidad incuestionable, que no suscita ninguna duda. La certeza de que alguien busca lo mejor para ti en todos los ámbitos. Es un tesoro que jamás he recuperado… Nadie es comparable con ella… Su ausencia definitiva es algo muy difícil de aceptar»

Françoise Dorléac perdió la vida en un accidente de tráfico, junto a su inseparable perrita, el 26 de junio de 1967, tres meses después de cumplir 25 años, y dos de haber finalizado el rodaje de ‘Las señoritas de Rochefort’, localidad donde tiene una plaza a su nombre. Llegaba tarde para tomar un vuelo y la carretera, mojada por la lluvia, fue una trampa mortal. Poco antes, había declarado: «Cuando estoy con los míos, siento tal seguridad que ni siquiera la muerte es posible».

‘Nahid’: No hay salida…

La iraní Ida Panahandeh, de 36 años de edad, debuta en el cine con esta estimable película, que ha sido comparada a la excelente ‘Nader y Simin, Una separación’, de Asghar Farhadi, con la que tiene, es cierto, algunos puntos de contacto. Y también notables diferencias.

Las une su visión singular de una sociedad cerrada; una crítica en profundidad y complejidad de los conflictos entre los sexos, centrados en la vertiente conyugal;  una factura y una puesta en escena muy cuidadas; un guión elaborado y repartos impecables, coincidiendo la estupenda Sharet Bayat en ambas. Divergen en todo lo demás.

En ‘Nahid’ hay una mirada profundamente feminista a un estatus quo radicalmente misógino que oprime, explota y anula a las mujeres como esposas y como las ciudadanas que les impiden ser. Como trabajadoras, como personas – con sus derechos más elementales conculcados – y como madres.

https://www.youtube.com/watch?v=JQ2Lpqi0EyM

Una mirada que muestra con inteligencia, lucidez, sutileza y honestidad, el callejón sin salida al que se ve abocada una joven divorciada de un individuo deleznable, yonqui, inmaduro, apostador, lleno de deudas… que tiene el poder de arrebatarle al hijo que tienen en común, si rehace – como ella pretende, con su nueva pareja – su vida. Y tiene ese poder porque es un hombre, por ninguna otra razón.

No es un tirano de manual, pero sí un déspota arbitrario. Ella trabaja, pero es, a todos los efectos, una indigente que debe el dinero del alquiler y se ve obligada a trapichear para sobrevivir. Su jefe es su enamorado, no un machista al uso en teoría, pero la quiere en casa y sus encuentros – castos a toda prueba – deben ser clandestinos para mirar por la reputación de ella. Es un hombre paciente, accede a una fórmula marital prorrogable, pero la convivencia no se demuestra fácil. Y cuando el ex interfiere, apoyado por su familia, aún será peor…

1o6 minutos de metraje. Escrita por la directora y Arsalan Amiri. La música, bien integrada en el relato, se debe a Majid Pousti. La hermosa fotografía, la firma Morteza Gheidi. Ya hemos hablado de su equipo técnico-artístico, que se desempeña con la máxima solvencia.

No describe, aunque estén latentes, los horrores de una teocracia tan misógina que han sido objeto de otros filmes no menos válidos. Pero sí la cotidianidad tan hostil, desigual e injusta, en la que tiene que desenvolverse la protagonista, como paradigma de lo que les ocurre a todas sus compatriotas.

Una mirada, hay que reiterarlo, diferente. Una cineasta a seguir. No se la pierdan.

‘En cartelera’: Sistemas, solterías y mercados

En este fin de semana, tan ‘amoroso’, las nuevas ofertas de la cartelera, salvo en una excepción y pretendidamente a la contra, no parecen hacerse eco de una fecha tan comercial como edulcorada. Menos mal…

Comenzamos por las películas que se exhiben en versión original. En todos o en algunos de sus pases. Consulten sesiones y días. La primera es la ópera prima iraní ‘Nahid’, de la realizadora Ida Panahandeh. La historia sigue a una joven, divorciada y con un hijo, cuyo ex marido le condiciona su custodia al hecho de no volver a casarse. Pero su nueva pareja quiere hacerlo y el conflicto – en una sociedad, como la de este país, tan ferozmente misógina – no tardará en estallar. La preceden excelentes referencias y hay que verla sí o sí.

