Suma y sigue el inadmisible e intolerable trato dado a los animales en muchos, son muchos ya…, títulos integrados en diferentes Secciones del Festival. En la jornada de hoy – y quien esto firma ha obviado los que parecían más proclives, por sus sinopsis, a tenerlos – nos hemos encontrado con dos. Y con sendas películas interesantes, que esto es lo más insidioso. Luego, claro, del propio maltrato a estas especies no humanas.
La primera es la italo-franco-norteamericana ‘The other side’, de Roberto Minervini. Es una suerte de documental, o docuficción, que describe precisamente el otro lado, el lado oscuro de la América más profunda, en Lousiana. Allí, dos comunidades que no se tratan, ni encuentran viven al límite, por distintas razones. Politoxicómanos de todas las edades que fabrican y comercian, además de consumir, con tan letal mercancía y paramilitares fascistas, obsesionados con el ejército y las armas, que campan por sus respetos con toda la artillería pesada.
Pues estos últimos, precisamente, azuzan a dos perros contra un jabalí al que acaban, si no asesinando, que quien esto firma piensa que sí, al menos haciéndole mucho daño en vivo y en directo. Quien esto firma, volvió a abandonar la proyección en ese momento.
El segundo caso, también de la misma Sección a concurso, se ha dado esta tarde. En la primera de las que componen la trilogía de Miguel Gomes sobre una versión libérrima de Las Mil y una Noches, ‘El inquieto’. En ella, una cinta más que apreciable sobre la que volveremos en otra entrada, un gallo y dos camellos, o dromedarios, son utilizados, luego explotados, claramente explotados, como parte de la historia.
Todas las veces que se repita son pocas. El cine tiene recursos suficientes, incluso en su versión tecnológica más primaria, para no integrar, ni domar, ni explotar o maltratar o menos aún asesinar animales en sus rodajes. Es un crimen aberrante y, además, en muchos países civilizados, ilegal. Como también debería serlo que no se respaldara a los filmes que lo perpetran en ningún Festival.