Archivo diario: noviembre 11, 2021

18 Festival de Sevilla, Toma 14. Sección Oficial. ‘Tre piani’ (‘Tres pisos’): Tres familias

Al actor, productor, guionista y director italiano Nanni Moretti es evidente que no hay que presentarlo. No obstante cabe recordar algunos de sus filmes más conocidos y celebrados tales como ‘La misa ha terminado’ (1985), ‘Caro diario’ (1993), ‘La habitación del hijo’ (2001), ‘Habemus papam’ (2011) o ‘Mia madre’ (2015), entre muchos otros. En esta su última propuesta adapta la novela homónima del escritor israelí Eshkol Nevo, que esta firmante no ha leído.

Un bloque de apartamentos. Tres pisos, Tres familias. Cada una de ellas con un dolor, con un drama y un secreto. Dora y Vittorio, jueza y juez jubilado cargan sobre sus hombros con la conflictiva violencia de su hijo Andrea que, al comienzo del filme, estampa su coche estando bajo los efectos del alcohol sobre una de las casas matando a una mujer. Mónica, que tiene una niña y luego un niño con un marido, Giorgio, ausente por motivos laborales siente el miedo a enloquecer como su madre y, de hecho, experimenta alucionaciones visuales y Lucio y Sara que sospechan que su vecino Renato que a menudo, junto a su esposa, les ha cuidado a su hija ha abusado de ella una noche que se perdieron en el parque.

Por otra parte, la nieta de Renato, que es menor, se insinúa y seduce a Lucio quien luego la rechaza y ella se venga denunciándolo… Uno de los tics misóginos, no es el único, que tiene este relato. Porque se habla de, como se ha escrito, tres pisos y tres familias pero hay otro piso, otra familia más aunque no se mencione como tal ni en el libro, ni en la película: la de Renato, su mujer y la nieta citad@s.

Esta firmante lamenta expresar que ‘Tre piani’ o ‘Tres pisos’ la ha decepcionado profundamente tanto en la puesta en escena, que le recuerda a un culebrón televisivo, como en el tratamiento tan superficial de temas espinosos. Es más, cree que es el reparto, sobre todo las actrices – pese a que sus personajes salgan, con apenas excepciones, peor parados – quienes salvan la función. Piensa también que el guion deja bastante que desear y que su realización, de nuevo, es plana y lineal.

Que pase de puntillas, sin apenas incidir sobre ellos, por asuntos como un atropello mortal, con todos los agravantes, sin arrepentimiento que intenta repararse – la historia transcurre en diez años – tarde y mal. Como una muerte sobrevenida indirectamente a raiz de una agresión y una acusación/sospecha de pederastia nunca cuestionada, ni reparada. Como la profunda depresión y angustia de una madre, con alucinación visual incluída, que se salda con su fuga sin que los verdaderos motivos ni se planteen. Como, de nuevo, el cliché de la ninfa perversa buscándole la ruina a un buen hombre de familia. Como…

Una cosa es no juzgar, ni condenar, a los personajes y otra muy distinta desentenderse absolutamente de las gravísimas causas y consecuencias de sus actos. O lo que es lo mismo, soslayar las cuestiones morales y éticas que presiden sus comportamientos.

Claro que tiene buenos momentos, y emotivos. aunque no abunden. Hablamos de un director de talento, de prestigio y de oficio. Pero también, como se ha señalado, carece de sentido del humor y ácida ironía marca de la casa y le faltan densidad y profundidad para ser un buen drama.

Producción italiana de 119 minutos de metraje. Las fotografía y banda sonora, simplemente correctas, se deben a Michele D’Attanasio y a Franco Piersanti respectivamente. El reparto, se reitera, es lo mejor. Sobre todo ellas y especialmente las estupendas Margherita Buy y Alba Rohrwacher.

Pues ya lo saben. Lo mejor es que la vean y juzguen por sí mism@s.