La segunda, vista en el pasado Festival de Cine Europeo, es la francesa ‘La ley del mercado’, de Stéphane Brizé. Sobre un parado de larga duración en la cincuentena, con unas circunstancias familiares problemáticas,  que acepta un empleo en el que su ética se verá puesta a prueba. Inapelable de fondo y forma y sin concesiones. Sus críticas, con algunas salvedades, son muy positivas. Con un magnífico Vincent Lindon. No hay que perdérsela.

La tercera es el drama deportivo estadounidense ‘La verdad duele’, de Peter Landesman. Basada en hechos reales y en un neuropatólogo forense descubridor de un síndrome que afectó muy gravemente – incluso costándoles la propia vida –  a varios jugadores. División de opiniones y unanimidad en valorar la interpretación de Will Smith. Ustedes mismos-as.

La cuarta, ya doblada, es la comedia del mismo país ‘Mejor… solteras’, de Christian Ditter. Sigue a un grupo de singles neoyorquinos, tres hombres y tres mujeres, quienes, entre encuentros y desencuentros, reflexionan sobre dicho estado civil. Entre su plantel de actrices, los nombres de Dakota Johnson, Leslie Mann o Alison Brie. Contraste de pareceres, pero el tráiler es temible… La pelota, en sus tejados.

La inédita, al menos que tengamos constancia, es la coproducción entre Argentina, España, México y Alemania, ‘Eva no duerme’, de Pablo Agüero. Sobre el recorrido europeo del cadáver embalsamado de Evita Perón y la pretensión fallida de las Fuerzas Armadas golpistas de borrarla de la memoria popular, hasta su entierro oficial en su país, 25 años después. Intensa división de opiniones, a la que nos gustaría sumarnos viéndola.

 

 

 

 

Ciclo Truffaut: Jules, Jim… y Helen

Gracias sean dadas de nuevo por el magnífico ciclo de François Truffaut, que el Instituto Francés de Sevilla y Cinesur Nervión han organizado. Y muy especialmente en el caso de la cinta que nos ocupa, proyectada ayer. Porque quien esto firma, que no había revisitado ‘Jules et Jim’ desde hacía décadas, ha tenido ocasión de profundizar en la fascinante personalidad de la mujer que amó  y  fue amada a y por estos dos hombres.

Una mujer, eje,  motor y protagonista fundamental de esta historia que, sin embargo, no aparece en su título. Se trata de Helen Grund, luego conocida como Helen Hessel e interpretada aquí por la maravillosa Jeanne Moreau, bajo el nombre de Catherine. Los otros dos vértices del triángulo real – que en la película aparecen bajo los rasgos y el talento de Oskar Werner y Henri Serre, como Jules y Jim, respectivamente – fueron Franz Hessel, con el que ella se casó, y Henri-Pierre Roché, que fue su amante.

https://www.youtube.com/watch?v=x5IAYIUKTaI

Este último fue el autor de la novela, del mismo título, en la que el realizador francés se inspiró para esta obra, destinada a ser la primera de su filmografía. Finalmente, fue la tercera, tras ‘Los cuatrocientos golpes’ y ‘Tirad sobre el pianista’ ambas ya exhibidas. Quien esto firma no pudo, por circunstancias inesperadas y del todo ajenas a su voluntad, quedarse al coloquio dirigido por Joaquín Asencio, que tuvo por cierto una divertida, burbujeante y cantarina presentación a cargo de la agregada cultural del organismo, Annouchka De Andrade. Así que no sabe si se mencionó a la dama en cuestión o no…

Pero, volviendo a ella, esta singular y longeva berlinesa (1886 -1982) fue, según fuentes de Wikipedia y de su biógrafa Marie Françoise Peteuil, pintora, periodista, resistente, traductora y feminista, entre otros muchos registros. Su existencia estuvo llena de aventuras tan estimulantes como peligrosas.  Así, rescató a su ex marido de una muerte segura, se convirtió en granjera y reunió en su casa parisiense a buena parte de la intelectualidad alemana.

