Archivo diario: noviembre 7, 2015

SEFF, XII Edición. Toma 4: Dos amigos

Dos amigos con nombres propios. Dos amigos llenos de talento. Dos amigos, de los que el mayor de ellos le doblaba la edad al menor. Dos amigos y colegas. Dos amigos, en el que uno, y su revista, le confirieron una nueva dimensión crítica en Europa a la obra del otro. Dos amigos cuya creatividad tomó derroteros muy diferentes. Dos amigos cuyos vínculos se estrecharon con una larga entrevista, que  devino en un libro imprescindible.

Dos amigos, uno inglés, residente en Estados Unidos y el otro, francés. Dos amigos universalmente conocidos y reconocidos. Dos amigos cuya filmografía perdura. Dos amigos llamados Alfred Hitchcok y François Truffaut. De tales hombres, de tales cineastas, trata la cinta, de Special Screening , dirigida por  Kent Jones – de 80 minutos de metraje, con guión de su firmante y de Serge Toubiana y música de Jeremiah Bornfield – ‘Hitchcok/Truffaut’, que conmemora, precisamente, el cincuentenario de la obra mítica e imprescindible del segundo en homenaje al primero.

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Y así en este filme, tan cuidado, inteligente, divertido y estimulante, nos es dado oír las grabaciones originales de ese documento, único e irrepetible, en el que un maestro del cine interpela a otro sobre su ‘modus operandi’ fílmico, con una intérprete de por medio. Nos es dado, asimismo, ver las imágenes de estos dos hombres y de esta mujer, en torno a una mesa y a una grabadora, sonrientes y cómplices.

Nos es dado, además, el privilegio de escuchar a ilustres colegas de ambos, tales como, nada menos y entre otros, que Martin Scorsese, Richard Linklater, Wes Anderson, James Gray, David Fincher u Olivier Assayas, analizando la obra hitchockiana, mientras en pantalla aparecen esas escenas antológicas, que comentan con tanta sabiduría como lucidez. Mientras en pantalla aparecen Janet Leigh, Kim Novak, James Stewart, Ingrid Bergman, Grace Kelly o Cary Grant.

Nos es dado constatar el alcance del conocimiento y de la devoción que del y por el entrevistado sentía el entrevistador. Nos quedan para el recuerdo frases míticas del primero, tantas… Una, como ejemplo: ‘Un rostro no es nada, si la luz no lo toca’. Y también que no hubiera rodado como su colega cierta famosa escena de ‘Los cuatrocientos golpes’. Nos es dado disfrutar de unos títulos de crédito a la manera del protagonista y una banda sonora a la manera Herrmanniana.

Tras esas cincuenta horas de conversaciones, cincuenta años ha, los dos realizadores se hicieron muy amigos. Dos amigos. Mantenían contactos telefónicos y epistolares muy frecuentes y se consultaban sobre sus rodajes y proyectos. Ambos abandonaron este mundo, en el que siguen tan vigentes, con solo cuatro años de diferencia. Pero, mientras el primero era octogenario, al segundo lo fulminó un tumor cerebral implacable, con tan solo 52.

Este documental, de visión obligada y más que emotiva para cinéfilos-as, estudiantes, mitómanos-as y estudiosos-as es un auténtico regalo, una joya que no deberían perderse bajo ningún concepto.

SEFF, XII Edición. Toma 3: ¿Y fueron felices…?

Como dice el muy cualificado crítico y amigo, Enrique Colmena, – quien, por cierto, ha apreciado bastante esta película de la Sección Oficial, de la que ahora vamos a ocuparnos, así que tomen buena nota – al italiano Matteo Garrone, cosecha del  68, no se le puede acusar de repetirse. Ahí están, para confirmarlo, filmes suyos tan dispares como ‘Gomorra’, ‘Reality’, y esta ‘El cuento de los cuentos’, otro de los títulos que compite por el Giraldillo de Oro.

Basada libremente en la novela homónima del autor del siglo XVII, Giambattista Basile,  y ambientada en esta época, el Barroco.  Narra las historias cruzadas de tres reinos, sus monarcas, y sus vínculos familiares, relaciones y circunstancias, ejemplificando en ellos, al tiempo, algunos temas que nos afectan en nuestra cotidianeidad contemporánea.