18 Festival de Sevilla, Toma 12+1. Sección Oficial. ‘Saving one who was dead’: Abre los ojos

Van a permitir a esta firmante que haga la crítica a esta primera película de la mañana de hoy, aunque las de ayer no vaya a obviarlas. Una película que es – según declaraciones de su coguionista, junto a Marek Sindelka y Jiri Soukup y realizador, el checo Václav Kadrnka, cosecha del 73 – la tercera parte, o el cierre, de la que él mismo califica como «trilogía de la ausencia de un ser querido». Las anteriores fueron ‘Eighty letters’ (2011) y ‘Little crusader? (2017), Mejor Película en Karlovy Vary, formando parte del concurso del SEFF de ese año.

‘Saving one who was dead’ es una coproducción entre la República Checa, Eslovaquia y Francia, de 90 minutos de metraje. La fotografía muy bien Raphäel O’Byrne y la desasosegante banda sonora corre a cargo de Irena y Vojtech Havlovi. Su impecable reparto lo forman Vojtech Dyk, Zuzana Mauréry y Petr Salavec.

Su formato es el 4:3, llamado popularmente formato fotográfico o formato retrato, que mantiene hasta que se abre en un final que no se revelará aquí. Su elección se debe, también según su director, a enfatizar el claustrofóbico y estrecho microcosmos en que sus tres personajes principales se encuentran.

Concretamente son madre, padre y un hijo adulto. Concretamente se trata de un hospital donde el progenitor está ingresado en estado de coma inducido, tras sufrir un derrame cerebral a causa de un coágulo. El hijo que, aunque su apariencia sea de salud y fortaleza física, lleva en su cuerpo unos electrodos que se dejan ver de tanto en tanto y que pueden sugerir el control de una posible cardiopatía. Tanto él como su progenitora intentan desesperadamente – aunque esté filmado con total estatismo y distanciamiento – rescatar al padre y esposo de las garras de una muerte cercana y probable.

Y lo hacen con técnicas – que se reiteran a lo largo del relato – que le instan a apretarles la mano, o asir una pequeña pelota o abrir los ojos. Le hacen saber que ambos están ahí, que no van a abandonarle, que creen que puede escucharles y que vuelva a la conciencia. Una vez que estas repeticiones se han demostrado inútiles, intentan remitirle a sus propias palabras y creencias sobre el proceso sanador del cuerpo y de las células cuando la voluntad está implicada.

Mientras tanto, nos es dado contemplar las camas de otros enfermos con mujeres de su familia atendiéndoles y otra haciendo repetir trabalenguas a un anciano. Mientras tanto, el cuadro médico muy numeroso, entre profesionales madur@s y estudiantes jóvenes, rinde visita a l@s pacientes y uno de ellos bromea pesadamente, reiterándolo en dos ocasiones, sobre cómo un golpe en la cabeza es la mejor forma de olvidar un amor… Tan sólo un joven con su mirada a la mujer y al hijo en torno a la cama del hombre, les muestra algo de empatía. Mientras tanto, los ascensores suben, bajan y tienen un papel crucial en la conclusión.

Mientras tanto, sueños, recuerdos y símbolos se mezclan en unos pasillos y alas del centro en obras que resultan tan inquietantes como premonitorias.

El tratamiento es distante, con planos fijos o dotados de profundidad de campo, e hierático como l@s propi@s protagonistas quienes no muestran emoción alguna en sus rostros congelados, más que la impaciencia, la presión de ese tiempo para ganarle tiempo a lo irreversible con la esperanza de una reacción. No obstante, su desesperación es obvia, como también lo es su amor por el enfermo y, tras ensayos fallidos de reanimación a través de palabras y órdenes, la mujer resuelve… y hasta aquí puede leerse para no hacer spoiler.

Otra película notable en un concurso más que digno. Otra película transgresora, que exige paciencia, apertura de mente y concentración en lo mostrado en pantalla. Y también en lo que no lo es, en el fuera de campo. Una película existencialista, llena de sugerencias y profundamente espiritual, que no religiosa.

Deberían verla.