Provocadora, de fuerte temperamento, transgresora y fiel a sí misma hasta lo insoportable para su entorno y por encima de todo, así la han dibujado. El filme la retrata sobre todo como gran seductora y carismática, pero también frívola, caprichosa, tiránica y egoísta -para no hablar de ese final… – sin hacer apenas mención a sus muchos valores, anteriormente descritos. En esta entrada, no se pretende hacer su crítica. Solo reseñar que sus cualidades míticas siguen intactas.

Pero también dejar constancia de dos lacerantes escenas insultantemente misóginas. Los protagonistas recitando a Verlaine en su versión más machista y el desprecio absoluto de un joven a su pareja, una chica a que se considera estúpida y silenciosa, y se la trata como a a tal, para solaz y mofa del varón y de sus colegas. Repulsivas hasta decir basta.

Helen Hessel, una mujer excepcional a la que no se ha hecho la justicia que le corresponde. Una mujer excepcional que vivió intensamente y fue musa, amiga, valedora y mecenas de los artistas y pensadores más ilustres de su tiempo. Hijo suyo, por cierto, fue el conocido Stéphane Hessel (1917-2013), diplomático, escritor,  militante político, uno de los redactores de la Declaración de los Derechos Humanos y autor del famoso libro ‘Indignaos’. Bendita la rama que al tronco sale…

‘Carol’: El precio de la sal

Patricia Highsmith (1921-1995) escribió ‘El precio de la sal’ en 1951 – aunque se editara un año después – bajo el seudónimo de Claire Morgan, al ser rechazado el manuscrito por sus editores, debido a su temática lésbica. La concibió antes, a los 27, tras publicar ‘Extraños en un tren’. En 1989, la reimprimió con el título de ‘Carol’ y su verdadero nombre, explicando las razones que la habían obligado a ocultarse y declarándose satisfecha por haber ayudado con ella a muchas lesbianas. Vendió cerca de un millón de ejemplares.

La excelente autora estadounidense, afincada luego en Suiza, fue una reconocida  misántropa, gatófila, bisexual y -¡¡¡ay!!! – también misógina. Y, en este caso, como en los de otras excelentes adaptaciones de sus libros, ha tenido la fortuna de que dicha historia suya,  tan a contracorriente, sobre dos neoyorquinas muy distintas -la joven dependienta de una tienda de Manhattan y una dama de clase alta, que acude allí para comprar un regalo para su hija – que se enamoran en las circunstancias más difíciles… haya encontrado el mejor traductor al cine.

En efecto. Todd Haynes, californiano de la cosecha del 61 y responsable de ‘Lejos del cielo’, es un director comprometido con la causa gay y está especialmente dotado para retratar, como lo demostró en la cinta citada, relaciones que no se ajustan a las reglas heteronormativas al uso. Además de todo eso, es un realizador de talento, en el que el fondo y la forma se combinan sabiamente, de una manera tan clásica y estilizada, como sutilmente transgresora.

En ‘Carol’, la puesta en escena es tan refinada, sutil y delicada como eficaz. Siempre al servicio de la historia, no hay ni un solo plano que sobre. Hermosa y sofisticada, cruel y desgarradora, contenida pero emotiva, no abruma sentimentalmente al espectador. Por el contrario, le ofrece un relato nada complaciente ni estética, ni éticamente, sin preciosismos superfluos, ni vacuas sensiblerías. Decepcionará, por tanto, a quienes esperen un drama romántico al uso, convencionalmente narrado. Y más aún a quienes pretendan extraer un cierto morbo del cuerpo a cuerpo, tipo mujer contra mujer.

