El guionista, músico y cineasta Santi Amodeo, cosecha del 69, que tiene en su haber títulos como ‘El factor Pilgrim’ (2000), rodada conjuntamente con Alberto Rodríguez o la celebrada por público y crítica ‘¿Quien mató a Bambi?’ (2013), presenta ahora en el Festival esta su última propuesta en la que pretende alertar sobre los riesgos para el grupo de población más joven de la que much@s expert@s consideran la red social más adictiva y peligrosa, TikTok. Porque en ella, y para las personas más inmaduras cronológica y emocionalmente, las fronteras de lo real y lo virtual se difuminan y de ella pueden derivarse contactos inquietantes y en la que incluso pueden parecer atractivas fantasías letales cuando son llevadas a la práctica.
Tal cosa ocurre aquí a un grupo de amigas adolescentes, especialmente a dos de ellas, que pretenden impactar y hacerse virales con un proyecto en el que comprometerían sus vidas. Un pacto mortal. Aunque tal cosa está, en principio, solo insinuado por la narradora en off, hilo conductor de la historia y, de hecho, se presenta como una representación ficticia, o un ensayo…, de lo que podría ocurrir si llevan a la práctica tan siniestro plan y las reacciones a quienes piensan que ha ocurrido, ya las conocen.
Así que, entre tanto, Amodeo las retrata en sus cotidianidades familiares, lectivas, deportivas, afectivas o lúdicas mientras sus pantallas lo registran todo y son omnipresentes. A ese respecto, la puesta en escena puede ser ingeniosa y resultona, pues hace una inmersión en ese universo paralelo, en ese microcosmos audiovisual que les imprime carácter y sin el que no pueden estar.
El problema aquí es que el tratamiento y el enfoque del relato se mimetizan hasta tal punto con lo retratado, y sobre todo con las retratadas, esa era la intención, que incurren en la dispersión, en los golpes de efecto, en la superficialidad y banalidad de contenidos tales como alusiones sonrojantementes superficiales, casi normalizadoras, al maltrato que sufre la madre de una del grupo y ella misma, a los desórdenes alimenticios, al porno adulto, atracciones y deseo de una de las protagonistas por la otra, acoso y burla al diferente… –
El problema aquí es que no se contextualiza nada ni el estatus socio-económico, ni los antecedentes familiares, ni siquiera la personalidad de las chicas, que parecen estar fuera del control adulto y que se hace una caricatura perversa de los progenitores de una de ellas en el vano intento de ponerle límites y, por el contrario, simpática de quien supuestamente vive y deja vivir sin ver más allá de sus narices. El problema aquí es que, bajo su brillante envoltorio, hay un importante vacío de contenidos, de estrucutrua y de orden narrativo.
El problema aquí es el de epatar, el de la búsqueda de impacto sobre todo en ese giro final… que priman sobre el análisis más riguroso de las causas reales, más allá de las redes, de las fantasías autolíticas aparte de la viralidad postmortem que se esgrime en este caso y una vaga infelicidad o hastío de vivir. Del proceso entre el intento y su realización. Algo muy, muy serio teniendo en cuenta que el suicidio es una de las primeras causas de muertes no naturales en este país entre las personas de 15 a 29 áños.
Producción española de 77 minutos de metraje. La escribe el propio realizador junto a Rafael Cobos. La espléndida fotografía se debe al talento de Álex Catalán y la excelente música a los de Santi Amodeo y Bronquio. Las jóvenes actrices rezuman frescura, magnetismo y buen hacer interpretativo, Destacamos entre ellas a África de la Cruz y Paula Díaz.
Escrito queda. En cualquier caso, no dejen de verla y juzguen por sí mism@s.