Archivo diario: noviembre 10, 2015

SEFF, XII Edición. Toma 10: Insidias…

Suma y sigue el inadmisible e intolerable trato dado a los animales en muchos, son muchos ya…, títulos integrados en diferentes Secciones del Festival. En la jornada de hoy – y quien esto firma ha obviado los que parecían más proclives, por sus sinopsis, a tenerlos – nos hemos encontrado con dos. Y con sendas películas interesantes, que esto es lo más insidioso. Luego, claro, del propio maltrato a estas especies no humanas.

La primera es la italo-franco-norteamericana ‘The other side’, de Roberto Minervini. Es una suerte de documental, o docuficción, que describe precisamente el otro lado, el lado oscuro de la América más profunda, en Lousiana. Allí, dos comunidades que no se tratan, ni encuentran viven al límite, por distintas razones. Politoxicómanos de todas las edades que fabrican y comercian, además de consumir, con tan letal mercancía y paramilitares fascistas, obsesionados con el ejército y las armas, que campan por sus respetos con toda la artillería pesada.

Pues estos últimos, precisamente, azuzan a dos perros contra un jabalí al que acaban, si no asesinando, que quien esto firma piensa que sí, al menos haciéndole mucho daño en vivo y en directo. Quien esto firma, volvió a abandonar la proyección en ese momento.

El segundo caso, también de la misma Sección a concurso, se ha dado esta tarde. En la primera de las que componen la trilogía de Miguel Gomes sobre una versión libérrima de Las Mil y una Noches, ‘El inquieto’. En ella, una cinta más que apreciable sobre la que volveremos en otra entrada, un gallo y dos camellos, o dromedarios, son utilizados, luego explotados, claramente explotados, como parte de la historia.

Todas las veces que se repita son pocas. El cine tiene recursos suficientes, incluso en su versión tecnológica más primaria, para no integrar, ni domar, ni explotar o maltratar o menos aún asesinar animales en sus rodajes. Es un crimen aberrante y, además, en muchos países civilizados, ilegal. Como también debería serlo que no se respaldara a los filmes que lo perpetran en ningún Festival.

SEFF, XII Edición. Toma 9. ‘Suite armoricaine’: Et in Arcadia ego

Una profesora de Historia del Arte, cuya memoria es frágil y la ronda la amnesia. Una vuelta al antiguo hogar familiar de Rennes. Unas clases que analizan los trazos de los genios. Una inscripción de un cuadro, que sirve como epígrafe. Un alumnado tan atípico como respetuoso.

Un joven de orígenes dudosos. Una joven ciega inteligente y autónoma. Una progenitora, sin rumbo y sin ley, que acosa y que invade. Un pasado común, un encuentro inesperado. Un secreto que avergüenza. Un lugar de lectura que sirve de refugio.

Unas fotos que desvelan. Una juventud no tan dorada. Unos meses en otra ciudad. Un paisaje tan hermoso como vivo. Unas hierbas contra el miedo. Unas situaciones desde dos perspectivas. Un abuelo sabio y sanador. Unas vidas que se cruzan. Un misterio a resolver. Un pasado que no se congela. Una cartografía reveladora. Una historia que surgió de repente. Unos matices autobiográficos.

suite armoricaine

Una mujer reacia a las distancias cortas. Otra que le reprocha que nunca supo darse. Fragmentos de vidas, de días y de meses. Un curso tan especial como irrepetible. Recuerdos en imágenes y sueños. Una realizadora en una Sección de hombres. Unos títulos de crédito que recogen hasta el último figurante. Unas vistas con arboles que quitan el aliento. Un metraje de 145 intensos y líricos minutos. Una región, Bretaña, y una lengua olvidada. Una generación viviendo al límite. Nosotros-as, los-as de entonces, ya no somos los-as mismos-as. Unas amistades que nunca volverán.

Una fotografía preciosa de Tom Harari. Una música, que no lo es menos, de Eric Duchamp. Una escritura de la propia directora. Un guión que te obliga a recomponer las piezas. Una puesta en escena serena y elegante. Un reparto impecable, creíble y entregado. Una cineasta, que también es geógrafa, y ha estado con nosotros-as. Una cinta compleja, cultivada y magnética. Una reseña, esta, mezcla ecléctica de lo visto y lo oído en una sesión única y en el encuentro posterior.

Una película que no pueden, ni deben, perderse, ‘Suite armoricaine’, Sección Oficial. Una firmante, Pascale Breton. Un Premio Fipresci en Locarno. Una mirada de mujer que le ha provocado a quien esto firma el primer flechazo del Concurso. Escrito queda.

SEFF, XII Edición. Tomas 7 y 8: Arsénico y champán…

De las tres películas vistas ayer en la Sección Oficial, dos de ellas tienen más de un denominador común, aún siendo radicalmente distintas. Hablamos, por orden cronológico de proyección, de la coproducción entre Inglaterra, Hungría y Francia, ‘The childhood of a leader’, de Brady Corbet y de la también coproducción entre Francia, República Checa y Bélgica, ‘Madame Marguerite’, de Xavier Giannoli.

Ambas están ambientadas también en uno de estos países citados, Francia y en los años 20. Ambas están estructuradas en capítulos o epígrafes. Ambas se centran en ambientes cultural y socialmente privilegiados. Ambas tienen una espléndida factura y equipos técnicos muy cualificados que les dan soporte.

Ambas están coescritas por sus propios directores y sendas mujeres. Mona Fastvold, en el primer caso y Marcia Romano, en el segundo. La primera está basada en un relato de Sartre y la segunda en un personaje real, la soprano estadounidense Florence Foster Jenkins, a cuya figura dedicará su próximo film, Stephen Frears, con Meryl Streep de protagonista.

Pero aquí acaban sus semejanzas… La primera remite a la infancia, tan disciplinada como conflictiva, de un futuro gobernante autoritario, trasunto de Hitler. Y la segunda a un microcosmos mundano y cultivado, donde se rinde pleitesía a la belleza, a través de la música. En la primera, las rabietas de un niño, en momentos históricos claves, son las protagonistas. En la segunda, la obsesión de una aristócrata melómana por cantar frente a la lógica aplastante de su carencia absoluta de facultades.

"The Childhood of a Leader"

«The Childhood of a Leader»

En la primera, la diplomacia y la política. En la segunda, el arte. El tratamiento en la primera es austero, de puro formal, y apenas si se interesa por la evolución y el desarrollo de sus personajes. Bajo una aparente sutileza, se esconde, desde la opinión de quien esto firma, una línea narrativa esquemática y plana, que da un giro de 180 grados en su efectista y grandilocuente final. Su reparto es irregular pues ni Bérénice Bejo, ni aún menos Robert Pattinson, funcionan demasiado bien. Liam Cunningham y Yolande Moreau, son los mejores.

La segunda es, por el contrario, compleja, divertida y burbujeante. Muy brillante formalmente y con un gran mimo por sus personajes, en general muy bien definidos hasta los-as más secundarios-as. Es satírica y mordaz, pero siente compasión por el autoengaño que sufre su protagonista, una inmensa Catherine Frot, y contiene muy buena observación de ese microcosmos muy particular en el que el verdadero talento se alía con el fraude y la mentira. Su banda sonora contiene piezas inmortales servidas por voces privilegiadas, excepto en el caso ya citado.

Tan semejantes y tan diferentes… Las dos caras de una época y un país. Tan letal como el arsénico ejemplificado en la gestación de un líder ferozmente destructivo y tan dorado como el champán de un mundo que supo dar lo mejor de sí mismo en creatividad y talento.