125 minutos de metraje. La han escrito, además del realizador, Edoardo Albinati, Ugo Chiti y Massimo Gaudioso. Su hermosa fotografía es de Peter Suschitzky. Su partitura del gran Alexandre Desplat. Tiene un estupendo trabajo, además, del equipo técnico, de producción y del departamento de efectos especiales. Y un reparto de lujo en el que destacan, entre otros-as, Salma Hayek, Vincent Cassel, John C. Reilly o Alba Rohrwacher.  Solo que…

Solo que a quien esto firma la ha dejado fría e indiferente . Solo que quien esto firma, piensa que le sobran metraje y cierta pomposidad.  Solo que quien esto firma, pese a destacar su oscuridad y sordidez a la contra, la ha encontrado bastante plana en las historias y en el enfoque de sus protagonistas. Solo que quien esto firma, cree que ha desaprovechado, también él, también aquí, una oportunidad de oro de cuestionar los esquemas sexistas en los temas tratados como la maternidad, el matrimonio, la relación con los hijos-as, de los y las diferentes, la vejez, el imperativo por la juventud y la belleza, la tiranía de una forma de Estado…

En efecto, el rechazo al deterioro del cuerpo y a los estragos de la edad solo se les adjudica a las mujeres. Así como las pulsiones maternales. Pero el poder omnímodo es masculino y ellos sí pueden exhibir sin traumas, ni complejos, el paso del tiempo. Puesto que del género fantástico se trataba, y de una versión libre de una obra, hubiera sido mucho más estimulante y enriquecedor, hubieran ganado sus personajes en complejidad, de haber dado una vuelta de tuerca a esos esquemas, cuestionándolos. Una pena.

 

SEFF, XII Edición. Toma 2: Madre e hija

Vaya por delante que, a juicio de quien suscribe, ‘Mia madre’, Sección EFA, no es la mejor, ni la más redonda, película de su firmante, el italiano Nanni Moretti.  A esta historia de una directora de cine políticamente comprometida e inmersa en una crisis existencial, con su madre gravemente enferma… A esta historia de una realizadora, trasunto y alter ego del cineasta, le sobran metraje, reiteraciones y contención ante la inminente pérdida. Y, por contra, le falta, lo que sí tenía la extraordinaria ‘La habitación del hijo’,  intensidad, desgarro y conmoción.

Pero posee muchas cualidades más que apreciables y dignas del talento y la sensibilidad del realizador. Como, por ejemplo, la inversión de roles de género, sin trazos gruesos sexistas, con el personaje central, la espléndida Margherita Buy. Ella es un sujeto en el ejercicio de su trabajo, de su profesión y de sus libertades, con todas las consecuencias.

Ella dirige y protagoniza su existencia, aunque sienta desmoronarse su vida. Ella está al cargo de su equipo de rodaje, pero también de su familia, en igualdad de condiciones con un ex marido y padre que comparte, y algo más, el cuidado de su hija, una encantadora y lista adolescente tan bien encarnada por Beatrice Mancini.

Aunque atenta a su evolución, los cuidados y la atención básica de la progenitora se los procura su hermano, un inédito, tierno y solícito Nanni Moretti. Ella toma las decisiones en su esfera afectiva y laboral, sean o no acertadas. Pese a su carácter difícil y perfeccionista, que no va en su detrimento,  todo lo contrario, no está dibujada esquemáticamente, sino con una amplitud de miras, comprensión y lucidez notables.

Los varones, sensibles. Las mujeres, fuertes y asertivas, pero nunca duras. La madre, una antigua y valorada profesora de disciplinas ahora lamentablemente en desuso, y tan básicas para una educación en valores e integral. Un hijo amante y generoso que es capaz de ver más allá del futuro laboral y estar con ella hasta el fin. Un rodaje tan divertido – gracias al desternillante talento de un sensacional John Turturro, que no duda en reírse de sí mismo, arrancándonos incontenibles  carcajadas – como duro. El cine dentro del cine, las tripas de una filmación…

102 minutos de metraje. La escriben Nanni Moretti, Francesco Piccolo y Valia Santella. La fotografía, muy bien, Arnaldo Catinari. Tiene una música hermosa, con unos preciosos temas, que subrayan sabiamente lo narrado. Habitada por la tristeza y la melancolía. Por una desolación no catártica, pero que la sobrevuela en todo momento. Su mirada es la de una mujer que no se resigna a una pérdida inevitable, de una mujer hecha pedazos, pero que no se rinde. Pese a las carencias citadas, lo que cuenta, y como lo cuenta, es valioso, relevante y nos concierne. Véanla.

