‘Amor sin control’: Entre las piernas

La adicción al sexo se ha tratado en el cine desde diferentes perspectivas. Así, la  misógina y cínica de Lars Von Trier , ‘Nymphomaniac’, la sombría, dramática e intensa de Steve McQueen, ‘Shame’, e incluso, años ha, la fallida mezcla de drama, comedia y thriller de Manuel Gómez Pereira, ‘Entre las piernas’. A estos títulos, y otros más, que no consignamos por razones obvias, se les une esta ópera prima del guionista, actor y productor independiente norteamericano, Stuart Blumberg, cosecha del 69.

En este, como en los otros casos ya mencionados, el enfoque es radicalmente distinto. De hecho, su título original, ‘Thanks for Sharing’, da pistas – frente al bobalicón castellano de ‘Amor sin control’ – porque la historia sigue a varias personas que ingresan en una clínica de desintoxicación externa, que se comprometen a seguir las reglas y a compartir ( ‘Gracias por Compartir’, sería su traducción literal) en grupo, sus historias, vivencias y las vicisitudes por las que atraviesan en ese duro proceso personal de plantar cara a su principal problema.

Así pues, este es un relato más coral que los anteriores y centra su desarrollo en la evolución de los personajes y, sobre todo, en la concepción de tal adicción como una enfermedad sin paliativos.  Una enfermedad, o grave trastorno si lo prefieren, que el imaginario patriarcal, presente en la izquierda y en la derecha, ha banalizado a menudo hasta mostrar incluso su admiración  y envidia -sobre todo, si son varones…- por y hacia quienes lo padecen. Además  es bien sabido que estas prácticas de desintoxicación se originan en el germen de Alcohólicos Anónimos y su terapia de Los Doce Pasos.

Este es un punto fuerte de la cinta, su sentido de lo comunitario, de la solidaridad y empatía de personas consumidas por un deseo devorador e implacable que se ayudan mutuamente a liberarse y a crecer, pese a las recaídas y contradicciones que afrontan en una ciudad, N.Y., tan llena de tentaciones. De personas que intentan ser fieles a sí mismas con todas las consecuencias.

Pero… su contrapartida es que no acaba de encontrar un tono entre el drama y la comedia. Que, pese a su vocación de coherencia, es previsible y más ligera de lo deseable. Que algunas tramas ý caracteres estén habitad@s por ciertos tics y clichés. Que resulta demasiado recatada para lo que está narrando. Aunque se agradece que obvie un happy end romántico al uso.

El reparto cumple y habría que destacar al tándem Robbins-Ruffalo, pero se valoran asimismo las presencias y el buen hacer de Joely Richardson, Josh Gad , Alecia Moore y Patrick Fugit. Pero Gwyneth Paltrow resulta tan esquemática como su protagonista,» la chica», que no está desarrollada como tal, sino solo intuída.  Y es una pena, porque había material para hacerla mucho más compleja.

Una cinta, pues, bienintencionada e interesante, aunque irregular. Un retrato colectivo de unas personas luchando contra la maldición de esa pulsión ingobernable que sienten entre las piernas.

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