Hay erotismo, sensualidad, pasión e intensidad, sí. Pero nunca fuera de contexto. Siempre en el contexto de una sociedad, la de los 50, ferozmente machista, en la que los hombres tenían el poder absoluto sobre las mujeres. Desde besarlas sin permiso, hasta manipularlas para conseguir un compromiso no deseado por ellas. Desde utilizar a una hija como moneda de cambio para retenerlas contra su voluntad, hasta arrebatarles la custodia por faltas contra la moral. Desde ignorar sus verdaderas tendencias, hasta condenarlas por ellas.

El realizador nos muestra -¡y de qué manera¡ – la belleza de un romance naciente,  de una ciudad única, de una historia  y de unas protagonistas en la plenitud de sus vidas, sin olvidarse nunca de las sórdidas dificultades que les impiden desarrollarse y ser fieles a sí mismas. Un tiempo, un país y una época  especialmente lacerantes, además, para aquellas cuyos deseos no concordaban con lo establecido.

118 minutos de metraje. Su espléndido guión adaptado lo escribe Phyllis Nagy. La preciosa fotografía, tan plástica e integrada en el tiempo que retrata, es de Edward Lachman. La arrebatadora partitura, de Carter Burwell. Cate Blanchett y Rooney Mara nos estremecen con su mutua química, sus magnéticas presencias y sus excelentes composiciones. Con Sarah Paulson, Kyle Chandler y el resto del reparto más que dignos.

Es una de las elegidas para debatir en nuestra próxima tertulia del miércoles, 2 de marzo. Háganse el inmenso favor de no perdérsela.

‘Una mirada documental’: Recordatorio de urgencia

Mañana, lunes 8 de febrero, a las 19 horas en la FNAC sevillana, sita en la Avenida de la Constitución, tendremos una nueva e interesante sesión del ciclo de documentales que coordina con excelencia el crítico y amigo Miguel Olid Suero.

Por orden cronológico, veremos el reciente Premio Asecan al mejor cortometraje de este género, ‘Garbanzos con azúcar’, de Antonio Aguilar. Una historia, basada en hechos reales, ambientada en 1937, durante la guerra civil, en dibujos. Muy singular y con críticas estupendas. 11 minutos de metraje.

Luego, tres más del mismo autor, el sevillano Óscar Clemente, quien los introducirá y debatirá con el público. Son, a saber: ‘La historia del perro Schumman’, de 6 minutos, o la vida vista desde los 94 años. ‘La explosión metropolitana’, de 15 minutos, sobre alternativas de movilidad frente a la dependencia y contaminación del coche. Y ‘Bendito simulacro’, de 22 minutos, sobre un peculiar mago e imaginero.

Por último, se adelantará el tráiler de otro que se estrenará este mismo mes.

Un programa más que interesante que nadie debería perderse.

 

 

Visto lo visto… y sin que sirva de precedente: Pequeños desahogos

Rancia. Tosca. Aburrida. Por momentos, groseramente machista. Con un pésimo guión. Falta de ritmo. Mal realizada. Homenajeando a lo más casposo, facha y sexista de nuestras esencias patrias. Haciendo un penoso tributo a uno de los más grandes de la profesión. Ejerciendo, parodiando de nuevo, la grasia andalusa.

Esos números musicales. Ese discurso presidencial. Ese conductor tan desaprovechado y copiándose a sí mismo. Esos-as intérpretes internacionales a los-as que nunca premian, que apenas si entienden de lo que se está hablando, pero que tienen – y dan…- un caché. Esas doce candidaturas, que se quedaron en dos premios menores. Esos galardones, una vez más, y no se cuestiona su justicia, abrumadoramente masculinos de autoría, protagonismo, fondo y forma.