SEFF, XII Edición. Toma 1: Padres e hijos

Los franceses Philippe – cosecha del 48 guionista, profesor, productor y montador, además de un realizador prestigioso – y Louis Garrel – cosecha del 83, actor y ahora también guionista y realizador – comparten vínculos de sangre. Además sus dos últimas propuestas fílmicas, y la primera tras la cámara del segundo, concursan en la Sección Oficial y compiten por el Giraldillo de Oro en el Festival.

Padre e hijo, pues, y rivales en esta ocasión. Y lo hacen, curiosamente, con sendas historias – aunque sean muy distintas en sus enfoques y lenguajes – sobre triángulos amorosos. La del progenitor, narrada a su vez por Louis, la protagonizan un hombre y dos mujeres. La del hijo, la que ahora nos ocupa, que inaugura el Certamen, dos hombres y una mujer.

‘Two friends’ (‘Les deux amis’) concursó en Cannes, en la Semana de la Crítica,  donde esta comedia romántica triangular fue muy bien recibida. Había una expectativa en quien esto escribe por verla y degustarla en su narrativa y puesta en escena definida como una nouvelle nouvelle vague… Las etiquetas son eso, etiquetas, pero esta obligaba y mucho.

Precisamente por ello, para quien esto escribe, ha sido una decepción completa. No solo eso.  La ha encontrado misógina, irritante y hueca. Un ejercicio de estilo con demasiados ‘dejá vu’ estéticos, que se presume libre y, salvo por algunos momentos y ráfagas brillantes, es tan vacía de contenido, como de escritura.

Las miradas, mayoritariamente masculinas, de la prensa especializada han elogiado, están en su derecho, su singularidad transgresora y poética. Quien esto escribe, por el contrario, la ha visto desde la perspectiva de su protagonista, la única verdaderamente adulta, sensible y con sustancia, del presunto trío que no es tal.

Y no lo es porque los dos varones, un casanova de vía estrecha y un pasivo agresivo, no dan la talla, en ningún caso, más que para acosarla – la escena de la estación es escalofriante – para faltarle al respeto, para no asumir que un NO quiere decir NO. Para complicarle la vida de la peor y más cruel manera posible.

Pero el realizador debutante, miren por donde, siente una fascinación y una ternura infinitas, complacientes y acríticas por tales impresentables. En realidad, la cinta es un canto a la amistad entre estos dos sujetos tan dispares, de cuya disparidad física, y de carácter, ni siquiera se saca ningún partido fílmico.

La chica, y sus difíciles circunstancias, son solo la excusa. Nunca es percibida por ellos más que en su ‘misterio’ o en su belleza, o en su sensualidad -otro cliché más – y, a todos los efectos, como propiedad de quien, supuestamente, la ‘ama’ . Y, además, se la hace incurrir, en el tramo final, en una suerte de ‘síndrome de Estocolmo’ más bien forzado, aunque generoso.

La única relación que se describe, todo lo deficitaria que se quiera, pues los protagonistas lo son, es la los dos hombres inmaduros y planos, que se pretenden tiernos y son banales, básicos y previsibles. Aunque les rodee un halo romántico y existencialista, no tienen ni carne, ni sustancia. Son una pobre y triste parodia de los Jules et Jim, o de los Belmondo, Godard y Truffaut de antaño…

100 minutos de metraje. Escrita por su director y Cristophe Honoré. Fotografiada bellamente por Claire Mathon. Su excelente música se debe al gran Philippe Sarde. Los actores, el propio Garrel y Vincent Macaigne, hacen lo que pueden, pero carecen de vida. Por eso la chica, una estupenda Golshifteh Farahani, se los merienda sin problemas a los dos. Ella sí le insufla un trágico y romántico lirismo a un relato tan tramposo.

Mais non, Monsieur Garrel, mais non…