Pongamos que se habla de la Gala…

‘En cartelera’: Épica y lírica

De las cinco películas de estreno de ayer, los dos títulos estrellas pueden verse también en versión original. La tercera es española y dos se nos quedan lamentablemente inéditas.

Comenzamos por la británica ‘Carol’, de Todd Haynes. Basada en la obra homónima de Patricia Highsmith, y ambientada en los años 50, narra la difícil historia de amor entre una joven dependienta y una dama de la alta sociedad, casada y con una hija. Precedida de las más superlativas referencias y de toda suerte de premios y reconocimientos, como las seis candidaturas a los Oscar. Entre ellas, a sus dos actrices Cate Blanchett y Rooney Mara. Es una de las elegidas para debatir en nuestra próxima tertulia del miércoles, 2 de marzo. Su visión es absolutamente obligada.

La segunda es la norteamericana ‘El renacido’, de Alejandro González Iñárritu, que tiene nada menos que doce opciones a las estatuillas y que le deparará, según todas las quinielas, su primer Oscar a Leonardo DiCaprio. También la debatiremos en la tertulia del 2 de marzo. Es una historia, basada en hechos reales, que ocurre en el siglo XIX sobre la odisea de supervivencia y venganza posterior de un trampero herido y abandonado a su suerte. Las críticas, con algunas salvedades, la han avalado y no hay que perdérsela.

La tercera es la española ‘Reverso’, de Carlos Martín. Dos hermanos compitiendo en un juego peligroso. Contraste de pareceres.

Para terminar, los documentales inéditos tienen ambos buenas reseñas. Son el británico ‘Goya, un espectáculo de carne y hueso’, de David Bickerstaff y el español ‘Informe general II: El nuevo rapto de Europa’, de Pere Portabella. Sobre el estado de la cuestión a niveles políticos, sociales, económicos y culturales en nuestro país y en relación con el llamado Viejo Continente.

No solo cine. El CAL en Infanta Elena: Insomnios personales y urbanos…

Un espacio de lectura y cultura absolutamente desbordado, con una aplastante mayoría de mujeres. El de la Biblioteca Infanta Elena de Sevilla, que ha albergado esta tarde-noche la multitudinaria presentación del libro de Elvira Lindo, ‘Noches sin dormir’, organizado por el Centro Andaluz de las Letras, CAL. Con un Antonio Muñoz Molina, en primera fila, muy respetuoso, discreto y atento, al par que divertido. Y con una cómplice y estupenda interlocutora- guía – más que presentadora al uso – Pilar Lacasta.

¿Como consignar lo dicho en  esta hora y media, teniendo como referencia una memoria imperfecta y unos apuntes caóticos, tomados sobre la marcha, y casi ininteligibles? Intentándolo, pese a todo. Desordenadamente y con algo de concierto. Procurando resaltar lo más sugerente y estimulante, de una velada, por lo demás muy agradable en la que las sonrisas, cuando no las francas carcajadas, fueron la tónica.

Así se comentó que el libro debería haberse titulado ‘Último invierno en Nueva York’, pues son las vivencias de este periodo, plasmadas en una suerte de diario.  pero que la autora no quiso porque ‘no quería que se acercaran a la ciudad así’, sino ‘por la forma tan peculiar que  tiene de mirar’. Que es más fácil ver el comienzo de las cosas y más duro su final, como escribía Joan Didion,  una de las tres citas del libro.

Corroborado por la protagonista, en su experiencia con La Ciudad. Llegar a un sitio, tan internacional, entender su cultura… genera ilusión. Pero, al cabo de 11 años, se siente que eso se ha acabado. Pues ya eres ciudadana, no turista, y ese, además, fue un invierno realmente crudo. NY es excitante, embaucadora, pero… vivir allí rompe el hechizo, el sueño. Por eso, quiere volver a recuperarla como viajera.

La segunda cita es de Oliver Sacks que dice, más o menos, que la urbe está bajo el síndrome de Tourette, pues la gente sale a la calle y muestra lo que es, con sus rarezas y compulsiones. Y la tercera, de Boris Pasternak, muy en línea con su insomnio neoyorquino, ‘No te duermas y escribe’. A fe que ella lo hizo… Lo ha hecho pidiéndole a sus lectores que respeten este ejercicio de sinceridad en voz baja, como las confidencias amistosas. Este ejercicio de introspección sencillo y poético, que confía en que se lea bien, sin banalizarlo.

Sin banalizar sus retratos de la Gran Manzana y sus personajes. Como la descripción de sus nuevas costumbres para hacerse con tal espacio y crear vínculos allí. Como  su intensa  experiencia emocional, confesándose ante el cassette de una profesora de Harvard, que no grabó, y ya no podía repetirse de la misma manera.

Como el hecho de practicar, en lo posible, su propio lema de que ‘no hay que decir no a nada en esta vida’, aunque crea que muchas experiencias son mejores leídas que vividas. Como ese invierno poblado de personajes tan conocidos – Cólm Tóibín – como anónimos a los que, en un taller, animó a relatarse. Como la gente tan cansada en la vida subterránea del metro, tan importante como la de la intemperie. Como el saberse privilegiada, cubierta y respaldada sanitaria, legal, afectiva y económicamente.

Como el hecho de que le dijeran que sabe narrar, describir y transmitir. Que tiene un olfato especial para ver a las personas comunes, con vidas que merecen ser contadas. Como que tuvo que moderarse, se lo pidió él mismo, para no hablar demasiado de Antonio M. M. Como que le admira, entre otras muchas cosas, por ser tan buen pedagogo. Al contrario que su padre, otro hombre imprescindible y muy presente. Como el exótico, por extraño y fuera de contexto, mitín de Pablo Iglesias en Queens, en una noche helada.

Como que, de tan cambiante, y de tantos comercios como cierran, la ciudad pierde identidad. Como lo difícil que es crear lazos allí y de ahí la fuerza de sus movimientos vecinales. Como que su trabajo es tan especial que muchas amistades, y hasta, a veces, ella misma no lo considera como tal.

Como que es asertiva asumiendo sus culpas, porque tiene un sentido de la justicia muy desarrollado. Como que escribiría, como tantos-as colegas de antaño, en los cafés si pudiera. Como que viajar puede ser un horror, una experiencia agotadora y sobrevalorada, pues hay una ansiedad generalizada ‘por querer estar en todas partes’. Como que es menos arriesgado hablar sin tapujos de NY que de Madrid. Como que, según otra frase, «ahora estamos aquí para ser los recuerdos de nuestros hijos»…

Amén, Elvira Lindo. Gracias sean dadas a ti, a Pilar Lacasta, al CAL y a la Biblioteca Infanta Elena, por esta velada. GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS.

 

 

‘La Palabra y la Imagen’. Temporada 4: Dioses y monstruos

Otra sesión multitudinaria y memorable de nuestra tertulia, que comenzó con la lectura del precioso artículo – reseñado en otra entrada de este blog – que el crítico y amigo Miguel Olid Suero, le dedicó en ABC a La Palabra y la Imagen, por lo que fue premiado con una clamorosa ovación.

Las tres películas comentadas, todas del máximo interés, con algunas reservas, tienen el denominador común de, pese a sus temáticas densas e intensas, no manipular al espectador emocionalmente y ofrecer una imagen – especialmente en lo que a dos de ellas se refiere – muy diferente de las mujeres, sin nada que ver con los clichés al uso.

Comenzamos por la demoledora ópera prima húngara ‘El hijo de Saúl’, de László Nemes. Gran Premio del Jurado y Premio Fipresci en Cannes y, entre otros muchos y notables reconocimientos, Globo de Oro a la Mejor Película de Habla no Inglesa y es la gran favorita para hacerse con el Oscar en esta categoría el próximo día 28. Se destacaron su narrativa, su puesta en escena, su cámara al hombro a la altura del personaje, sus acciones simultáneas, su visión tan diferente e insobornable, de fondo y forma, del Holocausto.

Su  forma de adentrarnos en el campo de Auschwitz, en las tripas de un infierno donde habitaban los monstruos, apenas entrevistos, pero sí oídos. Las acciones simultáneas que tienen lugar en torno al protagonista al que la cámara, desasosegante y tan ansiosa como él, como nosotras-os, persigue obsesivamente sin abrir el campo más que en un par de ocasiones.

Como afronta la deshumanización, la alienación y el colaboracionismo inducido de los comandos respecto de sus propios compatriotas. El papel de las trabajadoras y servidoras sexuales de verdugos y víctimas… Aunque hubo alguna voz discrepante respecto a su narrativa, en general, cosechó unanimidad en sus valores.

De ‘Mía madre’, de Nanni Moretti, gustaron mucho la inversión de los roles de género. Los varones sensibles y las mujeres fuertes, pero no duras. El alter ego del realizador, la excelente Margherita Buy. Su personaje, con tantos frentes abiertos -conyugales, laborales, fraternales, materno-filiales – y  a punto de desmoronarse. El de esa madre agonizante, una profesora tan querida, como lo era la del director, fallecida durante el rodaje de ‘Habemus Papam’ y honrada aquí. El hecho de que la muerte de un progenitor, o de una progenitora, en este caso, marca un antes y un después.

El propio personaje masculino, tan sensible y entregado, tan generoso. El cine dentro del cine. La forma de rodar, y de actuar, europea frente a la norteamericana. John Turturro, desternillante par la mayoría. Su tristeza, su melancolía, su duelo sin catarsis. Pero disgustaron sus bajones de ritmo, también a alguno sus dispersas líneas narrativas y ciertos artificios. Se la comparó negativamente con ‘La habitación del hijo’, pese a sus muchas diferencias. Se le reprochó su falta de emotividad. Pero, en general, interesó bastante.

‘Spotlight’, de Thomas McCarthy, es un homenaje al periodismo de investigación al servicio de la verdad. A un equipo en activo y tuitero, además. A su más que merecido Premio Pulitzer. A un reparto coral y espléndido. A un guión impecable y sólido. A su factura de película clásica, en el mejor sentido del término. A esa búsqueda de datos, que comprometían gravemente, a las más altas jerarquías eclesiásticas, sistemática y objetiva.

A su manera de afrontar ese arduo e ingrato, pero apasionante trabajo. Aunque se le reprocharan también cierta frialdad, una determinada celeridad en los diálogos y un cierto estancamiento en la evolución de los personajes. A su autocrítica. A esas pinceladas tan atípicas en la vida personal, o en su ausencia, de esos profesionales. A la manera de mostrarles, especialmente al de Rachel McAdams tan natural y desprovista de connotaciones estéticas en su imagen.

A esos otros monstruos, que pasaban por dioses, y a sus víctimas tan inocentes y tan devastadas. Al gran encubridor, el cardenal. A una sociedad aristocrática, de filiación católica, por su origen irlandés. A quienes les defendían, a terapeutas, asociaciones, abogados pero también a los aliados de los delincuentes.

En fin… Participar en esta tertulia supone una experiencia única de enriquecerse con tantas y tan estimulantes voces, miradas y lecturas sobre las cintas propuestas. El miércoles, 2 de marzo, más. Debatiremos sobre ‘Carol’ de Todd Haynes, ‘El renacido’, de Alejandro González Iñárritu, que entran pasado mañana, viernes, 5, y ‘Ave César’, de los hermanos Coen, que lo hará el día 19 de febrero.

Gracias a La Casa del Libro, a Pepe Iglesias Blandón y a los-as mejores tertulianos-as del mundo mundial por hacer imborrable cada uno de estos encuentros. GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS.

Por cierto, las magníficas fotos que ilustran esta crónica son debidas a Vita Lirola, a Concha Jiménez y a Pepe Iglesias. Gracias miles a los tres.